Los Valles secos, ubicados en el sector oeste de Mc Murdo en la Antártida, es un lugar particular de aproximadamente 4.800 kilómetros cuadrados de extensión. Es considerado una de las maravillas naturales más singulares del mundo, sobre todo por sus bajas temperaturas y sus peligrosos vientos. 

Es la mayor zona carente de hielo de la Antártida y con estériles suelos de grava esparcida. Además, en el lugar se encuentran las “cataratas de sangre”, creadas por un altísimo flujo de óxido de hierro que la vuelve de color rojo intenso, ubicada en la lengua del glaciar Taylor.

Durante varias décadas nadie pudo llegar al lugar porque tenía un difícil acceso, pero gracias al trabajo y las expediciones de geólogos y climatólogos se entendió la condición esa zona.

En este sitio existen, hace cientos de años, lagos con superficies congelados con capas de hielo de varios metros de espesor y, de bajo de ella, agua extremadamente salada. Según Anfrix, los científicos sospecharían que los lagos contienen datos sobre cómo nació la vida en el planeta. 

Gracias a la condición de ellos, las “cascadas de sangre" se pueden alimentar de manera subterránea. Por su parte, el Río Ónix, no tiene desemboque, ya que su nivel de agua se mantiene constante mediante evaporación y se alimenta de múltiples glaciares. 

En cuanto al clima, los Valles secos no han recibido lluvia hace más de dos millones de años, según Rachel Valleta y su equipo de investigación de la Universidad de Pensilvania. 

Esto debido a factores geográficos y meteorológicos, ya que las cadenas de montañas y glaciares que forman a los valles, desarrollan temperaturas bajas y vientos catabáticos, estos últimos, son creados cuando el aire frío, en los puntos más altos de los glaciares, es arrastrado pendiente abajo solo por la gravedad. 

En consecuencia, el viento produce la evaporación de todo tipo de humedad, agua, hielo y nieve, alcanzado velocidades de hasta 320 km/h.

Valle de Mc Murdo en la Antártida.
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