Lily es una niña de seis años que, como muchos, no tenía ganas de ir al colegio. Sin embargo, su coartada extrema la tiene dando la vuelta al mundo. 

La niña decidió llenar su cuerpo de manchas rojas, para convencer a sus padres de que tenía varicela, la que -supuestamente- se la habían contagiado sus mejores amigos del colegio que se encontraban con licencia producto de esto mismo. 

Cuando sus padres le dijeron que tendrían que llevarla al doctor, Lily reconoció que se trataba de una mentira. El problema: había usado un plumón permanente, por lo que las manchas no salieron. Aunque probaron con jabón, alcohol y toallitas húmedas, no hubo caso.

Ante el fracaso de su plan, la menor fue enviada al colegio, con todas y cada una de sus falsas marcas de varicela. En el colegio, todos la miraban pensando que era contagiosa. "Tuvimos que explicarles que no era así", detalló su madre. 

 

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