El diputado republicano José Meza fue uno de los más críticos con Chile Vamos, la jornada del martes, en momentos en que el bloque de centroderecha rechazó, en parte, dar un respaldo a la acusación constitucional en contra de la ministra del Interior, Izkia Siches, que promovió su partido.

Pese a esa dura postura que mantuvo durante ese hecho en la Sala de la Cámara, el propio parlamentario, en entrevista con T13.CL, comenta que pronto se dio vuelta la página. La tarde del martes, Meza apoyó un proyecto de ley impulsado por el UDI Marco Antonio Sulantay en la comisión de Deportes. “Él (Sullantay), entrando a la comisión, medio en serio y medio en broma, junto al diputado Guzmán, de Evópoli, me dijeron: ‘José Antonio nos etiquetó, porque votamos en contra de la acusación constitucional’. Les respondí: '¿Qué esperan, que no les digamos nada? Obvio que la gente tiene que saber cómo votaron. Pero eso ya pasó, ahora concentrémonos en esto y veamos cómo sacamos adelante este proyecto de la comisión’”, relata el parlamentario. Y agrega: “Nosotros rápidamente dimos por superado el episodio de la acusación constitucional y nos pusimos manos a la obra en lo que nos interesa, que es el país”.

El episodio refleja buena parte de lo que está ocurriendo por estos días en la “amplitud” de la derecha de cara al plebiscito de salida del 4 de septiembre: el Partido Republicano y Chile Vamos están alineados en tener un discurso común en la franja ciudadana. Porque, recalcan, el Congreso es un espacio acotado que no traspasa la “transversalidad” del Rechazo al texto propuesto por la Convención Constitucional.

—Dice que se superó ese episodio, sin embargo, el hecho deja a la vista los tipos de oposición que se buscan posicionar en el Congreso. ¿La acusación en contra Siches fue una oportunidad para diferenciarse de Chile Vamos?

—El Partido Republicano llegó con un talante distinto a la política y yo creo que lo que ocurrió esta semana con la acusación constitucional lo dejó demostrado. Es evidente que el Partido Republicano es distinto a la UDI y a RN. Y cada uno tiene el legítimo derecho de encontrar su camino, pero aquí hay algo clave: nosotros no hacemos estas cosas para diferenciarnos de algún u otro partido. La acusación constitucional es la forma que tenemos de hacer política, la forma que entendemos de cómo hay que hacer las cosas. Nosotros queremos compromisos del gobierno, por ejemplo, en materia de seguridad, migratoria y terrorismo. Ahí nosotros ponemos las cartas: hay distintas maneras de aproximarse a la actividad política.

—¿Se decepcionó de la UDI por la falta de apoyo a la ofensiva? Usted viene de ese partido, renunció durante el estallido social.

—Lo esperable era que ninguno de los parlamentarios de Chile Vamos nos dieran los votos en cuanto a la acusación constitucional, porque los jefes de bancada de los tres partidos (RN, UDI y Evópoli), apenas anunciamos la acusación constitucional, señalaron que no estaban disponibles, que lo encontraban apresurado, que lo consideraban un error. Lo cierto es que, llegado el momento de votar, la bancada completa de RN estuvo con nosotros y algunos de la UDI también. Yo no lo señalaría como una decepción.

—El diputado UDI Guillermo Ramírez se molestó por la presión que ustedes ejercieron por redes sociales y dijo que hacían política de la misma manera que el Frente Amplio. ¿Qué responde?

—Por mi parte me dediqué -mientras estábamos discutiendo la acusación constitucional- a retuitear muchas opiniones de diputados de Chile Vamos que yo consideraba que nos daban la razón con la acusación. De buena manera buscamos emplazarlos con sus propios dichos. Entiendo que, en el fragor de esa discusión y quizás con los ánimos un poco más calientes, el diputado Ramírez pudo haber dicho eso, pero no me lo imagino sosteniendo eso hoy.

—¿Surtió efecto la presión que ejerció José Antonio Kast en Twitter por ejemplo?

