Las hermanas Anna Harp, de 27 años y Abrielle Clausing, de 21, son dos de las millones de personas que han perdido a sus seres queridos producto del COVID-19. Ellas son solo dos de los seis hermanos que perdieron a su padre el pasado 13 de enero, en Oklahoma, Estados Unidos.

Según contaron en la historia que recoge el medio estadounidense Good Morning America, su padre padecía una enfermedad pulmonar hereditaria y estuvo cuidándose del COVID-19 desde el inicio de la pandemia.

Sin embargo, Rudolph Clausing se contagió de todos modos en noviembre de 2020 y, como se esperaba por su enfermedad de base, su cuadro se complicó.

Él estuvo entrando y saliendo del hospital durante dos meses mientras luchaba contra el virus, pero ya en enero, su familia notó que no estaba bien y lo llevaron al hospital por última vez.

"Una vez que regresó, fue como, interminable, como si no hubiera buenas noticias, básicamente, como si no se estuviera recuperando. Parecía que sus pulmones estaban cansados ​​y ya no podían funcionar", dijo Harp a GMA.

Cuando les permitieron a la familia despedirse de su padre, encontraron una nota que él escribió como pudo desde su cama con la frase "It has been such a good life” (Ha sido una vida tan buena).

Con esta frase fue que las hermanas decidieron homenajear a su padre e inmortalizarla en su cuerpo. Ambas jóvenes se tatuaron estas palabras en su cuerpo, aunque una lo hizo con la misma letra de su padre y otra modificó la forma.

"Fue realmente importante para nosotros porque lo amamos mucho", explicó Harp, quien difundió la historia de su familia a través de TikTok.

"Esta era la única forma en que podíamos pensar en mostrarlo y tener este recordatorio todos los días de que él vivió una vida tan buena", añadió.

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