-¿Qué te parecieron las propuestas del oficialismo para cambiar el texto constitucional, le ponen presión a la derecha?

-Me parece que son puras generalidades. Aquí hay un mal texto y lo que han prometido es ponerle parches a algo que no funciona y, peor aún, parches que no sabemos cuáles son. Yo esperaba algo mucho más detallado. Hay cosas críticas en la propuesta de la Convención como la eliminación de la iniciativa exclusiva del Presidente, cambiada por este sistema de presión política a través de los parlamentarios con la concurrencia presidencial en materia de gasto fiscal; el fin del Senado, y un sistema político que no disipa los riesgos del autoritarismo. Y este acuerdo no dice nada sobre eso. Por lo tanto, tengo la sensación de que es un documento por cumplir. Lo difuso del acuerdo solo ratifica la tesis: que el texto es malo y que ni siquiera saben como arreglarlo. Es una tragedia.

-En todo caso, el acuerdo elimina la atribución de presentar mociones parlamentarias que irroguen directamente gastos al Estado.

-Pero imagínate por un minuto que le hubieran entregado una pistola cargada a los parlamentarios a cambio de una promesa de que no van a usar la pistola. Lo que está pasando acá es que ellos dicen que lo van eliminar, me gustaría ver qué parlamentario en los próximos dos años va a votar la eliminación de ese poder que va a tener de presionar al Presidente de la República para aumentar el gasto.

Hubo una mayoría de izquierda, que hizo y deshizo lo que quiso en el texto constitucional. Y a la vuelta de la esquina, desesperados a tres semanas de una elección, lo que está haciendo es tratar de pegar puntas que no  se pueden pegar. La tesis de esta constitución no es ni de Bassa ni de Atria. Fue construida en algún oscuro subterráneo del PC, con esta idea de la cámara única todopoderosa, que es un golpe blanco a la democracia.

-¿Por qué crees que el PC logró imponer su visión? ¿Cuál sería el objetivo estratégico?

-La Convención fue una comedia de equivocaciones. A través de este autoritarismo que ha impuesto el PC, la izquierda lo que va a hacer es que el país viva años de incertidumbre y dejarlo servido a un dictadorzuelo de derecha o izquierda, que tome este instrumento  constitucional fallido, y que pueda administrar al pais a su antojo.

-¿Cómo ha sido tu inserción en el Rechazo, por qué no estás en el comando?

-Voy a ser bien transparente: no me he insertado en nada. Llegué de vuelta a Chile y me he reconectado con la universidad. Mi intención nunca ha sido participar políticamente en ningún tipo de comando. Lo que estoy haciendo es dar mi opinión como excandidato, exministro y como ciudadano respecto del texto constitucional.

-¿No te han invitado al comando del Rechazo?

-He tenido conversaciones, pero nunca fue mi intención ingresar y así lo dejé claro desde el primer minuto.

-¿Cómo quedaron las relaciones con los partidos de la derecha después de la derrota en segunda vuelta?

-Obviamente siempre en una elección hay situaciones complejas, pero creo que el bien mayor hoy día es que gane el Rechazo. Este Rechazo es mucho más que le derecha. Esa es la tristeza del Apruebo: que es menos que la izquierda.

-A partir del 5 de septiembre, si gana el Rechazo, ¿propones una nueva Convención, un comité de expertos u otra alternativa?

-El punto de partida es un nuevo texto constitucional. Como aquí estamos en un tironeo, como barras bravas entre uno y otro texto, tenemos que evitar lo que ha pasado en el mundo, que es la polarización, que está volviendo estúpida a la política. El camino tiene que ser: aquí no hay derrotados, sino que se abre una nueva oportunidad de iniciar un proceso constitucional. Debe haber un plebiscito que determine una convención nueva o el Congreso como órgano constituyente u otra alternativa. Y una salida que sea la aprobación ciudadana  del texto propuesto.

-¿Estarías dispuesto a ser candidato de nuevo?

-Creo que en los minutos que está viviendo Chile, la gente que anda lanzando candidaturas está como fuera de época. Acá se están jugando los próximos 30 años, no una elección en el corto plazo. Hay que preocuparse de que la forma jurídica que tome el Estado sea lo suficientemente robusta para protegernos del autoritarismo.

