Francisco Albornoz tenía 21 años y era farmacéutico. El pasado 23 de mayo desapareció, tragedia que lamentablemente terminó con el hallazgo de su cuerpo en el río Tinguiririca, en la región de O’Higgins.
El caso se investiga como un homicidio calificado, y el pasado sábado 7 de junio su familia llegó hasta el Centro de Justicia para presenciar la formalización de los dos imputados: Christian González, médico ecuatoriano de 31 años, y José Miguel (Kai) Baeza, chef chileno de 43.
La Fiscalía entregó antecedentes que permiten descartar una sobredosis como causa de muerte. Según detalló la fiscal Rossana Folli, Francisco sufrió un fuerte golpe en la cabeza que le provocó un traumatismo encefalocraneano. Además, sostuvo que el crimen no fue accidental, sino que existió una clara intención previa de causar la muerte.
El cuerpo del joven fue ocultado en un saco de dormir y trasladado en el maletero de un auto hasta el río Tinguiririca, donde fue arrojado desde una altura cercana a los 50 metros. En el trayecto, los imputados incluso hicieron una parada para comprar papas fritas y bebidas, de acuerdo con los datos expuestos en la audiencia.
Los nuevos antecedentes tras el crimen de Francisco Albornoz
De acuerdo a un reportaje emitido por CHV Noticias, donde se hizo una cronología del crimen, existen dos antecedentes que se desconocían en base al relato que hizo el médico ecuatoriano.
En este contexto, el profesional describió las cosas que el chef llevó a su departamento, antes de que ocurriera el crimen, la noche del 23 de mayo. "Salí de mi trabajo a las 21:00 horas. Me dijo que iba a llevar a mi departamento cocaína, limones, paños y plástico para que mi cama no se ensuciara y todo sea más fácil de botar", dijo Christian González en su relato.
Y añadió: "Cerca de las 21:15 horas fui hasta avenida Bustamante y pagué en efectivo la cocaína. Compré cuatro bolsas de cocaína que equivalen a 35 mil pesos".
Para el encuentro había disponible cocaína, limones y bolsas de basura, elementos que aparentemente Kai frecuentaba utilizar en sus encuentros de carácter sexual.
A lo anterior, se sumó el antecedente de que Francisco Albornoz no fue registrado en el libro de visitas cuando llegó al edificio donde vive el médico. Incluso este último habría contratado horas después el servicio de una empresa externa para limpiar en profundidad su departamento y las áreas comunes por las que transitó.
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