Una historia que comenzó como una búsqueda espiritual por la salud terminó en tragedia. Karolina Krzyżak, una joven influencer polaca de 27 años, fue hallada sin vida en su habitación del resort Sumberkima Hill, en Bali, tras haber llevado al límite una dieta frutariana, basada únicamente en el consumo de frutas crudas.
Al momento de su fallecimiento, pesaba apenas 22 kilos. Su cuerpo mostraba signos evidentes de desnutrición: uñas amarillentas, dientes deteriorados y una delgadez extrema. La autopsia reveló que padecía osteoporosis avanzada y una grave deficiencia de albúmina, ambas consecuencias directas de una malnutrición prolongada.
Karolina había adoptado esta práctica desde los 19 años, en medio de una lucha silenciosa contra trastornos alimentarios y una baja autoestima persistente. En su adolescencia, había enfrentado la anorexia y, ya en su vida universitaria en el Reino Unido, se acercó al yoga y al veganismo. Su interés por la alimentación natural y saludable derivó, con el tiempo, en una visión radical que logró el efecto contrario.
Al llegar a Bali en diciembre de 2024, Karolina informó al personal del resort sobre sus requerimientos dietéticos: solo fruta cruda, servida directamente en la puerta de su habitación. Los trabajadores, acostumbrados a huéspedes con hábitos veganos, no se alarmaron de inmediato. Sin embargo, su aspecto demacrado y los huesos marcados encendieron las alertas.
Uno de los empleados relató que la joven “tenía los ojos hundidos y apenas podía sostenerse en pie”. En varias ocasiones le sugirieron buscar atención médica, pero ella se negó rotundamente, convencida de que su dieta era una forma de purificación.
Tres días después de su llegada, un amigo que no había logrado contactarla alertó al personal del hotel. Al ingresar a la habitación, la hallaron sin signos vitales. Su cuerpo estaba rígido e inmóvil. Las autoridades locales confirmaron que la causa de muerte estuvo relacionada con fallos multiorgánicos derivados de la desnutrición severa.
Según el medio "The Cut", quienes conocieron a Karolina durante su adolescencia la describen como “feliz y enérgica”, hasta que se vio atrapada por una tendencia que exalta la “alimentación limpia” pero ignora los nutrientes esenciales que el cuerpo necesita.
En redes sociales, sus seguidores se encontraban divididos. Algunos la apoyaban por su compromiso con el veganismo extremo; otros le pedían que reconsiderara sus hábitos. Sus padres le rogaron que regresara a casa, pero no lograron convencerla.
En sus últimas publicaciones, Karolina defendía su estilo de vida asegurando que la fruta era “la fuente más pura de energía” y que el cuerpo podía “sanarse a sí mismo si se conectaba con la naturaleza”.
Su historia ha encendido una alarma global sobre los riesgos de las dietas restrictivas. Si bien incrementar el consumo de frutas y verduras y disminuir la ingesta de carne aporta beneficios comprobados para la salud, los especialistas advierten que los excesos pueden resultar contraproducentes y que cualquier modificación importante en la dieta debe realizarse bajo la orientación de profesionales de la salud, especialmente aquellas que por salud, ética u otro factor, eliminan grupos de alimentos completos, pues es probable que se requiera suplementación.