Todos los focos están puestos sobre Rusia. Pero, esta vez, no tiene nada que ver con los envenenamientos de espías, la interferencia en elecciones y otros puntos de tensión con la comunidad internacional.

Es por el fútbol, el Mundial, el nuevo gran aliado de Vladimir Putin.

Aunque el presidente ruso haya reconocido que no es amante de este deporte, está entregado a la causa en el Mundial que organiza su país.

No en vano, es el escaparate perfecto para mejorar la imagen global de Rusia en un momento de aislamiento, según coinciden los analistas consultados por BBC Mundo.

La guerra en Siria, el conflicto en Ucrania, los casos de exespías envenenados en Reino Unido o la supuesta injerencia en procesos electorales de Estados Unidos y otros países son algunos de los asuntos que han ido restando apoyos a Rusia en el escenario internacional.

De ahí que, para el corresponsal de la BBC en Moscú Steve Rosenberg, el Mundial sea una oportunidad de oro para Putin.

"Es el primer día pero ya puedo revelar el ganador de este Mundial de Fútbol: Vladímir Putin", decía el periodista tras la inauguración del torneo el jueves.

El hecho de que el mayor campeonato de fútbol del mundo esté celebrándose en el país es ya toda una victoria para el Kremlin, destaca Rosenberg, y pese a que algunos críticos en Occidente han pedido un boicot, el hecho es que "sus equipos están aquí y también sus seguidores".

Un país moderno y abierto

Se espera que medio millón de personas visiten Rusia para el Mundial este mes y Putin es consciente de ello.

Tras la actuación de Robbie Williams en la inauguración del torneo en Moscú y antes de que Rusia anotara 5 goles contra Arabia Saudita en el partido inaugural, el presidente manifestaba su alegría y aprovechaba para tender la mano al mundo.

"Aquí amamos el fútbol. Rusia es un país abierto, hospitalario y amigable", defendió Putin desde su palco.

Desde la invasión de Crimea en 2014, que ocurrió poco después de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Sochi (Rusia), "los países de Occidente han centrado parte de sus políticas en aislar a Rusia y ese aislamiento ha dañado el prestigio" del país, explica el politólogo Andrew Radin, de la corporación independiente estadounidense RAND.

"El Mundial es una oportunidad para reorientar la imagen internacional de Rusia y destacar que Rusia es una sociedad moderna y desarrollada, con una historia y cultura rica".

Una de las maneras de hacerlo es precisamente abriéndose al exterior: no sólo acogiendo con la mejor de las sonrisas a los aficionados, sino invitando a artistas extranjeros, como Robbie Williams, u otras personalidades a que formen parte de la celebración, señala por su parte Alina Polyakova, experta en Rusia del Instituto Brookings.

"Todo para demostrar que Rusia es un país similar a Reino Unido, Francia o Estados Unidos, y no el régimen autoritario del que la prensa suele hablar; algo que por supuesto es. Se puede ser ambas cosas: una nación moderna y un régimen autoritario", le dice a BBC Mundo.

El evento también puede servir para mantener la popularidad de Putin puertas adentro, ante las reformas que emprende por los problemas económicos.

El jueves, el gobierno anunció que elevaría el IVA y la edad de jubilación para hombres y mujeres, una decisión impopular que había evitado tomar durante años y que se conoció a pocas horas del arranque del Mundial.

¿Un cambio?

La cuestión ahora es: ¿cambiará la posición de Rusia a nivel global gracias al Mundial? Los expertos lo ven difícil.

"No creo que esto vaya a ser un punto de inflexión (para la relación entre Rusia y Occidente)", opina Jeff Mankoff, experto en Rusia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).

"Los jefes de Estado de los principales países de Occidente no fueron a Moscú a la inauguración del Mundial, y eso creo que evidencia que la relación sigue como antes", sostiene en conversación con BBC Mundo.

Las disputas sobre la guerra en Siria, el conflicto en Ucrania, la supuesta injerencia en elecciones de todo el mundo o las sanciones a Moscú seguirán formando parte de la conversación entre las élites políticas durante el campeonato, señala Mankoff, y "volverán a la primera línea cuando haya acabado".

"Mucha gente puede quedar impresionada por la gestión rusa del Mundial, pero habitualmente esas impresiones tienen una recompensa limitada", opina por su parte Stephen Sestanovich, exembajador extraordinario en la extinta Unión Soviética y miembro del think tank Consejo de Relaciones Exteriores.

En su opinión, solo hay una manera en la que el Mundial puede propiciar un cambio: si Putin quiere realmente que se produzca y utiliza la buena atmósfera del fútbol para dar un paso atrás en los grandes conflictos.

"¿Lo hará? Ahí está la oportunidad si quiere tomarla", señala Sestanovich. "Pero no estoy seguro de que Putin sea tan creativo".

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