—Yo creo que pudo surtir efecto, aunque hubo muchos que anunciaron su respaldo con anterioridad. Pero aquí hay una diferencia de cómo vemos la actividad política. A todos nos encanta que nos arroben para felicitarnos, nos encantan las flores, pero cuando nos etiquetan para emplazarnos o para preguntarnos algo, ahí algunos lo consideran ilegítimo. El que no quiera estar bajo el escrutinio público, que no se dedique a la política, sino a los negocios, al deporte, a otra cosa. Pero acá en política estamos expuestos a ser cuestionados sobre todo por nuestras votaciones.

—Usted dice que no tienen una necesidad de diferenciarse con Chile Vamos, ¿pero no cree que ha tomado fuerza la llamada derecha de Javier Macaya a contrapelo de los Republicanos? Siempre se ha hablado de esta vocación de mayorías, o del equilibrio entre la influencia del tercio, a tener efectivamente el poder.

—A Javier Macaya le tengo una alta estima. Tiene un estilo propio, un estilo de hacer política que lo caracteriza, le reconozco apertura al diálogo, dispuesto a conversar, no es dogmático al momento de discutir, está dispuesto a discutir todo y también está abierto a cambiar de opinión. En ese sentido, no le veo diferencia por ejemplo a la forma que yo tengo de enfrentar la política. ¿Dónde se van a mostrar las diferencias entre la UDI y el Partido Republicano? Pienso que va a estar en qué cosas se defienden. Su estilo ha causado un remezón dentro de la derecha, un estilo que lo ha llevado a ser presidente de la UDI a contrapelo de lo que siempre había ocurrido en la UDI. Un presidente como Javier Macaya hace cuatro años era impensado en la derecha.

—¿Por qué dice que Javier Macaya genera un remezón en la derecha?

—Javier Macaya ya había intentado ser presidente de la UDI, yo lo ayudé a hacer campaña para eso. Y esa campaña fue súper a contrapelo del ala más tradicional de la UDI, él es menos allegado a las formas y más allegado al fondo. Para Javier no es importante la corbata como sí lo es para los Republicanos y es un estilo distinto. El estilo de Javier Macaya ha remecido la derecha para bien.

—¿Cómo se sostiene un acuerdo entre el Partido Republicano y Chile Vamos en la franja ciudadana si ocurren duras críticas cruzadas en el Congreso?

—Se sostiene perfectamente, es normal tener diferencias, por eso somos partidos distintos, de hecho. El punto es entender cuándo hay que dejar esas diferencias de lado para lograr acuerdos o por el bien del país. O cuándo es importante incluso recalcar las diferencias.

—Lo que ocurre en el Congreso va en paralelo entonces a la franja ciudadana...

—Por supuesto que sí.

—¿Qué opina de los diez compromisos que suscribe Chile Vamos para dar pruebas de credibilidad que están abiertos a los cambios luego del 4 de septiembre, en caso de que triunfe el Rechazo?

—Chile Vamos equivoca el enfoque, porque es la izquierda la que tiene que dar garantías de que se van a respetar los mínimos democráticos, de que no va a destruir la educación particular subvencionada. La izquierda debe dar garantías de que no va a nacionalizar los fondos de pensiones, tiene que dar garantías de muchas cosas y el gobierno tiene que dar garantías de empezar a gobernar de una vez por todas. La Moneda hoy es el comando de campaña del Apruebo; tenemos al Presidente Gabriel Boric como el jefe de campaña del Apruebo y, por lo tanto, es equivocar el enfoque haber presentado esos compromisos. Ahora, respecto a los contenidos, hay algunos que me representan, como trabajar en materia medioambiental, pero hay otros que no, por ejemplo, comprometerse con un Estado social y democrático de derechos. Yo soy un defensor del Estado subsidiario, por eso hoy le estoy pidiendo al gobierno un esfuerzo especial para proteger a las mamás con el postnatal de emergencia. Porque un Estado subsidiario no significa un Estado ausente, sino que, cuando lo necesitamos, el Estado está ahí y con fuerza. Pero cuando no lo necesitamos, se aleja para dar libertad a las personas. Los Republicanos no renunciaremos al Estado subsidiario como sí lo hizo Chile Vamos. En todo caso, es el camino que Chile Vamos hace un tiempo ya tomó, porque en su primaria presidencial escogió entre dos personas que se reconocían abiertamente como socialdemócratas; me refiero a Sebastián Sichel y a Joaquín Lavín. Y al candidato que terminaron llevando a la elección presidencial es uno que venía de la centroizquierda.

