La madrugada del domingo 17 de junio de 2012, el sargento chileno de la Armada Guillermo Arévalo Flores, salía del bar Barak en Puerto Príncipe cuando fue baleado en la calle. 

Ese fue el inicio de un caso confuso, en parte por las declaraciones del  sargento primero de Carabineros y conductor de la embajada de Haití, Jorge Oyarzo, quien admitió que no socorrió a Arévalo Flores al momento del ataque.

A las 5.10 AM de ese día, según consta en un video grabado por una cámara de seguridad en las afueras del bar, los sargentos Arévalo y Oyarzo se suben al automóvil Suzuki de Arévalo, tras salir del bar, que figuraba en una lista de lugares prohibidos para las tropas, porque allí se ejercía comercio sexual. 

Según señaló la investigación, Oyarzo lo hizo por la puerta del conductor y Arévalo en la del copiloto. Una vez los dos adentro, se acercaron dos sujetos que le dispararon seis veces a Arévalo.

Al segundo disparo, Oyarzo salió corriendo del auto y a los dos minutos llama por teléfono al cónsul chileno Diego Rivera, quien llegó a los 8 minutos al lugar de la balacera y metió a Arévalo en su auto. 

Finalmente el sargento murió en la clínica Lambert Santé de Puerto Príncipe a causa de los disparos que recibió a corta distancia.

Al momento de los hechos, el sargento Arévalo Flores se desempeñaba como asistente del agregado de Defensa de la embajada chilena en la capital haitiana. La hoja de vida de Arévalo estaba marcada por su buen desempeño en el servicio, y no sólo en Haití. En 2006 ya había sido reconocido con un viaje a Holanda luego de una misión que realizó en Inglaterra en 2005.

Recién en marzo pasado de este año, el Tribunal Oral de Puerto Príncipe declaró culpable del crimen a dos de los tres acusados en el hecho. Se trata de Romaín Nazaire y Peterson Pierre. Sin embargo la única mujer encausada, Fabiola Maxi, fue descartada luego de que las pruebas fueran insuficientes para acreditar su vinculación. 

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