Fue el último viaje de Gardel. Y fue largo, muy largo.

Demasiado incluso para alguien ya sin vida, cuyo cuerpo iba en busca del descanso final.

Empezó con la interrupción de ese reposo en el cementerio de San Pedro, en Medellín, donde había sido enterrado el cuerpo carbonizado de Carlos Gardel tras el accidente aéreo en el que murió el 24 de junio de 1935, hace 80 años este miércoles.

Los diarios de la época ayudan a reconstruir la jornada en que el cuerpo fue removido del cementerio de San Pedro y las que le siguieron.

Llevó casi dos meses trasladar el cuerpo de Gardel desde Medellín hasta Buenos Aires.

"A las seis de la tarde (del 18 de diciembre) fue exhumado el cadáver de Carlos Gardel", se lee en la edición del 19 de diciembre de 1935 del diario colombiano El Tiempo.

"El cadáver será embalado esta noche", continúa el periódico, "para poderlo despachar a (el puerto de) Buenaventura, en el primer tren del ferrocarril del Cauca".

La exhumación

El Colombiano, diario de Medellín, da cuenta del complejo trámite burocráticopara sacar el cadáver de Gardel del cementerio local.

"Al acto precede una certificación del empleado que efectuó la inhumación; de varios médicos en que conste que el hecho no ofrece peligro; el pase de la junta de higiene; permiso especial del director departamental de higiene" (y sigue).

La noticia de la exhumación del cadáver de Gardel en la primera plana del diario El Tiempo.

"A las cinco y veinte minutos los obreros comenzaron a abrir la fosa. Una profunda emoción dominaba a los espectadores, quienes en silencio siguieron las diversas labores de apertura", dice el diario.

"El cadáver del infortunado artista se hallaba colocado en una artística caja metálica, que costeó el gobierno departamental", agrega El Heraldo de Antioquia del jueves 19 de diciembre.

"Fue descubierta apenas la tapa exterior, por lo cual no pudieron verse los restos, que se hallaban protegidos por una segunda envoltura metálica".

Antes de llevarlos, "se les colocó en una nueva caja de zinc, y ésta, a su vez, fue colocada en una de madera, para llenar los mayores requisitos higiénicos", explica el periódico.

La exhumación concluyó, cuentan las crónicas de la época, a las 23:30; el cuerpo fue trasladado a la estación de ferrocarril, esperando la partida del primer tren de la mañana.

Casi dos meses

"Hacia Buenos Aires. La travesía durará un mes", vaticinaba El Heraldo de Antioquia.

Fueron casi dos, y no todo el viaje sería en tren.

En su portada, el diario El Colombiano daba cuenta de una de las paradas que hacía la caravana con el cuerpo de Gardel en su camino hacia Buenaventura.

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Por qué se demoró tanto el viaje

Para Luciano Londoño López, erudito colombiano de la historia del tango y sus protagonistas, lo que sucedió con el viaje del cuerpo de Gardel "sirvió para que se olvidara, en la Argentina, el negociado de las carnes".

Londoño López apunta el dedo acusador, en un artículo, al tratado Roca-Runciman, sobre el comercio de carnes con Estados Unidos y Reino Unido, que había sido profundamente cuestionado, y por el que se cree que murió Enzo Bordabehere, compañero del senador Lisandro de la Torre, en el Partido Demócrata Liberal.

Bordabehere recibió el 23 de julio de 1935, en el propio edificio del Senado, tres balazos que supuestamente estaban dirigidos a De La Torre, quien había criticado el acuerdo de carnes.

Londoño López dice que el presidente Agustín P. Justo urdió una trama junto al director del diario Crítica, Natalio Botana, para desviar la atención pública del tema, extendiendo lo más posible el viaje del cadáver de Gardel y acompañando el periplo con constantes artículos periodísticos.

Es una versión que también sostiene el historiador argentino Felipe Pigna.

"Se demoró ex profeso la vuelta de sus restos durante seis meses, buscando que la apoteosis tapara lo que por razones de Estado se debía olvidar", dice Pigna en su obra "Los mitos de la historia argentina 3", donde cita Helvio Botana, hijo del director de Crítica.

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El cuerpo de Gardel sí salió en tren de Medellín; y pasó por las poblaciones de Amagá y La Pintada, cuenta el académico Luciano Londoño López, en un artículo sobre este peculiar viaje.

