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"Mi obsesión con la astrología me impedía salir de la casa"

"Mi obsesión con la astrología me impedía salir de la casa"
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Para la gran mayoría, chequear el horóscopo no es más que un pasatiempo. Pero, para algunos como Anita y Alexandra, esta afición se ha convertido en un hábito del que dependen para organizar su vida.

En 2017, las cosas dejaron de ocurrir como tenía previsto. Tenía 28 años y mis planes eran tener un trabajo, una pareja y una casa.

A principios de año tenía un trabajo y una pareja y me imaginé que luego vendría la casa.

Pero a los pocos meses, sin embargo, renuncié a mi trabajo, se terminó mi relación de pareja de 10 años y la casa... bueno, se convirtió más en un sueño que nunca.

A decir verdad, estaba hecha un lío. Mi manager fue solidaria: "Diez años es mucho tiempo para estar con alguien, más que un matrimonio, no me sorprende que estés mal", me dijo una tarde que me vio llorando sobre el escritorio.

Me envió a casa por el día y me fui con la sensación de que donde antes había certezas ahora no había nada, solo un agujero negro y un futuro incierto.

Así que empecé a entrar a internet para leer mi horóscopo.

Para mujeres "tontas"

Descubrí los horóscopos cuando tenía 12 años y vivía en el norte de Inglaterra. Disfrutaba de la sensación de orden que me inspiraban y de la versión de mí misma que reflejaban: una Leo fanfarrona y orgullosa pero también generosa y leal.

Para los 18 ya me había cansado de ellos. Leía uno o dos de tanto en tanto, pero eso era todo.

Cuando rondaba los 20, una antigua jefa me contó que, a comienzos de su carrera, trabajó inventando los horóscopos diarios para un periódico nacional.

"Son pura ficción", me dijo, cuando bromeé diciendo que me gustaban. "Hechos para entretener a mujeres tontas".

Tonta define exactamente cómo me sentía en esos días desesperados de 2017, pero necesitaba algo.

Por eso leía cuatro, cinco, seis... mi apetito parecía insaciable, y luego, como por intervención divina, me sentía mejor.

"Has estado buscando algo que te dé una respuesta", decía uno (cierto). "Estás entrando en una faceta de cambio", decía otro (muy cierto). Y yo me sentía aliviada.

Reacción

No era difícil encontrarlos: cada vez más sitios online, sobre todo aquellos enfocados en mujeres jóvenes, han empezado a publicarlos.

En Instagram han proliferado memes con cuentas dedicadas a explorar astrología.

El año pasado, cuando la revista estadounidense The Atlantic hizo un nota en profundidad sobe la cultura de los horóscopos, la astróloga Chani Nicholas dijo: "Hay algo que ha pasado en los últimos 5 años que le ha dado (a la astrología) una relevancia para esta época, que no ha tenido por 35 años. Los millennials se han apoderado de ella".

¿Por qué? Desde un punto de vista puramente práctico, la mayoría de los horóscopos son gratis, accesibles para cualquiera que tenga una conexión de internet.

Los astrólogos más conocidos tienen mucho trabajo haciendo cartas astrales.

Estas detallan el lugar exacto de los planetas en el momento del nacimiento de una persona, así como las alineaciones planetarias que supuestamente pueden influir a lo largo de su vida.

Un astrólogo puede cobrar cientos de dólares por estos servicios.

Más allá de este hecho, la periodista de The Atlantic, Julie Beck, señala que es posible que ahora estemos atravesando un período de reacción tras la era de la big data, la hiperconectividad y la ciencia dura.

Esto ha pasado antes, dice, "después del énfasis que el movimiento de la Ilustración puso en la racionalidad y el método científico en los siglos XVII y XVII, con el movimiento romántico la gente regresó a la intuición, a la naturaleza y a lo sobrenatural. Parece que estamos ante un punto de quiebre similar".

Zing Tsjen, editor del medio digital Broadly, tiene otra visión.

"No me sorprende que la gente se esté volcando al misticismo y las ciencias ocultas, incluyendo la astrología. Con la crisis de vivienda, la inseguridad laboral y la inestabilidad política, pareciera que la gente que está a cargo ya no tiene las respuestas".

"¿Qué tiene de malo entonces divertirse un poco y mirar a las estrellas en busca de guía?"

Si miras el mundo en los últimos años, verás que los altibajos de la política global han hecho que muchos jóvenes sientan inestabilidad.

