En la cafetería de Gursel Kirik, los clientes engullen apresuradamente su "desayuno inglés" antes de ir a trabajar. Pero el gerente no oculta su preocupación: entre la altísima inflación y la escasez de huevos, el tradicional "breakfast" cada vez es más costoso.

Un huevo frito, unas lonchas de bacon, dos salchichas y alubias blancas acompañadas de gruesas tostadas. El Gate Grill Cafe, en el corazón de Londres, sirve esta comida tradicional por sólo seis libras (siete dólares), que deja un fuerte olor a fritura en las fosas nasales para el resto del día.

Pero el plato, apreciado tanto por los turistas como por los británicos, ha visto dispararse su precio de producción en un país donde la inflación supera el 11%. 

"Todo está subiendo", dice Kirik a la AFP mientras sirve a los trabajadores sentados a una mesa de formica. "Las facturas de electricidad, los productos que compramos", cada semana sube el precio de algo, se lamenta.

Recientemente los huevos están escasos como consecuencia de un brote local de gripe aviar que agravó las dificultades de los granjeros, ya afectados por la subida de los precios del trigo y la energía a raíz de la guerra de Ucrania.

Algunos supermercados como Lidl y Asda se anticipan a la escasez racionando las compras a dos cajas por cliente, y la cadena de pubs JD Wetherspoon cambió su menú, sustituyendo en algunos casos los huevos por pasteles de patata.

"En algún momento tendremos que cambiar nuestros precios, pero sabemos que la gente también tiene dificultades, así que ¿quién nos va a comprar si se vuelve demasiado caro?", se pregunta este restaurador de 51 años, mostrando su menú, "impreso en enero" y sin cambios desde entonces a pesar de la inflación.

"Llenar el estómago" 

La capital británica está llena de pequeños comercios como el de Kirik que sirven desayunos ingleses, tortillas y sándwiches de bacon a todas horas. Apodados "greasy spoons" (cucharas grasientas), estos cafés con una clientela muy masculina son especialmente populares entre los trabajadores que buscan a comer a precios bajos.

"Todos los días, en mi descanso, vengo a tomar un desayuno inglés", explica a la AFP Daniel Saunders, de 48 años, mientras fuma en la puerta del café. 

"Cuando trabajas en la construcción como yo, siempre estás fuera. Hace frío, llueve, hace viento... Lo único que quiero es algo caliente para llenar el estómago", dice.

"Antes era muy barato", recuerda Saunders, equipado con calzado para obras y un chaleco amarillo de seguridad. 

"Pero ahora todo sube y realmente no tengo opción, tengo que comer", añade, temiendo que se acaben los huevos, un producto "más barato que la carne" cuando tienes "dos a adolescentes a los que alimentar".

"De mal en peor" 

La ministra británica de Medio Ambiente y Alimentación, Therese Coffey, trató de restar importancia a la escasez, afirmando el jueves que todavía había "14 millones de gallinas ponedoras disponibles" en el país.

Sin embargo, la oferta ha ido disminuyendo desde que a principios de mes hubo que confinar en interiores de las aves de corral británicas. En vísperas de la temporada navideña, un tercio de los productores ya ha recortado la producción, según las asociaciones sectoriales.

Por su parte, Kirik considera que la falta de huevos es sólo una más de una lista de dificultades

Su café, abierto en 1979, ya ha capeado el Brexit, "un gran error" en su opinión, que encareció las importaciones. El local cerró después durante la pandemia y desde entonces lucha por recuperar a sus clientes.

Esta vez, no sabe si sobrevivirá a la crisis del coste de la vida y a las políticas de austeridad anunciadas por el gobierno conservador británico el jueves, que incluyen alza de impuestos y recorte de las ayudas públicas. 

"Vamos de mal en peor. Podremos seguir abriendo otros cuatro o cinco meses, pero después me temo que no tendremos más remedio que cerrar", se lamenta.

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