Adidas, Nike, Dr Martens, Converse y otras 170 empresas de la industria del calzado le han mandado una insólita carta al presidente Donald Trump.

En la misiva, publicada este lunes, las compañías instaron al mandatario a reconsiderar sus aranceles a los zapatos fabricados en China, al estimar que la política puede resultar "catastrófica" para "empresas, consumidores y la economía estadounidense en general".

La carta abierta llega poco más de una semana después de que Washington impusiera nuevos aranceles por más US$200.000 millones a productos importados de China, que incluyen todo tipo de calzado, desde zapatillas hasta sandalias.

"En nombre de nuestros cientos de millones de consumidores de calzado y cientos de miles de empleados, le pedimos que detenga inmediatamente esta acción", indicaron.

Según la agencia Bloomberg, si bien la industria del calzado ha alejado su producción de China por diversos factores en los últimos años (entre ellos, el aumento de los salarios, las cambiantes políticas comerciales y el desplazamiento de las fábricas a EE.UU. y Europa), el país asiático sigue siendo un gigante en la fabricación de zapatos.

¿Qué pierde la industria del calzado en la guerra comercial?

Las compañías de calzado que firmaron la carta, entre las que también se encuentran Puma y Clarks, afirman que ya pagan un arancel alto para importar sus zapatos a Estados Unidos, por lo que ahora podría ser mayor.

Si bien los aranceles promedio de Estados Unidos para el calzado son del 11,3%, en algunos casos puede alcanzar un nivel tan alto como el 67,5%.

"Agregar un aumento de impuestos del 25% por encima de estos aranceles significaría que algunas familias estadounidenses trabajadoras podrían pagar casi el 100% de los aranceles sobre sus zapatos", escribieron las compañías.

"Es hora de poner fin a esta guerra comercial", añadieron.

¿Quién paga por los aranceles?

Trump ha asegurado en repetidas ocasiones que será China quien pague por ellos, pero su asesor económico, Larry Kudlow, admitió la semana pasada que son las empresas estadounidenses las que, en realidad, pagan los impuestos sobre los productos traídos de China.

Pero de acuerdo con diversos expertos, es muy probable que estos costos adicionales se transfieran a los consumidores estadounidenses en forma de precios más altos.

Economistas del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, la Universidad de Princeton y la Universidad de Columbia calcularon que las tasas impuestas el año pasado a una amplia gama de importaciones, desde acero hasta lavadoras, cuestan a las empresas y consumidores de EE.UU. unos US$3.000 millones mensuales en impuestos adicionales.

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