El sistema de urgencias de salud en el país es una estructura piramidal que funciona de menor complejidad (urgencia de atención primaria) a los de mayor complejidad.

La cantidad de personas que recibe cada estructura es también proporcional al problema que presentan, por lo tanto, se espera que el de menor complejidad reciba mayor cantidad de gente por tratarse de problemas menores que reciben atenciones rápidas y al revés en los centros de alta complejidad, donde los casos son de mayor gravedad.

Sin embargo, el problema reside en que esta estructura en la práctica no funciona así y eso fue lo que sacó a relucir este estudio publicado en El Mercurio.

Encargado por la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, el análisis que llevo a cabo el Instituto de Administración en Salud y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile entre 2009 y 2013, da como resultado que un 38,9% de los pacientes no debieron acudir al centro de alta complejidad.

Porque los pacientes que llegan a las urgencias de los hospitales de alta complejidad sin estar con problemas de emergencias generan trastornos en un sistema que no está preparado para atenderlos. 

Esto le costó al Estado hasta nueve veces más de lo que debería haber pagado. Es decir, terminó pagando $43.842 en vez de $4.769 que es el costo promedio de la atención primaria en un consultorio.

Además de este problema según el estudio la falta de camas es un factor importante, ya que en una urgencia hospitalaria más de un tercio de las personas se demora más de 12 horas en conseguir una cama para ser hospitalizado.

El director del estudio, Alberto Muñoz, recomendó hacer acciones como un sistema de trazabilidad de los pacientes, puesto que considera fundamental conocer cómo es el flujo de los pacientes más que la cantidad de ellos. 

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