Si como teoriza Zing, los tiempos inciertos estimulan el comportamiento supersticioso, no sorprende que habiendo crecido en una época de tanto cambio, algunos de nosotros sintamos la necesidad de recurrir a un poder más elevado para guiarnos.

Ciudad "mágica"

Fue cuando se mudó por trabajo a San Francisco, Estados Unidos, a sus 29 años, que Anita empezó a consultar los horóscopos.

"Siempre estuve un poco interesada", me dice, "pero nunca muy seriamente. Eran divertidos de leer, pero no creía realmente en ellos".

San Francisco
San Francisco

Sin embargo, su estadía en la costa oeste estadounidense provocó un cambio.

Anita descubrió que San Francisco era un lugar "mágico".

"La gente que conocí se tomaba muy en serio cosas como la brujería o los cristales", dice.

"Estaba trabajando en una compañía tecnológica así que no me lo esperaba, pero entre el personal, muchos hablaban del destino o de cómo las diferentes energías cósmicas afectan tu trabajo".

"En mi primera semana alguien me recomendó una app de horóscopos gratuitas y la bajé".

Propósito cósmico

Tras dos meses en San Francisco, Anita sufrió un duro golpe.

Constelaciones
Constelaciones

"A mi padre le diagnosticaron cáncer de colon", recuerda. "Mi mamá se había muerto hace cuatro años y yo sentía que mi familia aún estaba recuperándose de ese shock".

"Apenas me enteré, regresé a Reino Unido. Necesitaba estar cerca de él y de mis dos hermanas. Fue en ese período que leer horóscopos se convirtió en un hábito".

Anita se quedó en el país por tres semanas para seguir de cerca el tratamiento de su padre. El pronóstico era bueno, pero cuando se iba a dormir, la inundaba una profunda tristeza.

"Empecé a leer horóscopos. No solo los míos, sino también los de mi papá y mis hermanas. Los leía a lo largo del día, así cuando me sentía miserable respecto al futuro y lo que estaba pasando, podía encontrar un horóscopo para leer".

"El lenguaje (de los horóscopos) siempre era tranquilizador: toda referencia a tiempos duros venía acompañada de algo así como 'días brillantes en el horizonte'".

"Me daban justo la esperanza necesaria y la sensación de que había un propósito cósmico detrás de todo este dolor".

Según la psicóloga clínica Rachel Andrew, este tipo de pensamiento es frecuente en momentos de estrés o grandes cambios.

"Esto es algo que definitivamente he visto", dice. "Todos nosotros tenemos algunas supersticiones y rituales, o puede que tengamos comportamientos aparentemente irracionales, que nos hacen sentir más seguros".

Mujer
Mujer

Creer que un poder superior te protege -ya sea la suerte, el destino, Dios o las estrellas- puede darte más confianza en ti mismo y en que eres bueno en lo que estás por hacer.

"En momentos de dolor, confiar en que todo pasa por algún motivo o que todo va a salir bien puede ser útil", continúa Andrew. "Puede marcar la diferencia entre lidiar con tus sentimientos o caer en la desesperación".

Al igual que Anita, mi búsqueda comenzó en un momento en que necesitaba una dosis doble de fe. Nunca fui religiosa, pero de repente, me sentía sin ataduras. Dejé mi trabajo, estaba soltera por primera vez en mi vida adulta. ¿Qué venía después?

Al principio, este pequeño hábito parecía inofensivo. Me preocupaba todo el tiempo por cómo iba a pagar el alquiler si no encontraba trabajo como freelance, o porque nuestros amigos comunes dejaran de hablarme tras la separación. Estaba tan preocupada que la preocupación se convirtió en un dolor físico.

Podía decir incluso dónde me dolía: se había alojado en el plexo solar, cerca de mi corazón. Por eso, leer que el universo tenía un plan para mí, que mi dolor podía explicarse por un ciclo astrológico vinculado a Venus, me hacía bien.

Me hacía pensar que todo iba a salir bien, solo necesitaba continuar con mi vida.

Del interés a la obsesión

Pero para Anita, las cosas se tornaron más intensas.

"De regreso en San Francisco, me hice por primera vez una carta astral", dice Anita. "Costó US$370, pero fue como una gran revelación, que me mostró partes de mí misma que nunca antes había entendido".

"Recuerdo sentirme muy positiva al final".

La astróloga, relata Anita, le explicó durante dos horas el significado de lo que vio (la posición de los planetas en el momento de su nacimiento, etc.).

"Fue una experiencia espiritual increíble. Fue incluso un poco terapéutica".

