La ONU lanzó el miércoles un llamado a hacer donaciones para enfrentar las "inmensas necesidades" de millones de personas sin vivienda ni alimentos tras el terremoto que sembró destrucción en Turquía y Siria y dejó casi 40.000 muertos.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, exhortó a los Estados miembros del organismo a aportar "sin demora" 397 millones de dólares para asegurar "una ayuda humanitaria que necesitan desesperadamente casi cinco millones de sirios", empezando por "refugio, atención médica y alimentos".
Guterres precisó que pronto hará un llamamiento similar para ayudar a Turquía.
"Las necesidades son inmensas" y "sabemos que la ayuda para salvar vidas no está llegando a la velocidad y escala necesarias", insistió Guterres.
"Una semana después de los devastadores sismos, millones de personas en la región luchan por sobrevivir, sin hogar y bajo temperaturas glaciales", agregó.
En la noche del martes, el saldo de muertos era de 39.106, de los cuales 35.418 son en Turquía y 3.688 en Siria.
La ONU anticipó el domingo que tales cifras aumentarían fuertemente.
"Estamos asistiendo a la peor catástrofe natural en la región europea de la OMS en un siglo y aún estamos midiendo su magnitud", declaró un funcionario de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En tanto, los equipos de rescate lograron el martes sacar con vida a cuatro personas entre los escombros en Turquía.
Una pareja siria de Antakya, la Antioquia de la Antigüedad y una de las ciudades turcas más golpeadas por el terremoto, exclamó "Alahu akbar" (Alá es el más grande) tras ser rescata unas 210 horas después del sismo de magnitud 7,8 del 6 de febrero, constató un fotógrafo de AFP.
Poco antes, dos jóvenes hermanos pudieron salir al aire libre tras pasar 198 horas atrapados bajo los escombros.
De 17 y 21 años, respectivamente, los jóvenes dijeron haber sobrevivido consumiendo proteína en polvo.
"Estaba tranquilo, sabía que sería salvado. Recé. Se podía respirar bajo las ruinas", comentó uno de ellos citado por la televisión NTV.
Pero a pesar de esos pequeños milagros, las posibilidades de encontrar sobrevivientes en los edificios colapsados son casi nulas.
Resignación
"Los equipos que vinieron a buscar aquí dejaron claro que buscan a los vivos. Trabajaron durante dos días sin encontrar ninguno", lamentó Cengiz, un soldado de 50 años en Antakya con cinco familiares enterrados entre los escombros.
"Entendemos que la atención se centra en los vivos, pero tenemos derecho a reclamar los restos de nuestros seres queridos", expresó con resignación Husein, quien esperaba encontrar a la esposa de su hermano y sus cuatro hijos.
En esas circunstancias, la prioridad ahora es atender a los cientos de miles -si no millones- de personas cuyas casas fueron destruidas por los terremotos.
"Hemos atendido las necesidades de alojamiento de 1,6 millones de personas. Cerca de 2,2 millones han sido evacuados o han abandonado las provincias (golpeadas)", indicó el martes el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tras una reunión del gobierno.
Zonas rebeldes
En el lado sirio, por primera vez desde 2020 un convoy de ayuda se dirigió el martes a las zonas rebeldes del norte por el puesto fronterizo de Bab al-Salama, con Turquía, observó un periodista de AFP.
Lo integraban 11 camiones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cargados de carpas, colchones, mantas, alfombras y otros.
El puesto fronterizo de Bab al-Salama conecta el territorio turco con el norte de la provincia de Alepo, controlada por facciones sirias leales a Ankara.
Se había cerrado a la ayuda humanitaria de la ONU por presiones de Rusia, aliado del régimen de Damasco.
Las zonas fuera de control del gobierno sirio en el norte de Alepo y la provincia de Idleb (noroeste), donde viven casi tres millones de personas, figuran entre las más devastadas por el terremoto en Siria.
Siria había anunciado previamente la apertura de dos nuevos pasos fronterizos con Turquía por un período inicial de tres meses para acelerar la llegada de ayuda humanitaria.