Tomemos, como ejemplo, el caso de una médica jefa de un hospital católico, que es divorciada y quiere volver a casarse. O el del director de un jardín de infantes católico que quiere iniciar una relación homosexual. Hasta ahora, en ambos casos, la iglesia católica como empleador, los despedía. Esos casos causaron a menudo indignación en los últimos años, ya que muchos piensan que la línea de la Iglesia es dura y está muy alejada de la realidad actual.

Un derecho laboral más liberal

Después de varias consultas, los obispos católicos alemanes han decidido ahora liberalizar la legislación laboral para los aproximadamente 800.000 empleados de la Iglesia Católica en Alemania. "El área central de la vida privada, especialmente las relaciones y la privacidad, no está sujeta a valoraciones legales”, dice el extenso documento. En resumen, lo que sucede en el dormitorio del empleado queda entre esas cuatro paredes.

La Iglesia católica y la Iglesia protestante son, juntas, el segundo mayor empleador de Alemania, después del sector público. Emplean a cerca de 1,3 millones de personas, a quienes se les aplica la ley laboral de la Iglesia. Pero ¿por qué la Iglesia católica tiene derecho a establecer sus propios estándares para sus trabajadores? Eso está establecido en la Constitución, que otorga a las comunidades religiosas un amplio derecho a la autodeterminación, incluso en el derecho laboral. En las últimas décadas, ninguna de las principales fuerzas políticas de Alemania quiso tematizar esas disposiciones de la Carta Fundamental, ni limitarlas o abolirlas.

Presión en aumento

Por eso es de resaltar que ahora los obispos católicos cambien por iniciativa propia el derecho laboral eclesiástico de Alemania. La presión era demasiado grande, porque los empleados ya no querían someterse a esas normas, y la Iglesia Católica perdió atractivo como fuente de trabajo. La presión creció, sobre todo, en las bases de la Iglesia, contra un rumbo que no tenía en cuenta la realidad social. En 2021, la iniciativa #OutInChurch provocó sensación y cosechó el apoyo de muchas organizaciones eclesiásticas, de la política y de organizaciones sociales. Empleados de la Iglesia salieron del armario, entre ellos sacerdotes y religiosos, exigiendo reconocimiento por parte de su Iglesia. Con eso se arriesgaban a perder su trabajo, por lo cual una parte de ellos permaneció en el anonimato. Pero los ánimos cambiaron. También algunos obispos manifestaron su respeto por la iniciativa y anunciaron que en sus diócesis nadie iba a volver a ser despedido a causa de su orientación sexual.

En el llamado "Camino sinodal”, en el que laicos y obispos trabajan para esclarecer casos de abuso sexual cometidos por miembros de la iglesia, se discute el tema y se abordaron los pedidos relacionados con el derecho laboral eclesiástico. El camino sinodal es "el motor de las reformas que se necesitan con urgencia", dijo Marc Frings, secretario general del máximo organismo laico, el Comité Central de los Católicos Alemanes, a DW. Algunas diócesis, como el arzobispado de Colonia y el obispado de Passau, anunciaron hace poco que se proponen aplicar el nuevo marco legal.

Sin embargo, no todos celebran el cambio de rumbo de los obispos. En el ámbito eclesiástico reina un cierto escepticismo entre los espíritus críticos, debido a experiencias previas. Por ejemplo, el párroco de la Universidad de Wurzburgo, Burkhard Hose, ve aún "mucho margen para la arbitrariedad de los obispos”. Según la nueva ley, la "conducta hostil a la Iglesia” puede ser expresamente un motivo de despido, pero no especifica qué se debe entender por eso. Así que cada obispo puede definirlo como desee. Jens Ehebrecht-Zumsande, empleado de la Arquidiócesis de Hamburgo y, como Hose, uno de los coiniciadores de #OutInChurch, se queja de que las nuevas directrices se basan en un "modelo de género binario", "según el cual solo hay mujeres y hombres". No se tomaron en cuenta las perspectivas y derechos de los empleados con otras orientaciones, como personas trans o no binarias, que siguen siendo "discriminados", señala.

Una de las pocas personas del gobierno alemán que se pronunció sobre ello es Ferda Ataman, politóloga y periodista alemana, que desde julio de 2022 es comisionada independiente del gobierno alemán para la Lucha contra la Discriminación. Ella abogó por la abolición de todas las excepciones, salvo para los protagonistas directos de la Iglesia, como el clero o los religiosos. Solo así se podrá proteger a personas como a la médica jefa de un hospital o al director de un jardín de infantes, dijo. Porque, incluso de acuerdo con las nuevas pautas, pueden ser despedidos si abandonan la Iglesia, es decir, si dejan de pagar impuestos eclesiásticos. Ataman quiere cambiar también eso.

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