En el barrio más rico de Estocolmo, Östermalm, yates privados y bares flotantes abrazan el puerto.

Los bulevares adyacentes de Strandvägen, con sus filas de árboles, son la locación de algunas de las propiedades más costosas en la capital sueca, así como también de tiendas exclusivas y restaurantes.

Cerca de allí, unos ornamentados edificios del siglo XVIII ofrecen espacios para oficinas lujosas y bares de acceso exclusivo por membresía.

Este sector de la ciudad está lleno de gente con gafas de diseño, tomando el sol de otoño en las aceras. Pero encontrar a alguien que hable sin incomodarse sobre la riqueza que posee es casi imposible.

"No te voy a contar cuánto gano, porque no sé por qué debería decírtelo", me dijo Robert Ingemarsson, de 30 años, quien tiene un trabajo senior en mercadeo.

Y cuando le pregunto qué hace con su dinero, la respuesta es simple: "Lo gasto en acciones. Me gusta invertir".

Víctor Hesse, 24 años, quien está de compras en el barrio, cuenta que está a punto de embarcarse en un programa internacional de talentos para una gran marca sueca.

Cuando le pregunto sobre lo que va a ganar, me corta en seco: "Eso es información clasificada".

Las narrativas en torno a este país nórdico suelen resaltar su socialdemocracia, sus elevados impuestos y la relativa equidad en términos de ingresos si se la compara con los parámetros globales. Pero, si bien es cierto que estos estereotipos se basan en hechos, la brecha entre ricos y pobres se ha acrecentado de manera constante desde los años 90.

El 20% de la población más rica de Suecia gana cuatro veces lo que gana el 20% más pobre.

Un alto nivel de ingreso es una escarapela de éxito en muchos países, pero los suecos tienen un aversión profunda a hablar sobre el dinero que ganan o tienen.

Nuestros intentos por entrevistar a suecos jóvenes y ricos fueron infructuosos.

Extraoficialmente, todos nos hablan de sus casas enormes de fin de semana, sus yates familiares, carros deportivos y derroches de champagne en bares. Pero frente a una grabadora, esas confesiones se acallan.

"Creo que la gente pensará que estoy presumiendo, así que desafortunadamente no me siento cómodo hablando de eso", me escribe uno de ellos en un mensaje de texto.

Mensaje de texto que parece representativo del sentimiento de muchos.

Otras que habían aceptado hablar de repente estuvieron "muy ocupadas" o simplemente dejaron de responderme.

Pero, ¿por qué ocurre esto?

Mientras que hablar sobre tu buen estado económico se considera apropiado o corriente en otras partes del mundo, ¿por qué nadie en Estocolmo está orgulloso de ser rico?

El concepto de Jantelagen

Lola Akinmade Åkerström, investigadora de la cultura sueca que lleva viviendo más de 10 años en Estocolmo, señala que hablar de dinero es "un tema muy incómodo" en Suecia.

La escritora anota que jactarse de lo mucho que ganas, o incluso discutir sobre tu salario medio con un extraño, es un tema tan tabú que muchos suecos se sentirían "más cómodos hablando de sexo o de las funciones corporales" antes que de dinero.

Es una visión que comparte Stina Dahlgren, una periodista sueca quien vivió durante varios años en Estados Unidos.

"En Estados Unidos, cuando hablas de que ganas mucho dinero, la gente te felicita 'bien hecho, buen trabajo'. Pero en Suecia, si dices lo mismo, la gente va a pensar que eres un tipo raro", explicó.

"Aquí no se pregunta sobre salarios, no se pregunta sobre dinero", agregó.

Muchos analistas culturales están de acuerdo en que ese tabú puede explicarse en gran medida mediante un código de comportamiento muy arraigado entre los nórdicos, llamado Jantelagen, que promueve la idea de que nunca pienses que tú eres mejor que los demás.