-¿No te sentirías más comodo quiza en Amarillos?

-Yo soy independiente, de centro liberal, y creo que con la centro derecha se puede construir un proyecto colectivo para hacer reformas en Chile, pero hay un mundo de centro derecha que tiene que resolver si va a caer en la tentación populista o no.

-Te tomaste un tiempo de descanso, de reflexión, ¿cómo ves los errores que cometiste o se cometieron en la campaña presidencial?

-Le hemos dado varias vueltas, ya llegará el momento de conversarlo en público. Estoy muy tranquilo, sabiendo que cometimos muchos errores, pero defendimos siempre lo que creíamos que era correcto. Hubo mucha gente muy leal. Pero las fallas que cometimos y la gente que se cambió de barco en el camino, en su minuto serán analizadas.

-¿Hubo críticas que te dolieron?

-Con los partidos, institucionalmente tuve buenas relaciones, con Francisco Chahuán, con Javier Macaya, con la Luz Poblete, Andrés Molina… Y hubo parlamentarios que tentados por la oferta del día, tratando de ganar la eleccción, se comportaron de manera distinta.

En todo caso, hay un gran juicio que en algún momento tiene que hacerse el mundo del centro y la centro derecha de cómo los errores que cometimos permitieron que ganara un presidente como Gabriel Boric. Más que ganar Boric, le entreganos en bandeja la posibilidad de ser presidente, por las divisiones y la incapacidad de construir un proyecto unitario. Esa es una gran lección para el futuro, sobre todo viendo lo mal que lo está haciendo este Gobierno.

-¿Qué aprendiste de la derrota?

-Aca no sólo se gana aplaudiéndose entre nosotros y hablando a nuestras propias identidades, sino convenciendo a la clase media y a muchos sectors populares de Chile, que la oferta del mundo liberal, socialcristiano, conservador, es una oferta que les va a asegurar una mejor calidad de vida. Muchos estuvieron más preocupados de pelear entre ellos , que de construir un proyecto.

-Al Presidente Boric no le ha tocado fácil,  no tuvo luna de miel, ha tenido muchos problemas. ¿Qué piensas en retrospectiva?

-Me levanto en la mañana y lo primero que pienso es: ¡de la que te salvaste! Pero creo que lo ha hecho especialmente mal. Este era el gobierno más importante de este siglo, porque se jugaba los próximos 30 años en una elección plebiscitaria el 4 de septiembre. Ha cometido errores que son imperdonables.

Los tiempos obligaban a ser humildes, serios y colaborativos, y este gobierno ha sido soberbio, frívolo y poco negociador.  Se creen los mejores del mundo mundial, y son incapaces de asumir que tienen que escuchar. Pero hay algo más. Esta idea moral de que bastaba que llegaran al gobierno para que se arreglaran los problemas. La visita de la ministra del Interior a La Araucanía, que se relaciona con esta idea de Bengoa, que muchos en el mundo de izquierda comparten: que bastaba que ellos le pidieran paz sin condenar la violencia, a los grupos terroristas, para que se terminara el conflicto. O este ingenuismo que tuvieron con el vandalismo en el centro de Santiago, que hoy día lo tratan de detener después que los mismos ministros lo incentivaron en su minuto. Hay un pecado muy fuerte de falta de humildad. Y falta de seriedad.

-¿Dónde lo ves?

-En los cambios de posición del Presidente. Sostener la credibilidad de nuestra economía y detener la inflación, lo obligaban a ser mur serio cuando llegara a La Moneda. Ha hecho todo lo contrario. Mario Marcel mas bien ha sido un músico de la banda más que un conductor o solista. Por lo tanto lo que tenemos es un gobierno de gatillo fácil, que está aumentando la presión inflacionaria.

Un gobierno que termina siendo una especie de jefe de barra de la campaña del Apruebo. Simplemente lo que hace es asegurar la ingobernabilidad en el mediano plazo, cuando gane el Rechazo, porque va a quedar transformado en un gobierno de minoría, incapaz de construir puentes. Este gobierno ha tomado la conducción de esta crisis política de una manera frívola. Al cambiar de posiciones tan abiertamente y al darse vuelta la chaqueta.

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