Pero en La Pintada fue colocado en unas berlinas, que lo llevaron hasta la localidad también colombiana de Valparaíso.

"Las berlinas eran unas busetas pequeñas rústicas que trasportaban carga y pasajeros", cuenta en una nota otro colombiano estudioso de Gardel, Jaime Rico Salazar.

Allí, en Valparaíso, comenzó la parte más insólita del viaje.

Esta copia de la partida de defunción de Gardel se encuentra en el Patio del Tango, una bar dedicado a esa música en Medellín.

Por falta de carretera, "los 20 baúles, tres cajas con sombreros y el ataúd de Gardel" fueron cargados a lomo de mula y caballos, para pasar la compleja geografía montañosa de esa zona de Colombia, cuenta Rico Salazar.

"La subida al cerro de Caramanta tenía sus propias dificultades", resalta el autor.

Sintéticamente, el El Heraldo de Antioquia del jueves 20 de diciembre de 1935, registró el arribo a la población homónima: "El cadáver de Gardel llegó a Caramanta".

De allí viajó a Marmato y Supía.

En esa localidad aparece otra vez el registro periodístico de la época, en la pluma de Luis Gómez, quien a nombre de la empresa de transporte Expreso Ribón acompañaba los restos del cantante.

Su testimonio fue publicado por El Colombiano, el sábado 21 de diciembre de 1935.

Así daba cuenta El Heraldo de Antioquia del paso del féretro por Caramanta.

"Las autoridades civiles y la sociedad de esta simpática población, me solicitaron hacer una escala en Supía, con el fin de rendir un homenaje a los restos del tanguista Carlos Gardel, los cuales llevo hacia Buenos Aires", dice.

Lo hizo, y contó cómo frente a la capilla ardiente, "los habitantes de la ciudad desfilan en gruesos grupos ante los despojos del 'Rey del Tango'".

Desde Supía el cadáver volvió a viajar en berlina hasta Pereira, donde fue montado otra vez en tren hacia Buenaventura.

"El Ferrocarril de Antioquia, como homenaje al cantor, no cobró el valor de los fletes", cuenta Londoño López.

Los vapores

El 29 de diciembre de 1935 el cuerpo del "Morocho del Abasto" llegó al puerto de Buenaventura, donde fue embarcado en el vapor Santa Mónica.

Hizo escala en Panamá, donde cambió de embarcación, al Santa Rita que cruzó el canal y lo dejó en Nueva York el 7 de enero de 1936.

Y habían pasado 20 días desde la exhumación de los restos en Medellín.

En la ciudad estadounidense fue velado por más de una semana en una casa funeraria y el 17 de enero fue nuevamente embarcado en otro vapor, el Panamerican (o Pan América, dependiendo de la fuente) hacia Buenos Aires.

A la capital argentina llegó el 5 de febrero de 1936, tras hacer escala en Río de Janeiro y Montevideo.

Un pequeño recuadro publicado ese mismo día por The New York Times pintaba el efecto de su llegada.

"Estaciones de radio llevaban su voz a cada pueblo y a través de las solitarias pampas que sus tangos hicieron famosas alrededor del mundo".

En Buenos Aires

Según el diario estadounidense en el puerto lo esperaban 20.000 personas.

Pero para el argentino El Litoral, eran 40.000, especialmente -aclara el diario- mujeres.

El diario estadounidense New York Times también se hacía eco de la llegada del cuerpo del cantante a Buenos Aires.

"En los alrededores del desembarcaderose destaca entre la concurrencia el elemento femenino, la mayor parte de las cuales ostentan ramos de flores para rendir así tributo, cuando sean desembarcados los restos de Gardel".

Según el relato del periódico, el barco atracó en el puerto de Buenos Aires al mediodía.

"En las calles (...) se había apostado cerca del portón principal la carroza fúnebre, de estilo sencillo, tirada por 6 caballos, seguida por otra destinada a las ofrendas florales".

El cuerpo viajaba en la popa, a donde se dirigió el público a ver bajar el féretro.

"La operación se llevó a cabo lentamente, en medio de un silencio impresionante y sollozos de muchas de las mujeres que lo presenciaron", dice El Litoral.

