Todo lo que sube tiene que bajar. Es una inexorable ley de la física que ahora muchos se preguntan si también se aplicará a la economía de Estados Unidos.

Mientras el crecimiento mundial se ralentiza y las bolsas de valores de referencia caen ante el temor por los efectos de la guerra comercial entre Washington y Pekín, crece también la duda de hasta cuándo durará la expansión económica estadounidense, la más larga de su historia tras sumar 120 meses de crecimiento.

Las perspectivas globales no son positivas. Dondequiera que miren los economistas encuentran nubes en el horizonte.

China crece a su ritmo más lento en 17 años y esta semana se supo que el PIB de Alemania se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre del año. El de Reino Unido retrocedió un 0,2%, ayudado por la confusión que rodea al Brexit.

Este miércoles, el índice Dow Jones de Wall Street cayó 800 puntos (un 3,05%, el mayor descenso durante un mismo día registrado en lo que va de año). El índice Standard & Poor's 500 bajó 2,93% y el Nasdaq retrocedió un 3,02%.

En Europa, el FTSE 100 de Londres cayó un 1,4%, el Dax de Alemania un 2,2% y el Cac 40 francés un 2,1%.

En el caso de EE.UU., hay otro elemento que se suma a las inquietudes: la inversión de la llamada curva de rendimientos o "curva de yield".

Este fenómeno se plasma en el hecho de que los bonos del gobierno de EE.UU. con dos años de vencimiento tienen ahora un rendimiento superior al de los bonos a 10 años.

Esta situación se interpreta como una señal de que los inversores prefieren los retornos asegurados por tener un bono a más largo plazo y están preocupados por las perspectivas a corto plazo de la economía.

Según economistas de la Reserva Federal de EE.UU., "los períodos con una curva de rendimiento invertida son seguidos de manera confiable por desaceleraciones económicas y casi siempre por una recesión".

Sin embargo, hay otros elementos que permiten poner en duda los augurios de que la primera economía del mundo se encamina a una crisis económica.

BBC Mundo te cuenta cuáles son.

1. Desempleo bajo mínimos

La tasa de desempleo no es uno de los primeros factores que permiten avizorar la llegada de una recesión. Usualmente, cuando el empleo empieza a caer, la crisis ya ha comenzado.

Sin embargo, se le considera como un factor bastante confiable para determinar la ocurrencia de estos fenómenos, ya que el desempleo suele dispararse en una recesión y en épocas de crecimiento no suele aumentar mucho.

En estos momentos, la tasa de desempleo en EE.UU. se sitúa en el 3,7%, lo que la coloca en su nivel más bajo en casi 50 años.

Muy vinculado con este factor está el empleo temporal. Se trata de un elemento importante ya que, por su propia naturaleza, las empresas llenan o vacían este tipo de posiciones con facilidad y rapidez atendiendo a sus circunstancias y expectativas.

Sin embargo, hasta junio de este año, este indicador de empleo temporal se hallaba cercano a su récord histórico, aunque había dejado de crecer.

Por si fuera poco, la tasa de desempleo no solamente se encuentra baja, sino que muestra una tendencia descendente.

Según un análisis del Instituto Brookings, cuando esto ha ocurrido a lo largo de la historia, existe menos de un 10% de probabilidades de que ocurra una recesión durante los doce meses posteriores.

2. Consumidores confiados y activos

Una economía como la estadounidense depende en gran medida de la actitud de los consumidores. Si la gente deja de gastar, es muy difícil que su PIB crezca.

Por eso, un indicador relevante es la marcha de las ventas minoristas, pues cuando el gasto se reduce mucho es porque probablemente ya hay una recesión en marcha.

Según cifras del Departamento de Comercio de EE.UU., las ventas al por menor crecieron el pasado julio un 0,7%, sumando así un crecimiento de 3,4% interanual.

La noticia fue bien recibida por quienes temían una desaceleración del consumo en el país.

Estas compras suelen relacionarse con las expectativas que tienen las personas sobre su situación económica personal y la economía en general.

Vinculado con esto, los índices de confianza del consumidor son otro elemento relevante a la hora de pronosticar la llegada de una recesión.

Aunque este indicador puede sufrir grandes variaciones entre un mes y otro, su tendencia a largo plazo es la que resulta reveladora.

Así, por ejemplo, un estudio de economistas de Morgan Stanley concluyó recientemente que una caída del 15% interanual en el índice elaborado por la Conference Board y la Universidad de Michigan es un elemento que permite predecir de forma confiable una recesión.

Atendiendo a este criterio, se puede decir que la economía estadounidense se encuentra en buen estado, ya que la confianza de los consumidores se encuentra prácticamente igual que hace un año.

3. La Reserva Federal y las tasas de interés

Cuando en el otoño de 2007 empezó la llamada "Gran recesión", la crisis económica global derivada de la burbuja inmobiliaria en EE.UU., las tasas de interés fijadas por la Reserva Federal (FED) se encontraban en 5,25%.

15 meses más tarde, en diciembre de 2008, esa tasa había sido reducida por primera vez en la historia a 0%, como parte de un intento del banco central estadounidense de estimular la economía.

La Reserva Federal mantuvo ese tipo de interés hasta finales de 2015, cuando comenzó a subirlos progresivamente hasta llevarlos al 2,5% en diciembre de 2018.

El pasado mes, y en lo que se considera como una jugada preventiva, la FED decidió bajar los intereses nuevamente apenas un cuarto de punto para colocarlos en 2,25%.

Algunos economistas estadounidenses criticaron la decisión señalando que las tasas de interés estaban aún muy bajas, muy lejos de aquel 5,25% de 2007, y que en los niveles actuales la FED tendrá poco margen de maniobra para estimular la economía si llega una recesión.

El presidente estadounidense, Donald Trump, y su asesor económico Peter Navarro estuvieron entre quienes criticaron la decisión de la FED, pero no por haber bajado los intereses sino porque su reducción era muy pequeña.

La Casa Blanca argumenta que es necesario cortar un punto porcentual completo para ser más competitivos ante otros países como los de la zona euro, donde las tasas de interés aún se mantienen en el histórico 0%.

En el actual contexto internacional y tras la reciente decisión de China de devaluar su moneda, al gobierno de Trump le preocupa que el diferencial en las tasas de interés mantenga el dólar muy alto en comparación con otras monedas, restándo así competitividad a las exportaciones estadounidenses.

Sin embargo, que la FED aún tenga unas tasas de interés de 2,25% mientras en la zona euro son de 0% implica que, en caso de riesgo de una recesión, EE.UU. cuenta aún con la posibilidad de bajar los tipos para estimular la economía e intentar evitar la crisis.

En un mensaje publicado este jueves en Twitter, Trump manifestó su optimismo en relación con la situación económica de su país.

"Estados Unidos es ahora, con diferencia, la economía más grande, más fuerte y más poderosa en el mundo", escribió.

"Mientras otros se tambalean, nosotros solo nos ponemos más fuerte. Los consumidores están en mejor situación que nunca, llenos de efectivo", agregó.

En el actual contexto internacional, sin embargo, la posición del mandatario estadounidense puede resultar un tanto excesiva.

Como señala Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington, "creer que Estados Unidos se puede mantener a flote si la economía mundial se hunde es una apuesta arriesgada".

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