La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) entregó hoy en Santiago su informe anual "Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019", en el que realizó un fuerte recorte a las expectativas de crecimiento para Chile, desde un 3,3% que estimaba en abril a un 2,8%. 

La cifra es inferior incluso a lo que estiman las autoridades de gobierno y se cuadra con las estimaciones del mercado en sus últimos informes.

En tanto, para la región prevé una expansión de sólo un 0,5%, por debajo del 0,9% que registró el año anterior. 

Esto marca una "trayectoria descendente", como consecuencia de "un contexto internacional con mayores incertidumbres y complejidades" y de un debilitamiento de la inversión, el consumo y las exportaciones. 

Según el reporte que fue resumido en un comunicado de prensa de la entidad, "a diferencia de años anteriores, en 2019 la desaceleración será generalizada y afectará a 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe. En promedio, se espera que América del Sur crezca 0,2%, América Central 2,9% y el Caribe 2,1%".

En rueda de prensa, la secretaria ejecutiva del organismo de las Naciones Unidas, Alicia Bárcena, explicó que "la región enfrenta un contexto externo con mayores incertidumbres y complejidades crecientes: menor dinamismo de la actividad económica mundial y del comercio global; mayor volatilidad y fragilidad financiera; cuestionamientos al sistema multilateral y un aumento en las tensiones geopolíticas".

Comportamiento fiscal

De acuerdo con el Estudio Económico 2019, el espacio fiscal se ha visto restringido por niveles de ingresos insuficientes para cubrir el gasto, lo que deriva en déficits y en un incremento en el endeudamiento en los últimos años. Además, los efectos de la creciente volatilidad cambiaria y de las mayores depreciaciones limitarían la posibilidad de los bancos centrales de la región para profundizar políticas de estímulo a la demanda agregada, a lo que se suma el hecho de que los condicionantes estructurales acentúan la vulnerabilidad externa y no ayudan a dinamizar el crecimiento (estructura exportadora centrada mayormente en bienes primarios y caída tendencial de la productividad).

Según la Cepal, se requiere expandir el espacio de políticas para hacer frente a la desaceleración y contribuir al crecimiento económico, con medidas tanto en el área fiscal, como en la monetaria y relacionadas con la inversión y la productividad.

En materia fiscal se necesita reducir la evasión tributaria y los flujos financieros ilícitos,impulsar la adopción de impuestos a la economía digital, medioambientales y relacionados a la salud pública, y reevaluar los gastos tributarios para alinearlos hacia la inversión productiva.

En el área monetaria, se necesita promover el crecimiento económico sin comprometer la estabilidad cambiaria y de precios, mientras que en materia de inversión y productividad es imprescindible elevar la participación de los sectores intensivos en conocimientos en la estructura productiva, por medio de un papel más activo de la inversión pública y privada; reorientar las inversiones hacia los sectores de mayor dinamismo; y adoptar políticas de estímulo que tengan impactos en términos de innovación, aprendizaje y empleos de calidad.

Mundo después de la crisis

En el comunicado, la institución analiza también los cambios estructurales ocurridos en el sistema financiero internacional en los instrumentos y agentes con posterioridad a la crisis global de 2007-2008, desde la perspectiva de la región.

El informe plantea que el mercado de bonos ha ganado importancia relativa respecto al sistema bancario. También muestra que se han intensificado los niveles de concentración, interconectividad y prociclicidad. Además el nivel de endeudamiento global se generaliza y registra niveles récord (320% del PIB), en un contexto de bajo crecimiento.

Con el fin de hacer frente a estos desafíos se plantea, por una parte, ampliar y estandarizar el espectro de los indicadores de vulnerabilidad. Por otra parte, se trata de avanzar hacia una regulación macroprudencial más amplia y homogénea que abarque no solo al sector bancario formal sino a todos los agentes financieros –incluyendo el sector bancario en la sombra- así como a los distintos instrumentos, indica el documento.

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