El diario cuenta que la caja que traía el ataúd, "se hallaba recubierta por el poncho que usaba Gardel para sus viajes y que tiene grabado en uno de sus ángulos el nombre y el apellido del artista muerto".

Tras una serie de trámites, comenzó la procesión hacia el Luna Park, que en esa época, como explicaba el New York Times, era "el estadio cubierto más grande de Sudamérica".

Mientras avanzaba la carroza fúnebre, de acuerdo con el relato del diario El Litoral, el público que la seguía "comenzó a entonar las canciones más difundidas de Gardel, que eran coreadas por los presentes".

Dentro del Luna Park, la capilla ardiente había sido levantada en el ring (el estadio nació como escenario para combates de boxeo).

La estatua que se yergue sobre la tumba en la que hoy descansan los restos de Gardel, en el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires.

Allí pasó la noche Gardel, antes de ser trasladado, en procesión, al cementerio de la Chacarita, donde fue enterrado en el Panteón de los Artistas.

Pero en diciembre de 1936 las autoridades resolvieron darle una doble parcela en el mismo cementerio, cuenta Simon Collier en el libro "La vida, música y época de Carlos Gardel".

Así, casi un año después, los restos de Gardel volvieron a exhumarse, para trasladarlos a algunos metros del Pantéon de los Artistas.

Frente a miles de personas el cuerpo de Gardel fue depositado en el mausoleo que tiene su estatua el 7 de noviembre de 1937.

La fantasía hecha ficción

No es mucho más lo que se sabe a ciencia cierta de este extenso viaje del cuerpo del gran cantor del tango argentino.

Hay quienes dicen que el tramo colombiano se hizo en secreto, pero eso lo desmiente Luciano Londoño López y la evidencia de los diarios de la época.

En el Patio del Tango de Medellín, un anciano cumpleañero contó que el cadáver de Gardel había pasado por su pueblo.

En el Patio del Tango, mítico reducto milonguero de Medellín, a BBC Mundo le contaron, por ejemplo, la siguiente historia.

Un hombre muy mayor, de más de 90 años, fue a celebrar especialmente un cumpleaños a ese local desde su pueblo en el interior antioqueño.

En un momento de la fiesta, comenzó a rememorar y contó que por su pueblo había pasado el cadáver de Gardel a lomo de mula.

Y que en un traspiés de uno de los animales, se soltó el ataúd, que fue a parar al fondo de su casa.

"Eso es lo hermoso de toda esta tragedia. Las leyendas. Cómo el pueblo se apoderó del cadáver de Gardel", le dijo a BBC Mundo el director de cine Carlos Palau, que este miércoles preestrena una película sobre el trayecto del cadáver de Gardel entre Medellín y Buenaventura.

La cinta se llama "La caravana de Gardel", igual que la novela de Fernando Cruz Kronfly en la que está basada.

La ficción que se hace realidad

Tanto la novela como la película buscan compensar con ficción los huecos que la realidad deja en la historia de esa travesía.

Cruz Kronfly se imagina los diálogos, devenires y percances de los hombres que tuvieron que cargar el cuerpo del "Zorzal Criollo".

Así narra el escritor, por ejemplo, parte del trayecto en mulas, dándole al animal que va a la cabeza un nombre de gran resonancia histórica: "Bolívar iba adelante, trepando las rocas cercanas a Valparaíso a través de un sendero de tierra y piedras, por lo que el cofre con la imagen de Gardel se balanceaba encima de la barbacoa".

Cruz Kronfly se imagina cómo habrían sido los detalles del viaje del cuerpo del cantante a través de la geografía del occidente colombiano.

Tal vez esa imagen se condice con lo que ocurrió en la realidad, tanto como tal vez sea cierto que tanto vaivén hizo que el cadáver cayera en el fondo de la casa del hombre que festejó su aniversario en la milonga de Medellín.

Pero no sólo ancianos cumpleañeros, escritores y directores de cine han puesto su granito de creatividad y fantasía al viaje del cadáver de Gardel.

Palau le contó a BBC Mundo que al visitar Riosucio se encontró con una placa, al lado de la catedral, donde dice que ahí se veló a Gardel.

"Después descubrí", contó el cineasta, "que la placa era muchísimo más reciente, puesta por un alcalde que hizo creer a la población (que hubo) un supuesto velorio".

Una imagen promocional de la película La Caravana de Gardel.
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