"Jantelagen es una regla social no escrita que existe en Suecia y en el resto de los países nórdicos", le dijo a la BBC Akinmade Åkerström, que explora este concepto en el libro "Lagom: el secreto sueco de vivir bien".

"Se trata de no ser demasiado llamativo, no presumir innecesariamente, y es una forma de mantener a todos como iguales, al menos en buena parte. Esto elimina una fuente de estrés dentro de un entorno grupal", indicó.

Jantelagen -que puede traducirse como "la ley de Jante"- debe su nombre a una localidad que servía de escenario a la historia de ficción de un libro del escritor noruego-danés Aksel Sandemose, publicado en 1933.

Sin embargo, Stephen Trotter, un académico que ha escrito varios textos acerca del concepto mientras trabajaba en la Universidad de Glasgow, en Escocia, señaló que ese sentimiento ha existido entre los nórdicos por siglos, especialmente en las áreas rurales.

"El Jantelagen es un mecanismo de control social. No tiene que ver sólo con la riqueza, sino con no asumir que sabes más de lo que realmente sabes ni actuar más allá de lo que realmente eres", explicó.

Como un concepto que celebra la modestia y la humildad, el Jantelagen es similar a otro, conocido como el síndrome de la amapola, que está extendido en Australia y Nueva Zelanda y desprecia a quien hace ostentación de su riqueza o su estatus.

En Escocia, la gente habla de la "mentalidad del cangrejo", cuando uno de estos crustáceos trata de escapar de un cubo pero que es llevado de vuelta a su sitio por los demás compañeros cangrejos.

"Se podría decir que Escandinavia encontró una palabra perfecta para resumir esa idea mejor que nadie", dijo Trotter.

Pero él también señala que la manera en que el Jantelagen opera en Suecia y otras sociedades nórdicas está conectado con normas culturales específicas de estos países.

"Puedes charlar sobre tu cabaña en el bosque y tu sofisticado sistema de calefacción bajo piso o el enorme patio. La gente no se sorprende por eso, porque coincide con la idea que se tiene allí de cómo son las casas de descanso o veraneo", explicó Trotter.

"Pero si dices que te gastaste ese mismo dinero en dos Lamborghini, es probable que se rían de ti", añadió.

Por su parte, Akinmade Äkerstöm señala que mientras Suecia ha tratado por todos los medios de mantener su imagen global de país socialdemócrata sin clases sociales, lo cierto es que muchos suecos se rodean de personas que tienen su mismo nivel de ingresos.

Esto, anota, significa que la norma del Jantelagen se puede adaptar dependiendo de la compañía: presumir se vuelve más aceptable entre personas que ganan lo mismo o tienen el mismo estatus social.

"A puertas cerradas y con personas del mismo nivel socioeconómico se sienten más cómodos. Y pueden hablar sobre sus casas de veraneo o sus autos caros con quienes comparten el mismo estatus", explicó.

De vuelta en el barrio elegante de Östermalm, Andreas Kensen, de 33 años -que no vive en la zona pero va de compras a las boutiques de lujo-, está de acuerdo con que el concepto de Jantelagen varía según el contexto.

"A mis amigos les cuento que me he ido de viaje o también me puedo jactar de ello en redes sociales. Pero a un extraño, jamás. No es algo de lo que hablaría con quien acabo de conocer", dijo.

Problemas

Sin embargo un creciente número de suecos jóvenes y exitosos han comenzado a criticar la idea de Jantelagen. Piden, simplemente, que se pueda hablar más abiertamente sobre el bienestar económico y la riqueza.

En ese grupo está Nicole Falciani, quien tiene 22 años y comenzó a ganar dinero a través de un blog cuando era adolescente. Ahora es una influencer, con cerca de 350.000 seguidores en Instagram.

En una joyería de Estocolmo donde está realizando una sesión de fotos, a ella no se le mueve un pelo al decir que cobra cerca de US$20.000 por cada campaña que realiza. Y ese dinero se lo gasta en bolsos de marca y en viajes, después de haberse comprado un apartamento propio en el centro de la ciudad hace dos años.

