Beber agua está de moda. Ya sean ocho vasos o dos litros al día, su consumo es casi una obligación para las personas que quieren llevar una vida sana.

Este aumento de la demanda ha hecho que también se incremente la oferta. Algo que ha llevado a que las empresas intenten diferenciarse con productos premium y hasta superpremium que incluyen botellas de agua por las que se piden más de US$50.000.

Pero, ¿vale la pena destinar más de US$2 a un producto que se puede conseguir con solo abrir el grifo de casa? Y, ante tanta competencia, ¿cómo puede un empresario destacar y ofrecer algo único cuando lo que vende es agua?

Una industria millonaria

Si bien en algunas zonas del planeta el agua potable escasea, en otras basta con ir a la cocina.

Aún así, muchos prefieren comprarla en una tienda: las ventas de agua embotellada crecieron un 9,2% en los últimos cinco años hasta situarse en los US$190.272 millones en 2016, según la consultora Euromonitor.

Y el sector seguirá revalorizándose, hasta alcanzar los US$319.860 millones en 2022, según la agencia Allied Market Research.

Si esta tendencia continúa, las ventas de agua pronto sobrepasarán las de gaseosa, que disminuyeron un 10,7% desde 2011 hasta los US$288.363 del año pasado.

En Estados Unidos, uno de los mayores aficionados a las bebidas carbonatadas, su consumo suma 12 años de caídas.

"La gente ha empezado a entender que el futuro no está en las bebidas azucaradas", explica a BBC Mundo el analista de bebidas de Euromonitor, Matthew Barry.

No es de extrañar entonces que cada vez haya más productores intentando hacerse un hueco en la industria del agua, desde grandes fabricantes como Coca-Cola o Pepsi hasta pequeñas startups.

Pero, ¿cómo innovar en agua?

"El mundo del agua tiene tres pilares: el origen, la composición y la salud. Alguno tiene que ser especial", responde a BBC Mundo Ferran Ribalta, el director general de la marca española de agua mineral Sant Aniol.

"El 80% de las decisiones que toman los consumidores son emocionales, así que las empresas tienen que transmitir un mensaje que apele a las emociones", añade.

En el caso de Sant Aniol, el valor añadido de la marca está en su procedencia: un manantial bajo el terreno volcánico de La Garrotxa, en Cataluña.

"El agua de lluvia cae, se filtra a través de la roca de los volcanes extintos y nosotros la sacamos con una bomba. La pasamos por otro filtro por si se ha colado tierra o alguna plantita en la bomba y, de ahí, directo a la botella. No podemos hacer más porque dejaría de llevar la etiqueta de agua mineral", explica.

Agua de iceberg a 70 euros

Otra firma que hace hincapié en su origen único es la noruega Svalbarði, nacida en 2016 y cuya agua procede de los icebergs de Kongsfjorden, a 1.000 kilómetros del Polo Norte.

La idea de su fundador, Jamal Qureshi, es enviar cada año una embarcación a esa zona remota, donde la tripulación recogerá 15 toneladas de hielo.

Una vez de vuelta al archipiélago de Svalbard, este se derretirá y será colocado en 13.000 botellas de 750 mililitros.

Los consumidores las pueden comprar a través de su página web por US$76 cada una, o en la exclusiva tienda Harrods de Londres por US$102.

"Sé que el precio es alto, pero hay que diferenciar entre el agua para hidratarse y la que se bebe para apreciar sus características", defiende el empresario. Qureshi, que admite beber agua de grifo en su vida diaria, asegura que Svalbarði se suele usar como regalo y que él la consume "en ocasiones especiales".

De momento, las ventas de la primera edición están "cumpliendo las expectativas".

La botella importa

Pero el récord Guinness del agua más cara del mundo se lo llevó en 2013 el cliente que pagó más de US$50.000 por una botella de Acqua di Cristallo Tributo a Modigliani.

En este caso, el valor añadido residía principalmente en la botella, inspirada en la obra del artista italiano Clemente Modigliani y con detalles de oro. El agua, extraída de Fiyi, Francia y un glaciar islandés, también contenía cinco gramos de polvo de oro.

El contenedor es otro de los elementos que las compañías están usando para diferenciarse, como explica Matthew Barry.

Las marcas premium, por ejemplo, prefieren las botellas de vidrio mientras que aquellas que buscan conquistar a los más deportistas optan por un plástico más resistente, una asa y una boquilla.

Los más ecologistas pueden elegir entre el agua en Tetra Pack de marcas como Boxed Water is Better (el agua en cartón es mejor) o la contenida en botellas de aluminio que ofrecen empresas como Green Sheep.

El sabor del agua

Pero, ¿es toda esta oferta de agua necesaria?

"¡Por supuesto", asegura a BBC Mundo el sommelier de agua Martin Riese.

"A la gente le encanta las opciones. El agua tiene sabor y sería muy aburrido beber la misma siempre. Imagínate beber solo una marca de vino toda tu vida. En algún punto empezarías a ignorarlo", sostiene.

Riese, que se presenta como el "único sommelier de agua certificado en Estados Unidos", es el autor del famoso menú de agua embotellada de 45 páginas del restaurante Ray and Stark's GM de Los Ángeles.

"Todos podemos notar la diferencia de sabor entre un agua y otra. La gente que piensa que toda sabe igual no bebe suficiente agua o todavía no ha tenido la adecuada en su vaso", insiste.

Mientras Riese cree que cada una de estas firmas de agua exóticas tienen cabida y futuro en el mercado, analistas como Barry ni siquiera las incluyen en sus estudios de mercado por no llegar a un volumen de ventas representativo. "Me sorprendería que, de aquí a 10 años, muchas hayan sobrevivido", concluye el experto de Euromonitor.

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