La noche del miércoles, un Reportajes T13 expuso la estremecedora historia de una niña boliviana de solo 8 años, que fue vendida por su propia abuela a una pareja de compatriotas en su país natal. La transacción ocurrió antes de que la familia cruzara a Chile para establecerse en la comuna de Rengo, en la región de O’Higgins, y se concretó por la suma de $350 mil pesos. 

La denuncia que logró rescatarla reveló una realidad más amplia y silenciosa. Es que en Chile, existen decenas de casos como este, donde los derechos de varios niños se ven violentamente vulnerados. Así lo expone Arturo Celedón, director ejecutivo de la Fundación Colunga.

“Desde 2011 a la fecha, hay estadísticas oficiales que hablan de 33 casos de trata de menores, pero es probable que tengamos una subrepresentación de estos casos y que estén ocurriendo otras situaciones como éstas en Chile”, advierte Celedón. 

De esa manera también lo relata Vania Saavedra, psicóloga de la unidad de Criminología de la PDI, quien expresa que "conocemos las estadísticas internacionales y lo que nos alarma como policías es que efectivamente este fenómeno va creciendo, y que son principalmente niñas y mujeres las que están implicadas". 

Por otro lado, Arturo Celedón agrega que “hoy tenemos un 5,4% de la población de niños y niñas que trabajan, es una cifra que probablemente se vea movilizada por las condiciones de vulnerabilidad que existen hoy”.

La historia de la niña que fue vendida para ser esclavizada en Rengo

El caso que volvió a poner este delito en el centro de la discusión fue expuestao por Reportajes T13. Allí se relató cómo la niña boliviana fue vendida por su propia abuela a una pareja que se trasladó a Chile. La compraventa de la menor, concretada por 350 mil pesos chilenos, la convirtió en una víctima de servidumbre doméstica en condiciones inhumanas.

La pareja que la adquirió se instaló en un campamento informal a orillas del río Claro, en la comuna de Rengo. Allí, la niña era obligada a levantarse antes del amanecer para realizar labores de limpieza, sin acceso a comida suficiente, sin escolarización y completamente fuera del sistema: no estaba registrada ni en su país de origen ni en Chile.

"La niña nunca había sido escolarizada ni en Bolivia, ni en Chile. La niña ni siquiera tenía identidad en Bolivia. O sea, es una persona que nació, que fue trasladada a Chile por paso irregular y en Chile no tenía ningún rastro oficial para los organismos, o sea, en la práctica ella podría haber desaparecido y nadie se habría dado cuenta", explicó el fiscal jefe de Rengo, Osvaldo Yáñez.

Su historia salió a la luz gracias a la intervención de una vecina, quien no dudó en denunciar a pesar de los riesgos. “Supimos que la niña había recurrido a ella. La vecina había visto los golpes que había recibido durante varios días. La vecina se había encargado incluso en varias ocasiones de darle comida. La niña pasaba sin comer”, añadió el fiscal.

Paradójicamente, la intervención de Carabineros se produjo cuando la misma pareja que la había esclavizado denunció su desaparición. Fue entonces cuando las autoridades descubrieron el hecho y la niña fue rescatada, pasando a un centro de protección infantil donde hoy permanece bajo resguardo.

Aunque el caso ha conmocionado a la opinión pública, lo inquietante es que esta historia sería apenas una muestra de una red de explotación infantil que permanece en las sombras.

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