Desde que comenzó la cuarentena obligatoria por el coronavirus, en Mendoza los presos exigieron prisión domiciliaria, lo que llevó a casi un 10% de ellos a iniciar una huelga de hambre.

Según publicó este viernes el diario Clarín al otro lado de la cordillera, la protesta se endureció en las últimas horas, cuando comenzaron a circular imágenes de algunos internos que decidieron coserse la boca para llamar la atención de la justicia y conseguir que se responda a sus reclamos.

La protesta se lleva a cabo en los tres principales penales de la provincia: San Felipe, Almafuerte y en la cárcel de mujeres de El Borbollón, donde –de acuerdo con la publicación– son cerca de 160 internos, el 3,5% del total que comenzaron una huelga de hambre desde hace cinco días.

Según denuncian, están hacinados en los pabellones, generando un foco constante de contagio. Sin embargo, todavía no existe ningún caso de infectado con COVID-19 en las cárceles de Mendoza.

La Dirección del Servicio Penitenciario informó a Clarín que son alrededor de 160 los presos que han accedido al beneficio de la prisión domiciliaria desde que comenzó la crisis por el coronavirus, el 10% de la población de las cárceles mendocinas.

Las autoridades tienen complicaciones para conseguir tobilleras electrónicas y cumplir así con las medidas de prevención de la pandemia con los internos más vulnerables. La opción sería quitar los dispositivos de los presos antiguos, para dárselas a quienes deban salir por razones de salud.

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