Durante los días siguientes, Anita escuchó repetidas veces la grabación de la sesión. "El mensaje en líneas generales era que que todo iba a salir bien y me aferré a eso".

Así, empezó a prestarle más atención a las estrellas y a anotar en su calendario cuándo estas la favorecían o no.

Eso la ayudó, hasta que se convirtió en un problema.

"La primera vez decidí no ir a trabajar por algo que leí en el horóscopo. Lo racionalicé diciéndome que probablemente necesitaba un día libre", dice Anita.

En los meses siguientes, su dependencia con la astrología se intensificó. "Ocupó mi vida. Empecé a organizar mi calendario en función de las estrellas y me ponía ansiosa cuando tenía que hacer cosas que no encajaban con mi plan astral".

Con el paso de los meses, el mundo de Anita se empezó a encoger.

Encerrada en la casa

"Empecé a evitar a cierta gente porque nuestros signos podían hacernos chocar. Había días en que no salía de la casa porque no era un día prometedor. Cerraba las cortinas, encendía el televisor y esperaba que las malas noticias no me encontrasen".

En ese punto, Anita hacía sus propias predicciones utilizando calculadores astrológicas online.

"Recuerdo que una vez me negué a participar en un proyecto por el lugar en que se encontraba Mercurio. A la semana, mi manager me preguntó por qué no había empezado a trabajar. No quise admitir que era por la astrología y le dije que era porque no había tenido tiempo".

"Ella se molestó (...) y me dijo que esperaba que empezara de inmediato".

Esa noche, Anita fue a la casa y pasó horas mirando información astrológica para ver qué hacer y si todo iba a estar bien.

"A las 3 de la mañana, agotada, llamé a mi hermana presa del pánico. Lo que decía no tenía mucho sentido pero ella se dio cuenta de lo agobiada que estaba".

"Al igual que con otras cosas", explica la doctora Andrew, "es posible volverse dependiente de la astrología. Y si eso se va de las manos, el comportamiento que a uno antes lo hacía sentir mejor, puede rápidamente volverse una fuente de ansiedad".

La preocupación en la voz de la hermana de Anita fue suficiente para que ella se preguntara cómo había sido posible convertirse en esa persona.

Yo me encontré haciendo una pregunta similar en 2017. Había adquirido el hábito de leer cinco o seis horóscopos al día. Si no podía encontrar uno que me hiciera sentir mejor, me desesperaba.

Suena ridículo. Era ridículo. Pero me sentía desamparada.

"Voz amiga"

"Creo que la manía por la astrología es una señal de que algunos jóvenes sienten que no pueden confiarle nada a nadie", explica Andrew.

"La tristeza, la pérdida, la ansiedad... todas ellas son emociones importantes, y '¿quién soy yo?, ¿por qué estoy acá?' son preguntas importantes. En el pasado teníamos la religión, íbamos a la iglesia y explorábamos esas grandes ideas, pero ahora mucha gente no lo hace".

"El horóscopo es como una voz amiga que trata algunas de las grandes preguntas de la vida. Ofrece un contexto. Pero, por ello, puede ser usado de forma incorrecta".

Tras el llamado a su hermana, Anita decidió volver a Reino Unido. Tiró todas sus cartas y calendarios, aunque sigue mirando su horóscopo en internet.

Ahora está haciendo terapia para resolver su problema de ansiedad, y eso la está ayudando a manejar su dependencia de la astrología.

Yo dejé de revisar mi horóscopo desde que reorganicé mi vida. Mi carrera como freelancer resultó bien, mis amigos siguen siendo mis amigos a pesar de la separación y la sensación de miedo al respecto se fue pasando.

Me di cuenta de que tenía que dejar de depender de la astrología para manejar mis preocupaciones.

Mi sensación es que la creciente popularidad de los horóscopos está de alguna manera vinculada al hecho de que está empeorando nuestra salud mental.

Pero no porque estemos necesariamente buscando respuestas. Es más, si antes se consideraba a alguien que recurría a la astrología como débil y desesperado, ahora se ha convertido en una segunda lengua, una forma -para muchos de nosotros- de comunicar sentimientos o tendencias que antes pensamos que eran incomunicables.

Si te sientes triste por nada en particular, puede que darle un significado a tus sentimientos -porque Marte se cuadró con Venus o porque tu signo zodiacal te hace más proclive a la tristeza - no sea algo científico, o, a largo plazo, particularmente útil.

Pero, como señala Andrew, "al menos te permite poner en palabras lo que estás sintiendo".

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