-La ministra Carolina Tohá pidió “tramitar el proyecto de infraestructura crítica para poder desplegar a las FF.AA. en apoyo a las estrategias de seguridad en zonas urbanas”. ¿Es una respuesta tardía?

-Esta es una operación comunicacional que ha montado el gobierno. En abril fuimos a La Moneda con otros alcaldes y negaron rotundamente que las FFAA puedan hacer tareas de seguridad urbana. Hoy el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic (RD), plantea usar a las Fuerzas Armadas hasta para entrar a un campamento. Y Tohá luego aparece apoyándolo. El nivel de contradicciones, de cambios de opinión, son infinitos. La ministra del Interior no puede evadir su responsabilidad constitucional: quien manda los proyectos de leyes es el Ejecutivo, quien le pone las urgencias es el Ejecutivo. Hoy día quien no está haciendo la pega es el Gobierno y el ministerio del Interior.

-¿Pero no crees que es un paso positivo?

-Desde luego que es un avance, pero ¿cuál es el costo que tuvimos que pagar durante un año? Se lo pidieron todos los alcaldes de todos los sectores políticos. Se lo dijimos en La Moneda. ¿Cuántos niños tienen que morir? ¿Cuántos policías asesinados tiene que haber para que la ley se tramite? Le dijimos al Presidente de la República: ¿Cuántos muertos más? ¿Era un tema de cantidad de muertos para que reaccionaran?

Yo valoro los cambios, toda la gente tiene derecho a cambiar de opinión, pero cuando el Gobierno se contradice tanto tenemos derecho a saber por qué cambiaron de opinión. Si esto fue oportunismo o por convicción. Yo creo que fue oportunismo.

-Un problema también es que las Fuerzas armadas se niegan a hacerlo porque dicen que no están preparadas, no están educadas para enfrentar a la población. ¿Qué te parece esa posición?

-Las Fuerzas Armadas en Chile son obedientes y no deliberantes. Por tanto , ellos pueden dar su opinión profesional y es muy respetable, pero la decisión final la toma el poder político. Y en Chile existen herramientas constitucionales que permiten utilizar a las Fuerzas Armadas en situaciones de emergencia. Lo hemos visto para los terremotos, lo hemos visto para los incendios y lo hemos visto en las elecciones.

Comparto ese juicio de que no están preparadas para algunas labores de cuidado de la población. Para actividades que son invasivas, por ejemplo, entrar en una población, desalojar personas, donde van a haber menores de edad, mujeres embarazadas, ahí se requiere la acción de profesionales como son las policías.

-Entiendo que fuiste a a El Salvador para conocer lo que está haciendo Bukele allá. ¿Qué impresión te dio?

-Yo tuve una invitación de algunas autoridades del gobierno para conocer algunos proyectos de El Salvador. Me fui dos días antes para poder armarme una opinión más objetiva, sin la presencia del gobierno, para ver cómo funcionaba el país.

Y la verdad es que hubo varios elementos sorprendentes. Primero, no se ven militares en las calles, se ven pocos policías. Dado el combate frontal que ha tenido Bukele con la delincuencia, uno pensaría que se iba a encontrar con policías o con militares en cada esquina. Y no. Hay muchos menos policías que en Chile.

-¿Te tocó estar en las elecciones, cómo observaste el proceso?

-El día de las elecciones, vi un país completamente normal,  con prensa libre y sin presencia militar en la calle. Un país mucho más normal que el nuestro cuando hay elecciones. Luego me tocó recorrer barrios vulnerables, con proyectos de intervención social del Gobierno del presidente Bukele. Y me sorprendió lo limpio, lo ordenado y lo respetuosa que era la gente. Eso fue antes de la visita oficial. Y luego cuando pude conversar con las autoridades, le hice una pregunta al vicepresidente, ¿cómo lo hicieron en dos años poder lograr este cambio?

El vicepresidente, que no es un hombre de derecha, porque es hijo de una persona asesinada en la dictadura militar salvadoreña, me dijo que: “este era un país que ya no funcionaba nada porque no teníamos posibilidad de hacer ninguna cosa normalmente”. Y por tanto lo que han hecho es generar una política penitenciaria en donde se encarceló a todas las bandas. Pero por sobre todo donde se dio una señal muy potente. En El Salvador el que rompe la ley, la paga.

-¿Te parece un modelo?

-Uno siempre tiene que mirar los procesos de otros países con distancia, porque no es la misma realidad de Chile, porque cada país tiene su peculiaridad.

No están en un estado policial. No hay policías en todos lados. Hablando con los ciudadanos en la calle, sin presencia del gobierno, te decían algo tan simple: “hoy día podemos caminar por la calle”. Así de brutal es el cambio.

-¿Y el tema de derechos humanos, porque organismos internacionales han criticado la situación, sobre todo en las cárceles?

-Por eso te digo que hay que mirarlo con prudencia, porque es un proceso que está en desarrollo. Pero sí te puedo decir que es un país donde hay libertad de prensa. Si hay cuatro canales de televisión abierta, tres son oposición. El día de las elecciones había una oposición muy rigurosa, presente en todos lados. Es una sociedad libre en términos de que la gente en la calle habla lo que quiere. Ahora, respecto de las detenciones, que han sido objetadas por Amnistía Internacional, es tan grande el drama que vive El Salvador que evidentemente cuando tienes que detener a miles de personas, la posibilidad que entre miles haya casos donde se cometan errores, existe. Y ocurre en las democracias más sofisticadas del mundo. No veo por qué en El Salvador no podría ocurrir.

-Hay críticos a Bukele, incluso analistas de derecha, que lo definen como populismo autoritario.

-A mí me da la impresión que la izquierda mundial tiene una vara para medir a los gobiernos de derecha y una muy distinta para medir a los gobiernos de izquierda. Yo he estado en Caracas, y he estado en San Salvador. Y la democracia salvadoreña de Bukele es infinitamente mejor que el régimen de Maduro. No tienen punto de comparación.

Lo que uno espera es que haya respeto por la experiencia salvadoreña. Porque es un país muy pequeño, muy dañado por la guerra, por gente que ha sufrido durante décadas un Estado fallido. Y después de décadas por primera vez pudo vivir en paz. Con esto  no te quiero decir que no haya que revisar, que no haya que cuestionar cosas que se puedan hacer mal. Pero hay que darle el beneficio al gobierno del presidente Bukele de desplegarse y hacer su trabajo.

-¿Qué cosas tomarías tú de la experiencia de Bukele?

-Tomaría algunas cosas de la experiencia de Bukele. Primero, la decisión de hacer acciones distintas a las que se han hecho siempre. Segundo, hacerlo siempre con respeto a los derechos humanos y al Estado de Derecho, sin duda. Tercero, es algo que el mismo presidente Bukele lo ha dicho: ¿Quién está primero en el mundo de los derechos, las víctimas o los delincuentes? Porque hoy día en nuestro país primero están los delincuentes, después están las víctimas. Y esto no es un eslogan.

En Chile los delincuentes tienen derecho a un abogado pagado por todos los chilenos. Las víctimas no tienen derecho a nada. Hay que poner al Estado al servicio de las víctimas. Esa es una decisión que tomó Bukele.

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