Numerosas discotecas y pubs en Friburgo han empezado a impedir la entrada a los refugiados. Ya a principios de mes una piscina de Bornheim les prohibió temporalmente el acceso (una prohibición que ya ha sido levantada). ¿Pueden las empresas e instalaciones públicas realmente hacer eso? Los casos aún no se conocen al detalle, por lo que ni el portavoz del Ministerio de Justicia ni el profesor de derechos humanos consultados se aventuraron a opinar sobre si estas prohibiciones constituyen un delito de discriminación.

Alemania tiene una ley contra la discriminación federal clara que prohíbe el trato desigual basado en la raza, el origen étnico, la religión, la sexualidad, la edad o el sexo. "Las reservas contra determinados grupos étnicos nunca pueden constituir una razón para la discriminación", afirmó Christine Lüders, la jefa de la Agencia Federal de Lucha contra la Discriminación de Alemania. "La ley es clara", añadió.

Seguridad pública

A mediados de enero, la ciudad de Bornheim, a unos 20 km al sur de Colonia, anunció que iba a prohibir la entrada a los hombres de tres casas de refugiados. Las quejas de "ataques sexistas y hostigamiento contra las mujeres" iban en aumento; pero, según el concejal Markus Schnapka, no fueron capaces de identificar a los autores.

"Se produjo un intento de violación en las inmediaciones de la piscina", dijo a DW Schnapka en una declaración escrita. "Por mor de la responsabilidad respecto a la seguridad de empleados, visitantes femeninos y refugiados", los funcionarios restringieron temporalmente la entrada a los varones residentes en dichos hogares de refugiados. "Yo compararía estas medidas con las acciones tomadas en los partidos de fútbol", ejemplifica Schnapka. "En estos casos, un club entero puede ser suspendido si hay evidencia de peligro, aunque la gran mayoría de aficionados pacíficos también se vean afectados".

La zona gris

Cuatrocientos kilómetros al sur de Bornheim, algunos bares de la ciudad de Friburgo han impuesto lo que el sindicato alemán de Policía describió como "una reacción desesperada" tras las denuncias de acoso sexual por parte de hombres de apariencia extranjera. Al menos media docena de locales han cambiado sus normas de admisión, según el diario regional Badische Zeitung. Unos han restringido la entrada a los refugiados dependiendo del tipo de evento. Otros exigen a los clientes llevar una tarjeta especial que certifica que "rechazan la violencia, el sexismo y la discriminación".

"Lo que está claro es que una prohibición contra los refugiados o extranjeros no sería legal", explica a DW el responsable municipal de Asuntos Sociales, Ulrich von Kirchbach.

Cursos preventivos

Bornheim organiza seminarios de una semana para enseñar a los refugiados que el acoso sexual es inaceptable (con mucho éxito, según Schnapka). Los funcionarios de Friburgo sin embargo aún no se han reunido con los dueños de los locales para discutir las informaciones e investigar cada incidente independientemente.

Las quejas son nuevas para el gobierno de la ciudad. Según Von Kirchbach, la policía de Friburgo considera que "el incremento de la criminalidad es muy bajo en proporción al número de refugiados". "Tengo la impresión de que se está mezclando todo y eso provoca a veces que se lleguen a conclusiones también equivocadas". "Lo importante ahora calmar el debate, para abordar las cosas de otra forma".

Los funcionarios de la Agencia alemana Anti-Discriminación sospechan que ha habido otras prohibiciones similares, aunque no han transcendido. "Hemos estado observando con preocupación que, después de los terribles sucesos en Colonia, los refugiados son convertidos automáticamente en sospechosos, eludiendo las leyes anti-discriminación", dijo la jefa de la agencia, Lüders. Eso significa "abrir la puerta al racismo", concluye.

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