-El título de tu último libro, “He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza”, alude al Infierno de Dante. ¿Eres pesimista sobre el destino de Chile?

-Es la sentencia que Virgilio dirige a Dante, tras detenerse ante la imponente figura de Lucifer, según el Canto XXXIV del Infierno de La divina comedia. Han descendido a su último círculo, reservado a los traidores.

El acontecer se precipita rápidamente, de cara al plebiscito de salida que ha ido adquiriendo, a medida que el país se polariza entre el Apruebo y el Rechazo, el carácter de un acontecimiento crucial para el destino de Chile. Ambas, opciones dilemáticas, ya que en cualquiera de los dos casos habrá incertidumbre y pérdida.

-De hecho, en esa parte de La divina comedia, aparecen Judas y los asesinos de Julio César. ¿Ves señales de traición oen la política nacional?

 -El punto aquí es la ruina de instituciones fundamentales, debido a la traición. Esta última es uno de los elementos constitutivos de lo que he llamado lumpenfascismolumpenconsumismo narcofascismo, cuyo rasgo principal ha sido la asimilación voluntaria, y desde dentro, de un modelo de comportamiento legitimado por la sociedad de consumo y la idolatrada libertad del mercado, consistente en la instrumentalización entre seres humanos, degradados a la condición de objetos funcionales, superfluos, prescindibles y desechables, de modo transversal.

La veleidad e inconsistencia de Boric, siempre acomodándose a las circunstancias, lo hacen proclive a la traición.

“Traición” fue la última palabra pública de Allende, antes de suicidarse. Su discurso, emitido ante la inminencia de la muerte, sólo pudo darse en virtud de una fuerza espiritual sostenida en vida, y como decantación de ésta proveniente de otro Chile, perdido, del que ha hablado cierta gente antigua.

Escuchado en retrospectiva, Allende no sólo fue capaz de ver lúcidamente el fondo de la traición antes de morir (de su partido, el PS, que lo dejó solo; de las FFAA), sino también sus proyecciones futuras, presentes tanto en el exterminio que cimentó el nuevo orden, como en las carnicerías invisibles que continuaron irradiando, a través de las formas de trato legitimadas durante la postdictadura (la industria del envilecimiento de la que ninguno de sus gobiernos se hizo cargo).

A pesar de sus errores, no dudo de la lealtad de Allende, ni de su reconocimiento en una historia anterior, que no buscó destruir, ni refundar, sino continuar de otro modo. Por todo esto, Boric y su horda NUNCA estarán a su altura, pese a sus pretensiones arrogantes de llegar a hacer lo que Allende no fue capaz de hacer.

 –En tu libro rescatas a Violeta Parra y criticas la portada de un semanario de izquierda que parodiaba su último disco. ¿Qué significado tiene para ti esa intervención?

 -En 2015, The Clinic publicó una portada esperpéntica que mostraba la cabeza de Violeta Parra con el rostro de Jovino Novoa, procesado por haber emitido boletas ideológicamente falsas. Esta intervención sólo la degradaba a ella, destruyendo su cuerpo, mutilando su identidad. Ese medio siempre fue complaciente con Nicanor Parra, dedicándole incluso un número especial. En cambio, se dio el placer de escarnecer a Violeta, muerta, de modo ignominioso.

Para mí implica un uso obsceno de su imagen, y es un ejemplo más de cómo la transgresión acabó convertida en mercancía y pasto para las masas, y en una forma de nivelación y disolución que se place en un abajismo, una frivolidad y un vacío próximos a la putrefacción y la muerte: en la línea de la voluntad destructiva desplegada con la asonada de octubre de 2019.

En consecuencia, The Clinic no debiera tener motivos para condenar la quema del Museo Violeta Parra, mientras el progresismo banal, la Primera Línea y su horda de perros, instrumentalizaban la imagen de Violeta para justificar la “revuelta popular” y sus prestigios envilecedores asociados a la vandalización y el saqueo.

-Otro escritor que mencionas es el poeta Armando Uribe y su visión del fascismo. Sin embargo, él de cierta manera apoyó el estallido social y tenía una mirada muy crítica sobre la Concertación. ¿Cuál es tu impresión?

 -En efecto, el 23 de enero de 2020, día de su muerte, apareció una entrevista de Enrique Morales Lastra a Uribe, realizada en agosto de 2011, cuyas declaraciones al respecto fueron: “(…) estamos a la vuelta de un estallido social y de una feroz represión por quienes detentan el poder del Estado para no perder sus privilegios ni su condición de élite social, económica y política. Espero que eso no suceda”. Uribe tuvo el presentimiento de la futura ocurrencia de una crisis social. Y sus declaraciones corresponden a una parte de la verdad, pero no de toda la verdad.

Esa entrevista es de gran interés, ya que presenta reflexiones que muestran a Uribe como un intelectual que pensaba a fondo la cultura de este país. Por lo tanto, aun cuando Uribe hubiese podido presentir la ocurrencia de un “estallido social”, dado su nivel cultural, dudo que haya celebrado la quema de iglesias y centros culturales, o la vandalización y el saqueo a sólo unas cuadras de su residencia. O que los haya justificado sobre la base de tal presentimiento. Pero ignoro cuál haya sido, exactamente, su apreciación en 2019.