"Me gustaría que la idea de Jantelagen desaparezca, sería mejor para todos los que vivimos aquí. Nuestra sociedad sería mucho más abierta si pudiésemos hablar de dinero", señala.

"Es bonito pensar que todos somos iguales. Pero eso no funciona así, porque si tu trabajas más duro que los demás deberías poder sentirte orgulloso de eso", agregó.

Cornelius Cappelen, un profesor de políticas comparadas en la Universidad de Bergen, en el suroeste de Noruega, cree que el crecimiento de las redes sociales está detrás del desdeño de los jóvenes hacia el Jantelagen.

Señala que, en particular, los bloggers y Youtubers apoyan esa clase de "individualismo rampante" que promueve el destacarse por encima de los demás. Una actitud que hasta hace poco era mucho menos prevalente en los países nórdicos que en otras naciones de Occidente, sobre todo Estados Unidos.

"Cada vez más gente dice que el término (Jantelagen) es un abuso, especialmente muchos jóvenes que dicen de manera explícita que odian esa mentalidad", indicó Cappelen.

Akinmade Åkerström también cree que las redes sociales han tenido un impacto significativo.

Para ella, desde que presumir se volvió normal en Instagram y Facebook, los suecos cuyos logros sobresalen de la media han comenzado a sentirse más cómodos a la hora de hacer público su éxito.

"En Suecia hay gente muy talentosa que evita hacer públicas sus habilidades por cuenta del Jantelagen, pero al mismo tiempo ven cómo hay gente mediocre que se jacta de sus cosas en redes con toda confianza", dijo.

"Yo creo que el Jantelagen se va a desvanecer porque estas personas que se han visto reprimidas van a pararse y decir: '¿Sabes qué? Yo soy bueno en esto'. Las redes sociales, además, te conectan con audiencias más amplias que no conocen el concepto de Jantelagen", añadió Åkerström.

La escritora cree que el Jantelagen también ha perdido popularidad debido al aumento de la inmigración.

En Suecia, el más diverso de los países nórdicos, cerca del 25% de la población nació fuera del territorio o tiene ambos padres nacidos en el extranjero.

"Lo que las otras culturas traen es la celebración del éxito, de la gente talentosa, de las habilidades", añadió.

Dos culturas

Es una teoría bienvenida por Nicole Falciani, quien nació y creció en Suecia pero tiene padres italianos.

Ella señala que siempre le resultó difícil determinar cuáles de los temas que discutía en casa o con familiares en Italia eran socialmente aceptables para hablar en la sociedad sueca.

"Creo que mejorará, porque nos estamos volviendo más europeos, tenemos más extranjeros viviendo en Suecia, quienes han traído su cultura aquí. Y tenemos muchos programas de televisión estadounidenses que no tienen instalado el concepto de Jantelagen en absoluto ", dice ella.

Sin embargo, duda que el concepto desaparezca por completo porque está "muy arraigado en la cultura sueca".

Cappelen dice que tampoco está seguro que el concepto desaparezca.

"¿Existirá en el futuro? Puede ser, pero no lo sé. Pero sí espero que el aspecto positivo, el código modesto de no ser presumido, continúe existiendo y espero que el aspecto negativo de esto, que la gente no se pueda destacar por su talento y logros, desaparezca", señaló.

Mientras tanto, algunos inmigrantes a Suecia dicen que han abrazado a Jantelagen, incluida Natalia Irribara, de 35 años, quien se mudó a Estocolmo desde Chile hace tres años.

"Creo que en Chile tenemos una sociedad realmente narcisista donde los logros son realmente importantes, como las calificaciones académicas, el deporte, ser bonita , el automóvil, la escuela, la casa", anotó.

"Para mí, la humildad es realmente importante, y lo que me gusta en Suecia es que con Jantelagen esas cosas materiales no son tan importante".

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