El abrupto cambio en la política del gobierno de Donald Tump hacia Siria profundizó este lunes el aislamiento de su presidencia, en un momento en que el magnate republicano precisa  todos los aliados posibles para defenderse de un proceso de destitución.

El domingo por la noche, la Casa Blanca anunció en un comunicado el retiro de tropas de posiciones clave a lo largo de la frontera norte de Siria, lo que en los hechos significa abandonar a los kurdos de esa región, principales aliados de Washington en la larga batalla contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

En una serie de mensajes publicados en Twitter, Trump defendió el lunes la decisión como parte de su viejo anhelo de poner fin al despliegue de militares estadounidenses en conflictos de Medio Oriente, a los que calificó de "ridículas Guerras Sin Fin".

La salida de Estados Unidos de la región limítrofe con Turquía despeja el camino para que Ankara, que considera a los guerrilleros kurdos un grupo terrorista, ponga en marcha una largamente planeada operación transfronteriza contra ellos en el norte de Siria.

A su vez, la medida debilita la posición estadounidense en el contexto de la guerra civil en Siria, una partida de ajedrez geopolítica que involucra también a Irán, Rusia, las potencias europeas e Israel.

En cierto sentido, el anuncio de Trump no debería sorprender a nadie.

Al manifestarse contrario a las costosas ocupaciones de Irak y Afganistán y, a pesar de su retórica beligerante, absteniéndose de ataques militares contra Irán, Trump cree estar dando una respuesta al cansancio de la opinión pública sobre estos conflictos, que aparentan no tener solución.

"Se suponía que Estados Unidos iba a estar en Siria por 30 días, eso fue muchos años atrás. Nos quedamos y nos hundimos más y más en la batalla sin un objetivo a la vista", tuiteó  Trump.

Pero incluso con el razonamiento de que está tomando el pulso del sentimiento popular, este súbito cambio de postura despertó un inusual consenso bipartidario en Washington, incluyendo a cercanos aliados republicanos de Trump, que reaccionaron con alarma e indignación.

Alienando aliados 

Con un proceso de destitución en su contra, la supervivencia política de Trump depende de la mayoría republicana en el Senado.

En ese contexto, resaltó la reacción del senador Lindsey Graham, uno de los republicanos más cercanos al mandatario, quien pidió "revocar la decisión" sobre Siria.

Graham, presidente del poderoso Comité Judicial del Senado y uno de los partidarios más francos de Trump en el Capitolio, describió la medida como un "desastre en ciernes" que "garantiza el resurgimiento" del EI y dijo que sería una "mancha en el honor de Estados Unidos por abandonar a los kurdos".

Si este plan "sigue adelante se presentará una resolución del Senado oponiéndose y solicitando la revocación de esta decisión. Espero que reciba un fuerte apoyo bipartidista", tuiteó el congresista.

El descontento republicano fue subrayado por el senador de Florida Marco Rubio, quien calificó la decisión del mandatario como un "grave error" que alentará a Irán a una "escalada de ataques hostiles".

Incluso la ex embajadora de Trump en la ONU, Nikki Haley, se sumó a las críticas, apuntando sobre todo a las consecuencias sobre los aliados kurdos. "Dejarlos morir es un grave error", dijo.

La Casa Blanca reaccionó en la mitad de la jornada al descontento generalizado.

En un tuit, Trump amenazó a Ankara con "destruir" su economía si hace algo que "sobrepase los límites", mientras un alto funcionario del Departamento de Estado declaró que las tropas que se han retirado del norte de Siria representan un "número muy pequeño".  

Esta controversia se suma a una seguidilla caótica de decisiones sobre política exterior que han incomodado al establishment en Washington y a sus aliados extranjeros.

Desde el anuncio, luego cancelado, de una reunión con líderes talibanes hasta sus contradictorias posturas hacia Irán, Trump tiene al mundo acostumbrado a este tipo de comportamiento errático.

Pero el problema en Siria ha toca una fibra especialmente sensible.

En Washington prevalece la preocupación de que esta retirada  sea vista como un triunfo por Irán y Rusia pero también por Turquía, un aliado estadounidense que resulta cada vez más problemático. 

Los aliados europeos de Estados Unidos también se están preparando para el peor escenario. Maja Kocijancic, portavoz de la Unión Europea, advirtió de un posible flujo "masivo" de refugiados. 

Trump, sin embargo, apuesta a lo que él considera importante: adherir a la ideología que lo llevó hasta la Casa Blanca y que se resume como "Estados Unidos primero", con la que ha intentado romper con una creencia bien arraigada en Washington de que Estados Unidos precisa ser el líder del mundo. 

"Turquía, Europa, Siria, Irán, Irak, Rusia y los curdos tendrán ahora que resolver la situación (por ellos mismos)", escribió Trump. "Nosotros estamos a 7000 millas".

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