El quiebre que lo catapultó. El 31 de mayo de 2016, José Antonio Kast, con 50 años, llegó a la sede de la UDI para renunciar tras 20 años de militancia. “La UDI comenzó a alejarse de su proyecto fundador. Empezamos a transar las ideas que defendíamos”, dijo entonces.
- Otros 30 militantes siguieron sus pasos, una señal de alerta para la derecha tradicional, pero no una sorpresa. Kast había intentado dos veces sin éxito presidir la UDI -en 2008 y 2010- y encabezaba una inédita disidencia contra los “coroneles” que controlaban la colectividad.
- Su partida fue el inicio de la carrera que en sólo 10 años lo llevó a La Moneda, pero también marcaría el cisma de la derecha y el surgimiento del Partido Republicano que con un tono más duro y menos abierto a los acuerdos lograría convertirse en la mayor fuerza parlamentaria del país con 31 diputados y 5 senadores.
- El fenómeno se aceleró a partir de 2019, tras el estallido social, la fallida Convención Constitucional y el reordenamiento de prioridades marcado por la inseguridad y la migración. Kast entendió antes que otros ese giro y estructuró un relato capaz de capitalizarlo.
Un diputado más. El libro Kast. La ultraderecha a la chilena, de los periodistas Amanda Marton y Felipe González, reconstruye su trayectoria y cómo pasó ser el líder de la derecha.
- Como estudiante de Derecho en la Universidad Católica a fines de los ’80, Kast se inició en la actividad política estudiantil con el peso del apellido de su hermano mayor, Miguel Kast, exministro de Odeplan fallecido en 1983.
- Anton, Alemán o el Gringo, como lo apodaban, fue dirigente del centro de alumnos, candidato a la FEUC y militante del gremialismo. Participó en la franja del Sí, en 1988.
- Tras titularse en 1991, combinó el ejercicio libre de la profesión con la empresa familiar, Cecinas Bavaria Ltda, un respaldo patrimonial que le permitiría cierta autonomía política.
- En 1996, con el apoyo de Pablo Longueira, postuló a alcalde de Buin, siendo electo concejal. En 2001 dio el salto mayor y fue electo diputado junto a una nueva camada de militantes UDI, impulsados por el fenómeno de Joaquín Lavín.
- Durante sus 16 años en la Cámara —tres períodos por Paine y uno por La Reina–Peñalolén—, Kast católico practicante y adherente del movimiento de Schoenstatt, se perfiló en los temas valóricos como el rechazo a la Ley de Divorcio y a la píldora del día después.
La rebelión interna. El 30 de mayo de 2008, Kast desafió a los coroneles (Novoa, Longueira, Chadwick y Coloma): “Mi candidatura a la presidencia de la UDI es hasta el final”.
- Hasta entonces la presidencia se definía por acuerdo a puertas cerradas y no por competencia. En las primeras elecciones internas del partido, Juan Antonio Coloma se impuso a Kast, pero éste se instaló como figura de recambio generacional. Declinó la invitación de sumarse a la mesa directiva.
- Dos años más tarde, volvería a postular sin éxito al timón de la UDI. Kast mostraba su carácter: firme en sus propósitos y dispuesto a desafiar estructuras de poder. Era crítico de las concesiones del partido, sobre todo a la derecha más liberal de Sebastián Piñera, con quien nunca se entendió.
- Las principales causas de su renuncia a la UDI fueron la negativa a darle cupo a senador en 2013 y su enfrentamiento con Jovino Novoa, factótum del partido (fallecido en 2021). Kast lo conminó el 2015 a renunciar al partido por su condena en el caso Penta.
Campañas presidenciales. Siempre rechazó la etiqueta de ultraderecha. “No lo soy. Espero que me califiquen como un candidato con sentido común”, dijo a France Presse en 2021.
- El candidato encabezó tres campañas presidenciales hasta dar con el tono y el encuadre: sentido común, orden, seguridad, migración controlada, como corazón de su relato.
- En 2017 reunió las firmas como independiente. La propuesta de hacer una zanja en la frontera -ridiculizada en su momento-, se convirtió en uno de sus símbolos. Superando los pronósticos obtuvo un 7,9% y un cuarto lugar.
- Apoyó a Piñera en la segunda vuelta, pero no participó en celebraciones ni pidió un ministerio. Su objetivo era claro: construir un partido sin subordinarse a Chile Vamos.
- En 2018 y 2019 hizo gira por universidades y en una ocasión fue funado con violencia en la U. Arturo Prat. Pero lograba cada vez más visibilidad y movilización.
- En el estallido social, Kast mantuvo una postura invariable: rechazo a las protestas, énfasis en el orden público y críticas al gobierno por no mantener el despliegue de militares. Tampoco apoyó el acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.
- En ese momento, su diagnóstico parecía minoritario, pero silenciosamente cientos de adherentes se inscribían en su movimiento. El 21 de enero de 2020, el Partido Republicano de Chile quedó legalmente constituido.
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Obstáculos y estrategias. En las elecciones de 2021 sus resultados fueron explosivos: lideró la primera vuelta con 1,9 millones de votos y un 27.9% y además su nuevo partido eligió 14 diputados y un senador.
- El candidato de Chile Vamos, Sebastián Sichel -independiente ex DC y exministro de Piñera- cometió el error de inclinarse demasiado al centro y declarar que no lo apoyaría en la segunda vuelta, lo que irritó a la derecha tradicional y Kast pasó ser el principal contendor de Gabriel Boric.
- En el balotaje, perdió con un 44% contra un 55% de Boric, en parte importante por su insistencia en la agenda valórica, como el rechazo al aborto en tres causales o el anuncio de eliminar el Ministerio de la Mujer, que lo alejó del voto femenino.
- En esta campaña reforzó su equipo femenino en el comando y centró su discurso exclusivamente en el delincuencia, migración y economía, bajo el paraguas de “un gobierno de emergencia”.
- Tampoco repitió el error de 2023, que le valió un golpe a su liderazgo: pese a que Republicanos controlaba el Consejo Constitucional repitieron los mismos errores que la izquierda en el primer proceso: falta de diálogo y sectarismo ideológico, que los llevaron a una derrota en el plebiscito.
- Con los aprendizajes anteriores, su última campaña la realizó con equipos ordenados, sin salirse del libreto, y con un hábil, y a veces agresivo, manejo de redes sociales.