 -¿Qué te ha parecido el texto final entregado por la Convención? ¿Aborda los temas que a tu juicio necesita el país para reencontrarse?

 -Más bien, aborda asuntos que apuntan a la disolución del país como proyecto. Sus prioridades serían las siguientes: 1. plurinacionalidad, 2. derechos de los reos (las llamadas “personas privadas de libertad”), 3. paridad de género, funcional a las otras dos. Los asuntos que pudieran rescatarse eclipsan frente a éstos.

Restringe las relaciones internacionales a América Latina y el Caribe. El Estado y las leyes concentran todos los deberes, en función de derechos casi ilimitados de quienes no son obligados a cumplir con ninguno. Domina el asambleísmo, en que la figura del Presidente es casi superflua. Presenta autonomías de todo orden, que implican un proceso de desintegración del país.

Los nuevos privilegiados serán aquellos indígenas y tribus que se reconozcan a sí mismos como representantes de la raza pura, y los reos, cuyos derechos los sitúan casi en el mismo nivel de las personas libres.

-Vas a votar Rechazo. Desde la filosofía, ¿cómo interpretas el proceso constituyente? ¿Piensas que fue una derivación del estallido social y el ahora llamado “octubrismo”?

 -Efectivamente. Para mí, el proceso constituyente fue una derivación de la asonada sediciosa de octubre de 2019, que después decantó en el llamado “octubrismo”. Este término lo introdujo Brunner para referirse a “la revuelta antisistémica del 18-O y el significado político-cultural que tiene un levantamiento violento contra el Estado, las instituciones y lo establecido” (La Tercera, 17. 10. 21).

Lo crucial es que la violencia ha recrudecido a niveles nunca vistos durante la postdictadura, y que tanto el proceso constitucional como el gobierno de Boric han terminado siendo funcionales al avance de la anomia y el crimen organizado.

No obstante, tengo una tenue esperanza de que, si llega a ganar la opción Rechazo, la mezquindad organizada y las luchas intestinas por el poder sean depuestas, a fin de superar la barbarie que originó tanto la Constitución de 1980 como la propuesta de nueva Constitución. Tal vez, a través de otra Constitución, encargada a juristas del más alto nivel cultural y espiritual (y no meros tecnócratas), capaz de hacerse cargo de la cruenta realidad del país, con una visión de largo plazo y en vistas a la paz. De lo contrario, la escalada de la violencia y el crimen organizado no podrán ser combatidos. Y Chile tendrá que vivir y morir con la conciencia de ese hundimiento radical, si tiene fuerza y valor para ello, lo cual sigue siendo dudoso para mí.

-Hay una ola de violencia creciente. No sólo en el sur y en el norte, también en Santiago, donde se ha hecho común el robo de autos y otros delitos. Se habla de bandas narcos que se han infiltrado en el país. ¿Piensas que esta tendencia criminal esconde algo más profundo?

 -Ya no es sólo una tendencia criminal, sino una realidad instalada, cuyo alcance no ha sido cabalmente dimensionado. La escalada de la violencia en el sur permanece igual a sí misma. Monsalve reconoció la presencia de cárteles internacionales en Chile, pero después dio a conocer cifras relativas a la disminución del delito.

El alcalde de Colchane, Javier García, denunció que Tren de Aragua instrumentaliza la inmigración ilegal en función del tráfico de drogas. Los ataques sufridos por los periodistas Juan Cristóbal Guarello (autor de una obra acerca de las barras bravas) y Julio César Rodríguez son testimonios visibles de una práctica que se ha tornado incontrolable.

El ex director de Gendarmería, Christian Alveal, entrevistado por Tomás Mosciatti, se refirió a los “cambios cualitativos de la delincuencia”. Según él, frente al crimen organizado caben sólo dos opciones: o “se enfrenta o se es cómplice” suyo. Sin embargo, considera que la lucha contra el crimen organizado por el Estado está siendo perdida.

En la propuesta de nueva Constitución, no aparece el término “Gendarmería”. En cambio, el “sistema penitenciario” aparece en función de los derechos de los reos.

Estos hechos configuran la imagen de un vasto proceso de disolución, obsceno, descarnado, enorme, como expreso en uno de mis trabajos, cuyo horizonte pareciera ser la destrucción como fin en sí mismo. Sus raíces últimas son difíciles de elucidar. Las imágenes que se configuran a partir de dicho acontecer muestran el avance de un proceso inconsciente, de un hundimiento colectivo en la madre terrible, en su vertiente maligna, correspondiente a la pérdida de conciencia, al avance de una instintividad sin espíritu como disolución en lo indiferenciado, deshumanización y muerte.

El lumpenfascismo y el lumpenconsumismo, como depredación y traición sin límites, y el narcofascismo como entronización del crimen organizado, consumación de la sociedad de consumo y deshumanización radical, son sus manifestaciones concretas, ante las cuales no cabe sino concentrarse en la sentencia de Virgilio a Dante, en el último círculo del Infierno: “He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza”.

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