Tras el masivo tiroteo en Las Vegas quienes abogan por el control de armas han renovado sus llamados para que Estados Unidos endurezca sus reglas sobre la venta de armas de fuego.

Si esto suena familiar es porque es la misma dinámica que se ha desarrollado una y otra vez en los últimos años, cada vez que ocurre un nuevo y desgarrador incidente de violencia armada.

Al menos a nivel federal, el interés y la atención que hay en crear nueva legislación no ha generado ninguna acción concreta en décadas.

Esto, a pesar del gran número de encuestas que muestran un enorme apoyo popular a medidas como endurecer las verificaciones de antecedentes y prohibir ciertos tipos de armas de gran capacidad y rifles de asalto de estilo militar.

Con una cantidad tan alta de víctimas algunos creen que la masacre de Las Vegas podría generar más presión para que haya algún cambio.

No obstante, estos son los cinco principales obstáculos que están en el camino:

1. La NRA

La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) es uno de los grupos de interés con mayor influencia en la política de EE.UU., no solamente por el dinero que invierte en hacer lobby sino por lo comprometidos que son sus 5 millones de miembros.

La NRA se opone a la mayoría de las propuestas para endurecer las regulaciones sobre la venta de armas y además busca eliminar muchas de las restricciones actuales, tanto a nivel federal como estatal.

En 2016 la NRA gastó más de US$ 4 millones en hacer lobby y en contribuciones directas a políticos, y más de US $50 millones en campañas políticas, incluyendo los cerca de US$ 30 millones que aportaron para llevar a la presidencia a Donald Trump.

Su presupuesto anual es de unos US$ 250 millones, que invierte en programas educativos, instalaciones, eventos para miembros, patrocinios, defensa legal y esfuerzos relacionados.

Más allá de las cifras, la NRA se ha ganado una reputación en Washington como una fuerza política que puede ayudar o destruir incluso a los políticos más poderosos.

Clasifica a los políticos según cómo voten y dirige sus recursos y los de sus miembros -tanto financieros como organizativos- para apoyar a sus defensores más acérrimos y derrotar a sus oponentes.

Como le dijo un ex congresista republicano al New York Times en 2013: "Fue el único grupo sobre el que dije: 'Mientras esté en mi cargo, no me enfrentaré a la NRA'".

¿Podría cambiar algo?

Los grupos procontrol de armas, apoyados por benefactores acaudalados como el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, se han organizando más en los últimos años en un intento por igualar el poder de la NRA. Pero mientras que los grupos proarmas sigan acumulando triunfos legislativos y electorales, seguirán siendo los que mandan.

2. Manipulación electoral

Los intentos más recientes de aprobar nuevas leyes federales que regulen las armas fracasaron incluso antes de empezar, ya que son obstaculizados por la Cámara de Representantes del Congreso, que ha estado en manos de los republicanos desde 2011.

En junio de 2016 un grupo de políticos demócratas se sentó en el piso de la Cámara para protestar contra la decisión de los líderes republicanos de no votar dos propuestas de ley sobre control de armas.

La Cámara de Representantes tiende a ser proarmas por el mismo motivo que hizo que en tiempos recientes tuviera más miembros del Partido Republicano de lo que indicarían las últimas elecciones nacionales.

Se debe a la manera en que están distribuidos los distritos representados en esa Cámara, algo que depende de los poderes legislativos estatales que en muchos casos están en manos republicanas. Esto hace que haya más puestos "seguros" para republicanos que para demócratas.

En estos distritos los políticos dependen de sus electores primarios, que muchas veces votan basados en temas "calientes" como el derecho a tener armas. Por eso muchos evitan alienar a estos electores.

La demografía también juega una parte esencial en hacer que la Cámara de Representantes sea proarmas ya que hay más zonas rurales, donde la gente suele poseer armas, que zonas urbanas.

¿Podría cambiar algo?

A menos que los liberales de las ciudades quieran mudarse al campo, la demografía no cambiará. Ha habido esfuerzos por reducir la manipulación que genera el desbalance en la Cámara de Representantes -Barack Obama incluso lo incluyó entre sus objetivos tras dejar la presidencia- pero no será una tarea sencilla.

3. El "filibuster"

Si una legislación que regula la venta de armas llegara a ser aprobada por la Cámara de Representantes aún tendría un gran desafío en el Senado, donde la división rural-urbana también aplica.

