Si no vives en Estados Unidos o apenas has empezado a seguir el fútbol femenino durante el actual Campeonato Mundial de la FIFA en Francia, te resultará fácil identificar a Megan Rapinoe.

Es la jugadora estadounidense con el cabello pintado de color rosa y la responsable de anotar este viernes los dos goles con los que su equipo logró imponerse al equipo de Francia, con un marcador de 1-2, y clasificarse para la ronda semifinal del torneo, en la que deberán enfrentar a Inglaterra.

Su cabello colorido es apenas un mínima parte de su historia: llevando el brazalete de capitana, esta jugadora veterana de 33 años de edad ha liderado la ofensiva de su equipo a lo largo de una campaña impecable al mismo tiempo que ha estado al frente de una lucha en contra del sexismo y de la homofobia.

Dos atletas desnudas en una portada

Rapinoe es una de las deportistas de más alto perfil en el mundo que es abiertamente gay.

Ella decidió hacer pública su orientación sexual en 2012 y desde entonces ha dado la batalla: de hecho, ella y su pareja -la jugadora estadounidense de baloncesto Sue Bird- posaron desnudas el año pasado en la portada de una edición especial de la revista de deportes ESPN.

Fue la primera vez que una pareja abiertamente homosexual apareció en la portada de una de las principales revistas de deporte en ese país.

https://twitter.com/S10Bird/status/1011267980385226753

"Solamente piensen cuán lejos hemos llegado, pero además en el clima actual y en desafío ante el mismo. No es que solo somos atletas mujeres, sino que además estamos en una relación. Es increíble", le dijo Rapinoe a la revista.

Al hablar de desafío, la delantera se refería principalmente a un proceso legal que ella y otras 27 jugadoras estadounidenses habían iniciado en contra de las autoridades de ese deporte en Estados Unidos.

El grupo está demandando al órgano rector de ese deporte por discriminación de género, lo que incluye una exigencia de pago igualitario y mejores condiciones de trabajo.

El caso estadounidense es distinto de iniciativas similares en otras partes del mundo por una razón muy específica: el fútbol femenino es mucho más exitoso que el masculino en ese país.

Mientras el mejor resultado del equipo masculino se produjo en 1930, cuando quedaron en cuarto lugar, el femenino se ha coronado en tres ocasiones como campeón del mundo y ahora son favoritas para alzar el trofeo por cuarta vez en Francia. Además, suman cuatro títulos olímpicos.

También hacen más dinero. Balances financieros obtenidos por el diario The Wall Street Journal muestran que entre 2016 y 2018, el equipo femenino generó más ingresos que el conjunto masculino.

Pese a ello, a las mujeres les pagan bonos de US$5.000 por juego, mientras que los hombres reciben unos US$13.000.

"No creo que nadie pueda negar que existen desigualdades de género en este mundo, que existe una brecha salarial, que hay discrepancias en el pago", dijo Rapinoe en marzo pasado durante una entrevista en Good Morning America, uno de los programa de televisión más vistos en Estados Unidos.

"Así que para nosotras, no se trata solamente de dejar nuestro deporte en un lugar mejor y de mejorarlo para las chicas jóvenes que vendrán después", explicó.

"Pero, en general, se trata de inspirar a las mujeres alrededor del mundo para que defiendan aquello en lo que creen. Ellas tienen un aliado en nosotras. Estamos con ellas, las apoyamos y vamos a continuar este lucha por el tiempo que haga falta", añadió.

Su activismo también se extiende hasta los temas raciales.

En 2016, ella se convirtió en la primera deportista blanca en arrodillarse mientras sonaba el himno nacional, un gesto de protesta que habían empezado a realizar algunos de los jugadores de fútbol americano para denunciar la violencia policial contra las comunidades afroestadounidenses.

"Puedo entender si piensas que estoy irrespetando la bandera al arrodillarme, pero es precisamente por mi extremo respeto a la bandera y a la promesa que ella representa que he decidido manifestarme de esta manera", escribió en un artículo entonces para la página web Player's Tribune.

"Cuando me pongo de rodillas, estoy frente a la bandera con todo mi cuerpo, mirando directamente al corazón del mayor símbolo de libertad del país, debido a que creo que es mi responsabilidad -tanto como la de ustedes-: asegurarme de que todos puedan disfrutar de la libertad en este país".

En el Mundial Femenino de fútbol, Rapinoe se ha limitado a no cantar el himno, después de que la federación de Estados Unidos emitiera unas nuevas normas.

Pero eso también le ha valido ser objeto de críticas, incluyendo por parte del presidente Donald Trump, quien a inicios de esta semana calificó su gesto como "irrespetuoso".

La deportista, que respaldó la candidatura de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016, había dicho previamente que ella se consideraba a sí misma como una "protesta ambulante" en contra de Trump.

"Es una buena forma de 'mandar al carajo' cualquier tipo de desigualdad o de mal sentimiento que el gobierno (de Trump) pueda tener hacia la gente que no luce exactamente como él", le dijo Rapinoe al portal Yahoo.

"Por otra parte, que Dios nos ayude si todos nos pareciéramos a él. Da miedo. Da mucho miedo", agregó.

Rapinoe también aseguró que ella no participaría de ninguna visita que el equipo pudiera hacer a la Casa Blanca, en caso de que ganen el Mundial Femenino.

Pero esta jugadora también fija posiciones con sus pies. Es la cuarta mayor goleadora de Estados Unidos en activo con 49 goles en 157 partidos.

Dos de esos tantos fueron anotados bajo extrema presión durante el partido que el equipo le ganó a España 2-1 el lunes pasado, un encuentro que puso a prueba el temple de las actuales campeonas del mundo.

Mientras algunas de sus compañeras de equipo respiraron aliviadas, Rapinoe parecía haber estado disfrutando del ajustado encuentro.

"Espero ser muy incómoda durante todo el Mundial. Eso significa que estoy a punto. Estoy en ello. Estoy pensando. Y como grupo, creo que deberíamos acercarnos a cada juego de esa manera", dijo.

No esperen nunca ver a Rapinoe retroceder ante un reto, venga este de un oponente entusiasta o de un presidente.

 

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