A un padre le dieron solo 12 meses de vida después de que su diagnóstico de cáncer mortal fuera confundido con ansiedad.

Robin Hendley, de 45 años, se despertaba constantemente en medio de la noche con palpitaciones y con la sensación de que le estaba dando un infarto. Luego, desarrolló un zumbido en los oídos, conocido como tinnitus, problemas de visión y un dolor insoportable en la cabeza.

"Estaba teniendo este sentimiento de 'fatalidad inminente' cuando me acostaba por la noche pensando que iba a morir porque estaba teniendo un ataque al corazón", dijo a My London.

Y agregó: "Mi cabeza se sentía como si alguien me hubiera golpeado en un lado de la cara como si alguien me hubiera abofeteado, o como si me hubieran golpeado en la cara con un bate de cricket. Pero sabía que era más que ansiedad, sabía que tenía algo mal en la cabeza".

Hace solo dos años, Robin estaba en forma y saludable e iba al gimnasio seis veces a la semana. Sin embargo comenzó a notar síntomas extraños, visitó a su médico de cabecera. Pero su cáncer pasó desapercibido durante más de un año, ya que le dijeron que todo se debía a que padecía ansiedad.

Fue solo cuando Hendley insistió en una resonancia magnética para su tinnitus, que recibió la noticia que temía. En octubre de 2021, los resultados mostraron un crecimiento de aproximadamente 5 centímetros en el lóbulo temporal izquierdo de su cerebro y luego se le diagnosticó un glioblastoma de grado 4, el tumor cerebral más agresivo. Según las estadísticas, la esperanza de vida es de aproximadamente 12 meses desde el diagnóstico.

"Después de un año de no saber qué estaba pasando, luego fue un momento de ansiedad", dijo Robin. "Y luego me dicen que tengo un año de vida. Fue difícil no pensar '¿cuál es el punto de todo esto? ¿Por qué sigo adelante?'. Esperaba malas noticias porque sabía que no se trataba solo de síntomas de ansiedad, sino que los médicos me habían dicho que no había forma de que fuera cáncer, ya que estaba en forma y saludable. Me puse a llorar".

Robin se sometió a una cirugía en el Charing Cross Hospital para tratar de extirpar la mayor cantidad posible del tumor. Pero no se pudo extirpar todo y tuvo que someterse a un agotador ciclo de seis semanas de radioterapia y quimioterapia. También tuvo que renunciar a su trabajo como instructor de manejo.

"Mi pareja Ollie y mi madre me han apoyado mucho. Me mantengo ocupado haciendo estos tratamientos lo mejor que puedo y ahora estoy aquí esperando que este nuevo tratamiento funcione", expresó, según consigna Mirror.

Después de una extensa investigación, Robin encontró un tratamiento que podría salvarlo en el Centro Inmune-Oncológico de Colonia. Esto implica entrenar al cuerpo para controlar el tumor mediante el uso del sistema inmunitario del cuerpo.

 

 

Publicidad