"Mientras ustedes renuevan su nación al igual que nosotros renovamos la nuestra, tenemos la oportunidad de renovar la 'relación especial' para esta nueva era. Tenemos la oportunidad de liderar, juntos, otra vez".

Con esas palabras, la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, invitó este jueves al gobierno de Estados Unidos a relanzar el vínculo que une a ambos países desde finales de la II Guerra Mundial y que se ha manifestado en el trabajo coordinado de los gobiernos de ambos países en numerosas áreas durante décadas.

Theresa May dijo en referencia a Donald Trump que "a veces, los opuestos se atraen".

La mandataria británica -sumida en el proceso de sacar a su país de la Unión Europea- formuló su invitación en un discurso durante una reunión de miembros del Partido Republicano en Filadelfia.

Este viernes, May se convertirá en la primera mandataria extranjera en ser recibida en la Casa Blanca por el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump. Se trata de un encuentro que suele reservarse a aliados muy próximos.

Pero, ¿de dónde viene esta "relación especial" entre dos países que una vez fueron colonia y metrópolis?

Prueba de fuego

La referencia a ese vínculo particular entre EE.UU. y Reino Unido fue acuñada por el primer ministro británico, Winston Churchill, en 1946 en un discurso que pronunció en Fulton, Misuri.

Allí, hizo un llamado a "una relación especial" entre ambas naciones que, según aseguró, podían "trabajar juntas en las tareas comunes como amigos y socios".

Franklin. D. Roosevelt y Winston Churchill se unieron en la lucha contra los nazis.

Churchill sabía de lo que estaba hablando, pues durante el transcurso de la II Guerra Mundial (1939-1945) había trabajado de forma muy cercana con el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt no solo para combatir a las fuerzas del eje formado por Alemania, Italia y Japón, sino además sentando las bases del orden mundial de la posguerra.

Durante dos años, Churchill cortejó a Roosevelt escribiéndole cartas frecuentes para solicitar armas, dinero y, al final, la participación de soldados estadounidenses en la lucha contra los regímenes fascistas.

Ambos firmaron en 1941 un documento que se conoce como la "Carta del Atlántico", en la que fijaron algunos principios comunes de cara a la posguerra y en el que se comprometían a la derrota total de los nazis.

En los años siguientes, hasta el final de la guerra, Churchill siguió trabajando con Roosevelt y, luego, con Harrry Truman dando forma al nuevo sistema internacional y en la creación del sistema de Naciones Unidas.

Crisis de Suez

En las décadas posteriores, la relación especial entre Estados Unidos y Reino Unido también tuvo sus momentos bajos.
La crisis de Suez fue, probablemente, el más evidente.

En 1956, Reino Unido envió tropas al Canal de Suez, en Egipto, sin conocimiento de Estados Unidos.

En 1956, Reino Unido y Francia enviaron tropas a Egipto para tomar el control del Canal de Suez.

La operación se realizó sin notificar a Estados Unidos, lo que enfureció al presidente estadounidense Dwight Einsehower, quien presionó a Reino Unido y consiguió que retirara a sus soldados del país.

"Reino Unido, militarmente, nunca volvió a actuar en contra de los deseos explícitos de Washington. Cada vez más vio que su influencia en el mundo se hizo más dependiente de su relación especial con Estados Unidos", comentó sobre este episodio el periodista de la BBC Gavin Hewitt.

Posteriormente, en la década de los 60, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson ejerció enorme presión sobre el primer ministro británico Harold Wilson para que enviara tropas a Vietnam.

Pese a ello, Reino Unido se mantuvo fuera.

La era Thatcher-Reagan

Con la llegada al poder de Margaret Thatcher en Reino Unido y de Ronald Reagan en Estados Unidos, en los años 80 la relación especial tuvo uno de sus momentos más significativos.

Margaret Thatcher llegó a decir que Ronald Reagan era el segundo hombre más importante de su vida, después de su esposo.

"Ellos eran almas gemelas políticas. Montaban a caballo juntos, compartían carritos de golf y exhibían su amistad.

Pero eso no evito que Thatcher se quejara a Reagan por la invasión estadounidense de la isla de Granada", señaló Gavin Hewitt.

Ambos mandatarios compartían la misma ideas económicas y políticas del conservadurismo, así como el deseo de ganar la Guerra Fría.

Thatcher llegó a decir que Reagan era "el segundo hombre más importante" en su vida, después de su esposo.

Años más tarde, Thatcher apoyaría al presidente estadounidense George H.W. Bush en su intervención para enfrentar a la Irak de Saddam Hussein por su invasión de Kuwait.

Blair y Bush van a la guerra

"Estados Unidos no tiene un amigo más verdadero que Reino Unido", dijo en un discurso ante el Congreso de Estados Unidos el presidente George W. Bush, para agradecer la visita del primer ministro británico Tony Blair al país en los días siguientes a los atentados del 11 de Septiembre de 2001.

Tony Blair, exprimer ministro británico, apoyó a George W. Bush, expresidente de EE.UU., en la guerra en Afganistán e Irak.

Y Blair seguiría allí, apoyando a Estados Unidos en la guerra de Afganistán y en la invasión de Irak de 2003 cuando, pese a las buenas relaciones que había desarrollado dentro de la Unión Europea, optó por separarse de Francia y Alemania para acompañar a su aliado transatlántico.

Las cosas no salieron bien.

La guerra se extendió por años y las supuestas armas de destrucción masiva que habían servido para justificar la invasión de Irak nunca aparecieron, por lo que las críticas que recibió Bush por esa operación militar también acabaron por manchar la imagen de Blair.

El fin o una nueva relación

Durante el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama la "relación especial" de EE.UU. con Reino Unido pareció haber quedado en el pasado.

El mandatario intentó, aunque la realidad no se lo permitió, poner el énfasis de su política exterior en la región de Asia-Pacífico.

Pero, cuando surgieron problemas en Europa como la crisis en Ucrania su primer contacto fue con frecuencia la canciller alemana, Ángela Merkel, y no el primer ministro británico, David Cameron.

En un gesto inusual, durante la campaña sobre el Brexit, Obama viajó a Reino Unido e invitó a los británicos a quedarse dentro de la Unión Europea (UE).

En abril de 2016, dos meses antes del Brexit, Barack Obama dio un discurso en Londres en el que aconsejó a Reino Unido quedarse en la Unión Europea.

A él, al igual que a todos sus antecesores, la resultaba más útil contar con Londres como un aliado fuerte no sólo dentro de la OTAN sino también dentro de la UE.

El triunfo del Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca parecen abrir una nueva etapa en la vida política de Reino Unido y de Estados Unidos.

Theresa May ha recibido críticas de sus oponentes políticos, que la acusan de lanzarse a los brazos de Trump para obtener un acuerdo comercial con el gobierno estadounidense, ante el inminente divorcio de su país de sus socios europeos.

Pero May y los partidarios del Brexit aseguran que lo que quieren es resituar a Reino Unido en la escena internacional como una nación soberana abierta al comercio global.

Queda por ver qué condiciones le pondrá Donald Trump a la primera ministra británica para insuflar nuevos aires a la vieja relación especial.

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