Nubes gigantescas, poderosos ciclones, y violentas tormentas.

Estos fueron algunos de los rasgos revelados por las primeras observaciones de Júpiter, que dejaron sin aliento a los investigadores de la NASA a cargo de la misión Juno.

"Imagínate varias tormentas, cada una del tamaño de la Tierra, tan juntas que se tocan las unas a las otras", dijo el investigador de la agencia espacial estadounidense Mike Janssen.

"Incluso en una habitación repleta de investigadores expertos, estas imágenes de remolinos de nubes despertaron suspiros".

La sonda llegó al quinto planeta del Sistema Solar el 4 de julio del año pasado. Desde entonces, hace un vuelo para acercarse al planeta gaseoso cada 53 días.

Todo lo que sabemos, en entredicho

Los datos recabados hasta ahora -y que fueron publicados por primera vez esta semana en Science y otras revistas especializadas- cuestionan todas las teorías existentes sobre el planeta, dicen los investigadores.

"Es la primera vez que nos acercamos tanto a Júpiter y estamos viendo que muchas de nuestras ideas son incorrectas y puede que hasta ingenuas", aseguró Scott Bolton, investigador principal del Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio, Texas, Estados Unidos.

Los ciclones gigantescos que cubren las latitudes más altas del planeta pudieron ser ahora observados en detalle, ya que las misiones anteriores nunca pudieron ver al planeta desde arriba y desde abajo tal y como lo logró Juno, y tampoco habían tomado imágenes en un resolución tan alta.


  • Júpiter es 11 veces más ancho que la Tierra
  • Demora 12 años terrestres en completar una órbita alrededor del Sol
  • Su composición es similar a la de una estrella: está hecho mayormente de hidrógeno y helio
  • Bajo presión, el hidrógeno entra en estado similar al de un metal

Las estructuras -algunas de cerca de 50 Km- son muy diferentes de las que se observan en los polos de Saturno, por ejemplo, y el equipo ahora tendrá que descubrir por qué.

Tampoco se sabe por cuánto tiempo se mantienen y si se disipan más rápidamente que las tormentas en latitudes más bajas.

Otra de las sorpresas que se llevaron los científicos fue la detección de una ancha banda de amoníaco en el ecuador, que va desde la parte superior de la atmósfera hasta la zona más profunda que pudo observarse, a una profundidad de al menos 350 Km.

Esta banda, dicen, podría ser parte de un sistema de circulación.

Auroras misteriosas

Varias mediciones mostraron además que el campo magnético de Júpiter es más fuerte de lo esperado (10 veces más fuerte que el campo magnético más fuerte encontrado en la Tierra) y su señal es irregular.

La irregularidad podría indicar que el sistema dinámico -la región conductora de electricidad que genera el campo- está, probablemente, en una zona no tan profunda del planeta.

Entender el campo magnético permitiría explicar las auroras brillantes de Júpiter.

Estas auroras deberían ser el resultado del choque de los electrones que se mueven por el campo magnético con la atmósfera. Pero la corrientes transportada por los electrones debería tener su propia firma magnética y Juno, al menos por ahora, no logró detectarla.

"Debo admitir que esto nos desconcertó", explicó Jonathan Nichols, de la Universidad de Leicester, en Reino Unido.

"Vemos las auroras, tenemos una idea de cómo se generan, pero cuando llega el momento de corroborarlo, no vemos la corriente que deberíamos ver".

¿Tiene o no tiene núcleo?

Otra de las fotos tomadas por Juno muestra el anillo de polvo que rodea al planeta.

"Esta es la primera imagen del anillo de Júpiter que se ha tomado desde dentro, mirando hacia afuera", señaló Heidi Becker, investigadora de la misión.

En cuanto a la gravedad de Júpiter, las teorías existentes sostienen que el planeta tiene un núcleo rocoso pequeño o directamente no tiene un núcleo.

Las mediciones de Juno hacen pensar ahora que puede ser algo intermedio: un núcleo difuso.

"Puede que haya un núcleo, pero es muy grande y quizás esté parcialmente disuelto", explicó Bolton.

Éste y otros misterios de Júpiter serán investigados a lo largo de la misión que concluye en febrero de 2018.

El próximo sobrevuelo está previsto para el 11 de julio, cuando la sonda se concentrará en la descomunal tormenta conocida como la "Gran Mancha Roja", que tiene el doble del tamaño de la Tierra y es el mayor remolino tormentoso del Sistema Solar, activo desde hace 400 años.

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