Esta semana se conoció el caso de Catalina Cayazaya Cors, de 25 años, la estudiante de terapia ocupacional de la Universidad de Los Andes que se quitó la vida el pasado 16 de marzo tras denunciar malos tratos y acoso por parte de sus profesoras.

La historia la dio a conocer su madre, Carolina Cors, mediante una extensa carta que compartió a través de su cuenta de Instagram.

Su caso terminó de la peor manera, pero hay muchos otros que, sin llegar al suicidio, requieren terapias o tratamientos por sufrir estas mismas experiencias de abusos y acoso. Ya lo advirtieron otras estudiantes, resaltando que es una realidad que “existe mucho maltrato, sobre todo psicológico”. Una mirada a la que adhieren los especialistas.

Camilo Aguilera, psicólogo clínico desde hace diez años, autor del libro “Emociones Fantásticas y Dónde Encontrarlas” comentó a T13.cl que “en estos diez años siempre recibo personas que tienen algún problema de este estilo. O sea, llegan a terapia cuando se ha vuelto un abuso recurrente, un acoso, un hostigamiento crónico. Me ha pasado con estudiantes de pregrado, también con estudiantes de doctorado, de magíster o estudiantes que se han ganado becas y que no pueden irse porque después si se van tienen que pagar toda la beca”.

“Sé muchas veces casos de tutores o jefes de carrera o algún encargado con poder en la institución que presiona al estudiante a hacer las cosas como ellos dicen que tiene que ser y a veces al punto de hacer cosas que no tienen nada que ver con los objetivos de sus programas de estudio. Eso ocurre mucho”, profundizó el especialista.

Para el psicólogo Camilo Aguilera, estas prácticas como las que terminaron con el suicidio de Catalina son recurrentes y no ocurren sólo en la salud. También, reconoció, le ha tocado ver muchos casos en otras carreras como química, matemáticas, psicología, trabajo social y pedagogía.

“En mi experiencia, yo creo que es algo recurrente y no sólo en la educación superior, en todos los tipos de instituciones: como hospitales, en colegios, educación básica, entre los profesores”, afirmó.

“Un sistema de abuso institucional”

Carolina, la madre de Catalina, la describió como “una niña llena de vida”, “una persona optimista”, “feliz”, siempre con ganas de hacer cosas y que “disfrutaba con lo que fuera”.

Pero entonces, ¿es necesario presentar algún problema de salud mental previo o el pensamiento suicida se puede detonar tras sufrir un caso de abuso o maltrato?

“En psicología hablamos que siempre hay factores de riesgo que pueden empeorar una situación y claro, el tener un trastorno anteriormente, o algún problema de salud mental, puede ser algo que aumente el impacto de una situación de hostigamiento o de abuso. Eso también ocurre mucho, que ya personas que han tenido problemas de salud mental y se ven en una crisis como ésta, la crisis empeora más”, explicó el especialista. 

“Pero también me ha tocado ver personas que no han tenido ningún problema antes de salud mental, o cosas muy puntuales y pequeñas como toda la población, pero están metidos como en un sistema tan difícil de salir, un sistema de abuso institucional muy difícil de salir, en donde terminan cada vez quedando peor, cada año peor, cuando son años y años de acoso y hostigamiento”, advirtió.

Es por lo anterior que, si bien el psicólogo Camilo Aguilera considera que el tema de la salud mental ha ido ganando conciencia en estos últimos años, todavía existen problemas de políticas públicas.

“Antes era una cosa mirada extraña, como un tema más individual, y eso es un poco en lo que se escudan las instituciones, que si por ejemplo esta niña estaba con riesgo suicida, qué dice la universidad: es problema de ella, que vaya al psiquiatra. Individualiza el problema de salud mental como que fuera sólo responsabilidad de ella”, comentó.

“Y ahí hay un problema de políticas públicas, porque las políticas públicas deberían fiscalizar y supervisar que todas las instituciones resguarden normas básicas de salud mental, sobre todo lo que tiene que ver con fenómenos de abuso: sexual, de poder, lo que sea, pero abuso. Y eso hay formas para supervisar, para detectar, pero muchas veces se silencian, se esconden. Ese es como el gran problema que hay a nivel institucional, por eso es tan difícil estos temas a nivel de mostrarlos como un problema institucional”, cerró.

Publicidad