Este pasado viernes 24 de octubre, se dio el veredicto de un femicidio que estremeció Argentina y que reveló una retorcida dinámica familiar, la cual permitió al principal acusado cometer más de un crimen: Se trata del asesinato de María Alejandra Abbondanza, de 38 años, ocurrido en 2022.

El crimen tuvo lugar en Campana, localidad ubicada al norte de Buenos Aires.

La cantidad de condenados llegaría a tres: Agustín Leonel Chimenelli, de 27 años, principal acusado y autor del homicidio; además de Carlos Rubén Chiminelli (69) y Liliana Esther Sánchez (64), padres del acusado, quienes intentaron encubrir el hecho en conocimiento de las acciones de su hijo.

La desaparición de María Alejandra Abbondanza

El 16 de septiembre de 2022, María Alejandra Abbondanza salió de su casa a pasear a su perro y, lamentablemente, se percató demasiado tarde de que había olvidado sus llaves.

A las 17:30 horas, entró a la casa de su vecino, Agustín Chinimelli, quien residía allí con sus padres. Aunque a simple vista parecían una familia común, en realidad ocultaban secretos turbios.

Según reportó Clarín, Agustín agredió a María Alejandra Abbondanza sin motivo aparente. Ella intentó defenderse de los golpes, logrando incluso causarle lesiones a su atacante.

La llegada de los cómplices y el orden de los hechos

El padre de Agustín, Carlos, llegó a las 18:23 horas, mientras que Liliana, la madre del agresor, lo hizo a las 19:20.

Cámaras lograron captar al día siguiente, el 17 de septiembre, como Agustín salió de su casa con el perro de María Alejandra Abbondanza y una bolsa, reportaba La Nación.

Tras revisar el video, las fuerzas policiales realizaron una búsqueda en el área. En un terreno baldío, hallaron el pretal, la correa y la ropa de la víctima que Agustín transportaba dentro de la bolsa.

En un tacho de basura cercano, las autoridades encontraron una bolsa que contenía una mancuerna, un buzo y una toalla, elementos también relacionados con el crimen.

Intento de encubrir el crimen

La desaparición de María Alejandra Abbondanza era de conocimiento público, el tema es que solo tres personas de la cuadra sabían qué pasó.

Cuando los padres de Agustín llegaron, la mujer, madre de una niña, aún estaba con vida, pese a la gravedad de sus heridas. En ese momento, la familia estableció un acuerdo tácito: encubrir el crimen cometido por Agustín, realizando diversas acciones para ocultarlo.

Las cámaras de seguridad del barrio habían levantado la sospecha de que la mujer se encontraba en una de las viviendas de la cuadra. Las imágenes grabadas después de la desaparición, y durante el operativo de búsqueda, se ve a Liliana detenida en la acera, observando todo el procedimiento.

Intentó desviar la investigación de su propia casa, declarando que el garaje era propiedad del vecino para que fuera allanado primero, con el fin de evitar que su residencia fuera un objetivo.

También declaró que el galpón donde ocurrió el crimen era alquilado; sin embargo, en realidad era utilizado por su hijo.

Adicionalmente, el fallo estableció que el agresor, después de trasladar el cuerpo a una terraza, subió una parrilla con el objetivo de incinerar el cadáver y eliminar cualquier evidencia del delito. Este movimiento del cuerpo, desde el primer piso por una escalera de 60 centímetros, requirió ayuda, ya que se determinó que el agresor no pudo moverlo solo.

La detención y condena del hecho

Cuando se logró detener a Agustín Chiminelli, fue imputado por el delito de “homicidio agravado por haber sido cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género, desobediencia a la autoridad”, consigna el Clarín.

Sin embargo, esa no fue la única condena en su contra, ya que también fue encontrado culpable de otros dos casos de abuso sexual en contra de otras dos víctimas diferentes; los jueces decidieron darle la pena máxima en Argentina: cadena perpetua.

Por su parte, Carlos Rubén Chiminelli, el padre de la familia, recibió una condena de 18 años. Se le encontró culpable como coautor de encubrimiento agravado y de abuso sexual con acceso carnal y agravado, este último debido a que el hecho fue cometido por más de dos personas y se sumó la tenencia de arma de uso civil.

Finalmente, a su esposa, Liliana, fue imputada por los mismos delitos, a excepción del porte de arma, fue condenada con 17 años de presidio. Tanto Rubén como Liliana comenzarán a cumplir su condena bajo arresto domiciliario total, al menos mientras se dicta el fallo en segunda instancia.

La hermana de María Alejandra Abbondanza, Anna Abbondanza se refirió al hecho de la siguiente manera: “El crimen no ocurrió en soledad. Esa noche, en esa casa, había adultos. Personas que escucharon, que vieron, que sabían. Personas que no hicieron nada. Que no llamaron a la Policía. Que no protegieron a Alejandra. Que negaron su humanidad. Que intentaron encubrir lo que pasó“, informó El Clarín.

Anna le dijo a los jueces “yo les pido que miren más allá de las palabras. Que escuchen el grito que no pudo dar mi hermana. Que vean el vacío que dejó. Alejandra era madre. Era compañera. Era hermana. Era hija. Su hija hoy crece sin ella. Su pareja duerme con el dolor. Nuestra familia quedó rota. Y yo estoy acá, entera, pero herida, para pedirles que no nos dejen solos. Que no nos condenen al olvido”.

Casos de abuso de Agustín Chiminelli

Luego de la detención de Agustín por el femicidio de María Alejandra Abbondanza, dos mujeres salieron a dar su testimonio de cómo fueron abusadas por el femicida y reflejaba el comportamiento de la familia ante los hechos.

La víctima, que fue reconocida como M, relató además que Agustín la forzaba a ir a la casa y luego cerraba la habitación con llave antes de abusar sexualmente de ella. Si no lograba su objetivo, el agresor reaccionaba rompiendo objetos a su alrededor.

Él la acosaba y forzaba sexualmente si ella se rehusaba. Estos abusos ocurrían en el mismo hogar, con pleno conocimiento de los padres de Agustín, quienes no solo omitieron ayudarla, sino que permitieron que su hijo continuara con los abusos.

En una ocasión, tras violentar a M., ella esperó a que se durmiera para intentar escapar, pero tras lograr salir de la pieza, se encontró a Liliana, madre de Agustín, quien le pidió que no se fuera.

Logró escapar, pero Agustín la persiguió y la forzó a entrar de nuevo a la casa. Esta vez, la persona que cerró la puerta con llave para impedir que saliera no fue el femicida, sino su propia madre.

C. también es víctima. Declaró en el juicio que su relación con Agustín estuvo marcada por la violencia, abusos sexuales y la complicidad de los padres de él. Recordó, por ejemplo, un episodio en el que Agustín rompió un celular durante una discusión, ante lo cual su padre le dijo:“Que se deje de joder porque los vecinos estaban escuchando”.

G., una víctima previa, había solicitado una orden de restricción contra Agustín justo una semana antes de que él cometiera el femicidio de María Alejandra Abbondanza. Ella denunció que, en un acto retorcido, la madre de Agustín la había instado a continuar la relación con él, a pesar de la violencia que sufría.

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