Helicópteros militares rescataron el miércoles a sobrevivientes del ciclón Gabrielle en el norte de Nueva Zelanda, que dejó cuatro muertos y forzó a más de 10.500 personas a buscar refugio.

Con la baja en la intensidad de la tormenta, los equipos de rescate finalmente pudieron acceder a regiones aisladas por varios días de lluvias torrenciales y ráfagas de viento.

Las fuerzas armadas neozelandesas enviaron tres helicópteros NH90 en misiones de reconocimiento y rescate a la zona de Hawke's Bay, una de las más golpeadas, donde encontraron a familias, mascotas y trabajadores apiñados en tejados de zinc, rodeados del agua marrón de la inundación.

"En algunos casos, el agua llegó al segundo piso de las casas donde las personas fueron rescatadas", detalló un portavoz militar.

La tormenta dejó una estela de destrucción en el norte del país, incluyendo cuatro muertos.

La policía dijo el miércoles que encontró el cuerpo de un niño en Eksdale, en la remota costa este, y que "se cree que el menor fue atrapado en la inundación".

Previamente, un cuerpo fue encontrado en un sitio donde desapareció un bombero durante la tormenta, y los restos de otros dos fueron recuperados en la zona de Hawke's Bay, indicó el ministro de Manejo de Emergencias, Kieran McAnulty.

El bombero y su compañero desaparecieron cuando una casa colapsó en West Auckland.

Uno de los dos fue encontrado y llevado al hospital, mientras que la búsqueda del segundo se vio afectada por la lluvia, el viento y la inestabilidad del suelo, aunque fue retomada el martes.

El ministro dijo también que otros dos cuerpos fueron encontrados sin vida en Hawke's Bay.

Reconoció que Nueva Zelanda tiene "un largo camino por delante" para hacerles frente a los daños en las carreteras, casas y puentes por el paso de Gabrielle.

Las autoridades están comenzando a captar la magnitud de los daños en sitios aislados donde las aguas destruyeron carreteras y cortaron las comunicaciones.

La energía fue restablecida en la mayor parte del norte del país, el más golpeado, donde quedan unas 140.000 personas sin servicio eléctrico, según McAnulty.

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