El ex presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi, derrocado en 2013 por el ejército, que ya fue condenado a 20 años de prisión, podría ser castigado a pena de muerte en dos procesos, cuyos veredictos serán dictados este sábado.

Mursi, acusado de espionaje y por evadirse de la prisión en dos ocasiones, es juzgado en una academia de policía situada en las afueras de El Cairo. Para su veredicto el juez debe consultar la opinión del muftí egipcio, pero la postura de la autoridad religiosa requerida por ley no es vinculante. 

El ex presidente fue derrocado en julio de 2013 por el ex jefe del ejército y actual presidente, Abdel Fattah al Sisi, tras un año en el poder.

Mursi, que en abril ya fue condenado a 20 años de prisión por incitar a la violencia para reprimir a los manifestantes opositores mientras estaba en el poder, podría ser condenado a muerte este sábado, en un momento en el que las autoridades han emprendido una dura represión contra el movimiento político del expresidente.

Activistas de derechos humanos denuncian que el gobierno de al Sisi ha sido mucho más represivo que el de Hosni Mubarak, expulsado del poder tras una revuelta popular en 2011, cuando llevaba 30 años en el poder. 

Sin embargo, el actual presidente es apreciado por la gran mayoría de población, hastiada tras cuatro años de caos interno.  

Tras la destitución de Mursi, la represión llevada a cabo por policías y soldados dejó más de 1.400 muertos, la mayoría manifestantes islamistas. Además más de 15.000 personas fueron encarceladas, la mayoría miembros de la organización Hermanos Musulmanes, a la que pertenece Mursi. 

En varios procesos cientos de personas han sido condenadas a muerte, aunque muchas de estas sentencias han sido anuladas y sólo un islamista ha sido ejecutado desde la salida del expresidente del poder. 

"Derrocar al Estado" 

En el primer proceso, el ex presidente, junto a otros 35 procesados, incluidos otros dirigentes de los Hermanos Musulmanes, están acusados de "dar informaciones de seguridad" a Irán. 

Además, están inculpados de haber espiado a favor de la organización internacional de los Hermanos Musulmanes y del movimiento palestino Hamas, con el objetivo de "llevar a cabo ataques terroristas en el país, para sembrar el caos y derrotar al Estado". 

En el segundo proceso, Mursi es responsabilizado, junto a otros 30 reos, por masivas fugas carcelarias y ataques contra la policía durante las revueltas de 2011. Entre los procesados hay decenas de palestinos y libaneses que están siendo juzgados en ausencia. 

Mursi también enfrenta cargos por haber escapado de prisión, tras haber sido detenido algunos días después de que se iniciaran las revueltas. 

Durante los levantamientos de 2011, los manifestantes protestaron por los abusos de la policía durante el gobierno de Hosni Mubarak atacando las comisarias.

Sin embargo, hoy, las fuerzas del orden han resarcido su imagen ante la opinión pública, mientras que los Hermanos Musulmanes son identificados como responsables de la violencia, aunque ellos niegan esta acusación. 

Además Morsi enfrenta otros dos procesos, uno por "desacato a un tribunal" y otro por dar información clasificada a Catar. 

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