—¿Qué tanto los divide al momento de conversar el 5 de septiembre el hecho de que Chile Vamos abandone, según ustedes, el Estado subsidiario?

—El Estado subsidiario es lo que permitió el progreso de Chile en los últimos 40 años, es lo que permitió que una persona como yo, hijo de un obrero y de una temporera, y hoy sea un profesional que está trabajando codo a codo en el Congreso con personas que nacieron en una mejor cuna que la mía. Cuando yo participaba en la UDI, el Estado subsidiario era la columna vertebral de nuestras ideas, ahora, como ya no soy miembro de ese partido, no podría decirlo, pero sí es parte de la columna vertebral de lo que los Republicanos defendemos. Y, al menos nosotros, lo haremos siempre.

—¿Confía en que en la franja no se ofenderá al Rechazo de ustedes, el “a secas”, considerando diferencias como la de los diez compromisos?

—Si no lo creyéramos, no habríamos participado de una franja conjunta; no se habrían hecho los esfuerzos que nuestra directiva hizo para lograr ese acuerdo y los acuerdos implicaron dejar en claro cuáles son las cosas mínimas para uno. Así como nosotros tenemos claro los mínimos para otros. Estamos disponibles para respetar lo que Evópoli definió como medular en la esencia de este acuerdo. Yo estoy confiado de que la franja va a representar las distintas almas del Rechazo, de los que creen que hay que rechazar para convocar a una nueva Convención Constitucional hasta los que creemos que hay que rechazar para que nos centremos en las urgencias sociales y las discutamos en el Congreso. Estoy seguro de que todos nos vamos a ver representados en esa franja.

—¿Y qué esperaría en cuanto a los temas?

—En la franja hay que hablar de todo lo que sea conducente a convencer a la mayor cantidad de personas posibles para que voten Rechazo el 4 de septiembre.

—Entonces entienden que puede ocurrir que haya capítulos, por ejemplo, más dirigidos hacia “los amarillos”…

—Quienes están construyendo la franja son personas representativas de todas estas sensibilidades. Yo confío en ese trabajo y creo que será muy difícil que yo me sienta pasado a llevar con alguno de los contenidos. Si un día le hablan a los amarillos, está bien, porque son una parte del electorado. Y así como es importante hablar a ellos también lo es a ese 20% de personas que cree que hay rechazar para que sea el Congreso el que trabaje en las urgencias sociales. Todas las visiones tienen que estar representadas porque, después del 5 de septiembre, esa discusión, le guste a quien le guste, va a caer en el Congreso. Será el Congreso el que defina si se llama a una nueva elección o si se llama a un grupo de expertos, o si lo discutimos nosotros a través de una reforma constitucional. Nosotros tenemos nuestra postura, pero siempre hemos sido respetuosos de la democracia y sea cual sea la fórmula que gane, la vamos a respetar y vamos a buscar participar.

—¿Cree óptimo que José Antonio Kast no aparezca en la franja ciudadana?

—Lo importante es que todo aquello que sea conducente para que gane el Rechazo, se haga. No podemos omitir que José Antonio logró movilizar a tres millones 600 mil personas en la segunda vuelta. Es una figura importante para la política chilena, ahora, el timing lo maneja él.

—Han aparecido todos los expresidentes dando su postura de cara al plebiscito menos Sebastián Piñera, ¿cómo lo ve, se debiese pronunciar?

—Si me pongo maquiavélico, pienso que lo mejor que podría hacer el expresidente Piñera, para el Rechazo, es decir que vota Apruebo. Independiente de la opción que él manifieste, yo creo que está en todo su derecho de hacerlo. Lo que diga, la verdad, va a ser inocuo. Porque la gente hoy no está votando Rechazo por alguien en específico sino por el contenido de la nueva Constitución y por el trabajo de los convencionales, quienes le generan muy poca confianza. Si el Presidente Piñera dice que vota Rechazo, más importante que él lo diga es las razones que pueda tener. Las razones del expresidente Eduardo Frei son más importantes que el hecho de que lo diga él.

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