Un proyecto financiado por el Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA (NIAC), famoso por apoyar ideas extravagantes en los campos de la astronomía y la exploración espacial, pretende utilizar la lente gravitatoria del Sol como un gigantesco telescopio para observar los confines del cosmos y buscar en ellos biofirmas extraterrestres.

El nuevo y ambicioso plan, conocido como misión de lente gravitacional solar (SGL), puede parecer sacado de una película de ciencia ficción, pero los científicos han descubierto que es "factible con tecnologías existentes o en desarrollo activo", según un nuevo estudio publicado en el servidor de preimpresión arxiv, aún a la espera de ser revisados por pares.

El proyecto, dirigido por Slava Turyshev en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, en asociación con la Aerospace Corporation, recibió 2 millones de dólares de financiación del Instituto de Conceptos Avanzados de la agencia espacial. Hasta la fecha solo tres proyectos han pasado a recibir dicha financiación de la fase III del programa, reestablecido en 2011.

Imágenes detalladas de exoplanetas similares a la Tierra

Una misión SGL podría acercarse para ver las características de la superficie de los exoplanetas, a escalas de solo decenas de kilómetros, lo que podría proporcionar pruebas fehacientes de vida extraterrestre.

"El SGL ofrece unas capacidades que no tienen parangón con ningún instrumento óptico previsto o concebible", según el estudio. "Con sus propiedades ópticas únicas, el SGL puede utilizarse para obtener imágenes detalladas y de alta resolución de exoplanetas similares a la Tierra a una distancia de hasta 100 años luz de la Tierra, con duraciones de medición de meses, o como mucho de unos pocos años".

La propuesta: encontrar vida extraterrestre

Aunque el equipo advirtió que aún queda por superar varios retos técnicos, la misión, en lugar de lanzar una gran nave –que tardaría mucho tiempo en viajar a cualquier lugar–, prevé el lanzamiento varios pequeños cubos-satélites que se autoensamblan en el punto de la lente gravitacional solar (SGL), un viaje épico que podría durar hasta 25 años.

Una vez terminar el viaje, el SGL marca el "punto" en el que los satélites ensamblados, el Sol y un objetivo exoplanetario lejano formarían una línea recta. La idea central recae en que el campo gravitatorio del Sol magnificaría enormemente la luz del exoplaneta a su paso, permitiendo así a los satélites observar mucho más allá de lo que ha sido posible hasta ahora.

Propulsión por velas solares

Una de las grandes difuclutades del proyecto reside en que el "punto", en el que forman la línea recta, se encuentra entre 550-1000 unidades astronómicas (UA) –cada unidad equivale aproximadamente a la distancia media entre la Tierra y el Sol–, que, como señala Universe Today, se trata de una distancia tremenda, mucho mayor que las míseras 156 UA que el Voyager 1 ha tardado hasta ahora 44 años en recorrer.

Para cubrir la distancia, el equipo prevé entonces que su misión consista en un telescopio de un metro acompañado de un parasol y propulsado por velas solares que produzcan empuje mediante la captación de la radiación solar, de forma algo análoga a las velas propulsadas por el viento. 

En términos sencillos, una vela solar aprovecha las diminutas cantidades de presión de la radiación ejercida por la luz solar sobre grandes "velas" o espejos, para acelerar lentamente hasta alcanzar altas velocidades.

Primeros experimentos han sido prometedores

El uso de un impulso gravitacional del Sol es un método probado. No obstante, la tecnología nunca se ha utilizado para una distancia tan larga. 

Según Universe Today, el objeto fabricado por el hombre más rápido de la historia, la Sonda Solar Parker, utilizó precisamente esta técnica. Sin embargo, ser impulsado a 25 UA por año, la velocidad prevista a la que tendría que viajar esta misión, no es fácil. Y sería aún más difícil para una flota de naves en lugar de una sola.

Incluso si pudieran superar los obstáculos técnicos de este concepto, el equipo estimó que, en el mejor de los casos, una nave espacial tardaría al menos entre 25 y 30 años en llegar a este lejano lugar.

No obstante, si una misión de este tipo llegara a ser una realidad, podríamos ver un sistema estelar diferente sin tener que ir allí nosotros mismos, afirman Turyshev y sus colegas en su artículo. Además, si un telescopio fuera capaz de detectar vida extraterrestre, el suceso se convertiría en un hito histórico para la ciencia, lo que, para los investigadores, sería una perspectiva tentadora para lo que valdría la pena la larga espera y el esfuerzo.

"Es nuestro único medio, en un futuro previsible, para conocer detalles de los planetas hermanos exosolares como nuestro mundo", concluye el equipo.

Publicidad