"Yo a la edad que tengo, todavía le tengo terror al mar. Ese día se ahogó mi hermano...tenía 15 años".

Todos los 22 de mayo Marta Medel (70 años) prende una vela en recuerdo de su hermano Pedro Pablo, quien tenía 15 años cuando las olas le arrebataron la vida. 

Pedro Pablo fue uno de los más de 2 mil fallecidos que dejó el tsunami tras el megaterremoto de magnitud 9,5 que afectó a Valdivia en 1960. El más grande que se tenga registro en la historia de la humanidad, y cuya energía liberada equivale a 20 mil bombas de Hiroshima o a 11 movimientos como el 27/F.

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Un terremoto que marcó para siempre la vida de la familia de Marta, que decidió no volver nunca más al balneario ubicado a 18 kilómetros de la capital de Los Ríos. 

Ese día domingo Marta se encontraba jugando en la playa con su hermana María, hoy de 66 años. La familia vivía en Corral, debido a que su padre era jefe del retén de aduanas. Era un día caluroso, y ambas estaban descalzas en la arena cuando la tierra se empezó a mover. "Mi padre llegó hacia nosotras, y nos vino a sacar. Pero no podíamos caminar de lo fuerte que era el temblor", recuerda. 

En cosa de minutos la familia comenzó a subir a toda velocidad hacia el cerro La Marina. La tierra aún se movía por las réplicas.

En su retina Marta tiene el recuerdo de cómo el mar comenzó a recogerse, y el fondo del mar se veía oscuro. "El mar se recogió mucho, mucho, como hasta la mitad de la bahía de Corral. Y luego se empezó a levantar una ola que se iba agrandando". 

"En mi vida se me va a borrar esa imagen, porque la ola era del porte del fuerte de Niebla, y empezó a avanzar, a avanzar. Vimos la ola caer en todo el pueblo de Corral bajo, se llevó todo, todo lo barrió. Fue terrible porque la gente se volvió loca. Todos gritaban despavoridos", señala.

Alamiro, el padre de Marta, quería bajar al pueblo a ver los daños causados por la ola. Pese a la resistencia de su esposa, también llamada Marta, descendió acompañado de su hijo mayor, en ese entonces de 15 años. 

Pero el mar volvió a recogerse, y una nueva ola azotó la bahía. Fue esta la que le quitó la vida a Pedro Pablo, quien poco antes se había separado de su padre para bajar hacia la comisaría de Corral. 

"Cuando mi padre corrió para Corral Bajo habían varados varios cadáveres y el reconoció a mi hermano por una camisa. Otras personas le dijeron a mi madre que mi hermano nadó, nadó mucho, pero después vino un palo de una casa que se había desarmado y le pegó en la frente y lo aturdió. Y se hundió", cuenta Marta. 

Su madre no permitió que el cuerpo de Pedro fuera enterrado en Corral. "Ella decía que no iba a volver nunca más a ese lugar. Pero no pasaba ningún barco, nada", rememora.

Lo que vino después fueron 72 horas de espera, en que la familia intentó por todos los medios viajar a Valdivia para dar una digna sepultura a Pedro.

Marta recuerda que durante esos días durmieron a una orilla del cadáver de su hermano, hasta que lograron una solución.

"Mi papá salió a buscar a un amigo que tenia una chalupa, de esos botes grandes con dos puntas y le pidió que lo trajera a Valdivia. Un conocido consiguió una camilla y lo pusieron en la madera del bote, y a nosotras nos acostaron ahí con mi hermano. Y cosieron una carpa encima, a la orilla del bote, para protegernos de las olas, que eran enormes. Uno no se olvida jamás, porque cuando recuerdo siento el ruido de las olas encima de esa carpa", cuenta.

Al llegar a Valdivia los estaban esperando otros carabineros y sus familias. "Nos tenían ropas, porque veníamos todos mojados. Nos dieron café, sopita".

Ya instalados, Alamiro fue en búsqueda de una urna para poder enterrar a su hijo. "Yo nunca me olvido de eso: yo no tenía idea que la persona cuando fallece estira. Y resulta que en la urna que encontraron tuvieron que doblarle las rodillas porque había estirado. Son cosas que impactan porque yo nunca había visto una cosa así".

Desde entonces que Marta no ha vuelto a andar en bote, y rara vez visita el mar. Volver a Corral no es una opción. De Pedro casi no quedaron fotografías, porque casi todo se lo llevó el mar. Salvo esta imagen que fue encontrada recientemente por un familiar. 

 

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