Aunque todavía queda mucho que aprender sobre el COVID-19, parece estar claro que afecta con mayor fuerza a las personas mayores y a quienes tienen enfermedades preexistentes como: hipertensión, diabetes o patologías cardíacas, entre otras. 

Pero en los casos más comunes, mantener un sistema inmunológico fuerte podría ser clave para combatir efectivamente a los agentes infecciosos. Es por eso, que los profesionales de la salud compartieron con El Mundo varios puntos importantes a considerar, y nosotros te los explicamos a continuación.

1. Mantener una buena alimentación

Los nutricionistas recomiendan identificar cuando estamos consumiendo alimentos para calmar la ansiedad, y entregan una serie de consejos para evitarlo y mantener un aporte nutricional saludable.

  • Planificar un menú semanal para no caer en la improvisación.
  • Respetar un horario de alimentación constante.
  • Intentar no entrar en la cocina si no vamos a cocinar o comer una de las comidas principales.
  • Elegir uno o dos espacios de la casa para las comidas y descartar el resto.
  • Privilegiar el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, carnes (de preferencia magras), pescados, huevos, lácteos y frutos secos.
  • Moderar el consumo de pan, masas dulces, bebidas azucaradas y snacks salados o dulces.
  • Sentarse en la mesa con calma, disfrutando de la comida, acompañados si es posible y aprovechar que tenemos tiempo para masticar adecuadamente.
  • Consumir al menos dos porciones de verduras (crudas o cocidas) y tres de frutas diariamente.
  • Cocinar los alimentos de forma saludable, como a la plancha, hervidos, o al vapor.
  • Hidratarse correctamente, optando por el agua como primera opción y recurriendo a infusiones, sopas frías y calientes, lácteos, jugos naturales y bebidas no calóricas para complementar.
  • Identificar el hambre emocional para ver qué la desencadena. Si es el estrés, el aburrimiento, la tristeza o la sensación de agobio, se recomienda buscar actividades que atenúen dichos estados psicológicos negativos.
  • Si se come entre comidas, recomiendan recurrir a elaboraciones saludables a base de frutas, hortalizas, lácteos y cereales.

2. Descansar lo suficiente

Las defensas se refuerzan durante el periodo de descanso habitual, por lo que es imprescindible mantener un horario constante para dormir y evitar alterarlo.

Según su etapa de desarrollo, los niños pueden necesitar más o menos horas de sueño. La Asociación Española de Pediatría establece la siguiente relación por edades:

  • Hasta los 2 años: entre 16 y 18 horas al día
  • De 2 a 3 años: unas 13
  • Desde los 3 hasta los 5 años: de 10 a 12
  • Entre los 6 y los 10 años: alrededor de 10
  • A partir de la preadolescencia: entre 8 y 10
  • Desde la adolescencia y durante la vida adulta se aconseja no bajar de 8

3. Realizar la actividad física que recomiendan las autoridades de salud

Está claro que quienes practican algún deporte de manera habitual tienen menos riesgos de sufrir las complicaciones derivadas de una infección que los que llevan una vida sedentaria. 

Realizar alguna actividad física en familia durante la cuarentena, además de ser necesario para mantener una buena salud física, también contribuye a mejorar la salud mental y puede ayudarnos a desconectarnos de la realidad y estar más activos.

4. Tener una estricta higiene personal

Por muy buen sistema inmune que tengamos, este poco podrá hacer si no da abasto al tener que lidiar con demasiados agentes infecciosos.

Si bien la OMS aclara que la higiene por si sola no es una barrera definitiva contra las enfermedades, si entrega una serie de recomendaciones para evitar el contagio de COVID-19:

  • Lavarse las manos con frecuencia con con agua y jabón, o con un desinfectante a base de alcohol, para erradicar el virus si hemos entrado en contacto con él.
  • Al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el ángulo del codo flexionado o con un pañuelo desechable que debemos botar inmediatamente en un basurero con tapa.
  • Evitar tocarse la cara, especialmente si se ha tocado una superficie posiblemente contaminada.

5. No fumar ni beber alcohol

Los fumadores, además de tener mayores dificultades para mantener un sistema inmune fuerte, corren un mayor riesgo de padecer enfermedades respiratorias. Algo que podría llegar a afectar a los niños en el mismo sentido cuando se encuentran en un ambiente de continua exposición al humo.

En cuanto al consumo de alcohol, tal y como le indicaron fuentes del Hospital Universitario de Salamanca al citado medio, su abuso va asociado a estados de inmunodepresión, que conllevan un mayor riesgo de contraer infecciones graves.

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