Por Paula Comandari

Fue cuando sobrevoló Santiago, a comienzos de su mandato, que el presidente Sebastián Piñera decidió que dentro de su plan regional, había que “intervenir” las zonas con peores índices de equidad social, y aquellos lugares que en comparación con otras comunas no tuvieran espacios de esparcimiento y áreas verdes. Fue en el aire, cuando el mandatario le solicitó a la entonces intendenta Karla Rubilar y al urbanista Pablo Allard crear un proyecto que fuera escalable a todo Chile

Un tema que estuvo craneándose durante varios meses y que terminó convirtiéndose en la iniciativa “Corazones de Barrio”, intervenciones que se realizarían en zonas abandonadas para mejorar el estándar de vida de sus vecinos. Para llegar a esos lugares, el team utilizó el Indicador de Bienestar Territorial –una herramienta desarrollada por la Universidad Adolfo Ibáñez en conjunto con la Cámara Chilena de la Construcción- que detectó las nueve comunas más vulnerables de Chile, entre ellas Pedro Aguirre Cerda, en donde iba a comenzar el plan. 

La idea: crear infraestructura de alto estándar y que reúne en un solo lugar, espacios para hacer deportes o talleres, tiendas, puntos para pagar cuentas, zonas de descanso y áreas verdes, en territorios que no cuentan con estos servicios a la mano. “Los corazones de barrio quieren inyectar acupuntura urbana en aquellos barrios más necesitados, cambiando la imagen de abandono y generando cohesión social y cultura”, explica Pablo Allard, el impulsor del proyecto.

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Este primer piloto urbano que originalmente iba a lanzarse en esa comuna el 20 de octubre –es decir, dos días después del estallido social- tenía comprometido, desde el gobierno regional, un paquete de 6.000 millones de pesos para su construcción. Y prometía cambiar la crítica situación que vive Pedro Aguirre Cerda, una comuna con una gran inequidad territorial respecto a otros lugares, en cuanto a acceso a supermercados, centros de salud y ambulancias, y la cual hoy cuenta con menos de 3 metros cuadrados de áreas verdes por habitante, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, establece un piso de 10 metros cuadrados por habitante.  

En este proceso se estableció el sistema de consulta ciudadana, donde quedó establecido cuáles eran los horarios en que los adultos mayores necesitaban las salas recreativas, y a qué hora los más jóvenes. El proyecto se iba a construir justo en un sitio eriazo al frente de la población Villa Sur. Quienes viven aquí, dicen que hoy se ve de todo, desde actos sexuales en la mitad del día, drogadicción, alcohol, delincuencia, polvo y basura, en un área que es epicentro de la vida cotidiana de sus vecinos. 

“Corazones de Barrio apunta a la esencia de la desigualdad territorial, al llevar a sectores vulnerables la misma oferta de barrios más favorecidos. Ojalá la crisis social que partió como una exigencia de  más igualdad no tenga como consecuencia la postergación de un gran proyecto que apunta justamente a resolver parte de esa desigualdad”, afirma Juan Manuel Sánchez, director ejecutivo de la Corporación Ciudades, institución que colaboró con el gobierno para concretar esta iniciativa.

Pese a que hoy el plan está congelado, ya hay movimientos para empujarlo. Hoy el presidente de la Cámara Chilena de la Construcción, Patricio Donoso, se reunirá con la secretaria general de gobierno, Karla Rubilar, para saber si el proyecto aún sigue en pie, y el timing que establecerá el Ejecutivo. Fuentes de Palacio, en todo caso, dan por sentado la viabilidad de la iniciativa, sobre todo, porque existe un compromiso presidencial de llevar a cabo este corazón en una zona que ha sido olvidada por todos.

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