Los estados en los que las grandes ciudades dominan el voto, como Nueva York, Massachusetts o California, son superados en cantidad por los estados rurales y del sur, donde la gente tiende a ser proarmas.

Las reglas del Senado también podrían atentar contra regulaciones de armas más estrictas debido a la existencia del "filibuster": una regla procesal que obliga a obtener el respaldo de 60 de los 100 senadores para aprobar una legislación, y no solo una mayoría simple de 51.

En 2013, tras el tiroteo en una escuela en Newton, Connecticut, pareció haber consenso entre ambos partidos para aprobar una ley que endurecería la verificación de antecedentes de quien compra armas.

Sin embargo, tras un fuerte lobby del NRA, solo 56 senadores votaron a favor, no logrando superar el obstáculo del "filibuster".

Desde entonces no ha habido otra legislación sobre la venta de armas con posibilidades de ser aprobada.

¿Podría cambiar algo?

El presidente Trump se ha pronunciado en contra del "filibuster" del Senado, ya que lo considera un obstáculo para su agenda legislativa. Sin embargo la mayoría de los senadores se opone a cambiar las reglas.

4. Las cortes

Debido a que el Congreso se ha mostrado más interesado en relajar la legislación sobre la venta de armas que en endurecerla, los estados más liberales han tomado acciones para implementar medidas de control a nivel regional.

Tras la masacre de Newton, 21 estados aprobaron nuevas leyes para regular las armas, incluyendo una prohibición para vender armas de asalto en Connecticut, Maryland y Nueva York.

Sin embargo, algunas de estas leyes estatales se han encontrado con otra barrera: el sistema judicial.

En años recientes la Corte Suprema de EE.UU. emitió dos fallos que mantienen que el derecho a poseer armas, como pistolas, está consagrado en la constitución.

La Segunda Enmienda sostiene que "una milicia bien regulada, siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a guardar y llevar armas, no será infringido".

Quienes piden el control de armas afirman que la cláusula introductoria es evidencia de que la enmienda se creó con la intención de formar una milicia "bien regulada".

No obstante, en 2008 la Corte determinó que la Segunda Enmienda da un amplio derecho a poseer armas y prohíbe que se implementen fuertes trabas para el acceso a armas.

Algunas cortes locales se han opuesto a las regulaciones implementadas por los estados que buscan limitar las armas pero hasta ahora la Corte Suprema se ha negado a analizar esos casos.

¿Podría cambiar algo? Trump nombró como juez del supremo a Neil Gorsuch, quien ya declaró que apoya los derechos de la Segunda Enmienda. Además Trump está nombrando a jueces proarmas en las cortes más bajas. Es decir que si hay algún cambio es más bien hacia la derecha.

5. El entusiasmo zigzagueante

Quizás el principal obstáculo para regular la venta de armas a nivel nacional es que si bien quienes se oponen defienden firmemente sus creencias, la presión para que haya mayor control suele aumentar tras cada incidente de violencia pero luego desciende después de un tiempo.

La estrategia de la NRA y de los políticos proarmas es esperar a que pase la tormenta y retrasar cualquier esfuerzo legislativo hasta que la atención esté en otro lado y los gritos de indignación hayan desaparecido.

Los políticos proarmas ofrecen sus condolencias y rezos, observan minutos de silencio y ordenan que las banderas se icen a media asta. Luego, silenciosamente, retrasan o descarrilan cualquier proyecto legislativo antiarmas.

El lunes la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, le dijo a la prensa que "hay un tiempo y un lugar para un debate político pero ahora es tiempo de unirnos como país".

Por su parte, antes de partir hacia Puerto Rico, Trump dijo que "estaremos hablando sobre leyes de control de armas cuando pase el tiempo".

Cuando pase el tiempo. Como decía la canción de Casablanca: sigue siendo el mismo cuento.

¿Podría cambiar algo?

De acuerdo con una encuesta realizada durante la campaña electoral de 2016 las armas son un tema importante tanto para los demócratas como los republicanos. Eso podría ser un reflejo del tiroteo ocurrido ese año en una discoteca de Orlando -que en su momento tuvo un récord de víctimas- o podría ser el indicio de una nueva tendencia.

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