El diputado de Renovación Nacional Diego Schalper se ha convertido en uno de los rostros del Rechazo a una nueva Constitución de cara al plebiscito del próximo 25 de octubre. “Joaquín Lavín no advierte que, si no tenemos un resultado equilibrado en el plebiscito de entrada, no va a haber consensos sino más bien será un proceso de confrontación, donde un sector ganador va a sentirse con una especie de superioridad moral para imponer su punto de vista”, afirma el parlamentario en su análisis en torno a la irrupción del alcalde de Las Condes en el estado actual de la derecha. En ese sentido, Schalper sostiene que el sector debe ser crítico con el actual sistema, pero sin dejar atrás las ideas del bloque.

Consultado sobre si en el Rechazo tienen una necesidad de sentirse representados con una figura presidencial, el diputado dice que van a surgir nuevas cartas.

—El alcalde Joaquín Lavín tiene un diagnóstico claro en cuanto al estado actual de Chile, dijo que hay que sanar heridas. ¿Lo comparte?

—Cuando decimos que hay que hacer reformas, lo que estamos planteando es que hay ciertas cuestiones, tanto en la Constitución como en la sociedad, que hay que cambiar. ¿Quién no es consciente de que hoy existen injusticias sociales de las cuales hay que hacerse cargo, que hoy tenemos que permitir que la clase media tenga seguridades, que hay ciertos grupos vulnerables que han sido postergados por demasiado tiempo? En el diagnóstico de los desafíos de una centroderecha solidaria vamos a estar de acuerdo; pero en lo que no estamos de acuerdo es en el curso de acción que propone el alcalde Lavín. Cuando él dice que tenemos que apostar por la socialdemocracia, lo que está diciendo es que la solución de esto es un Estado omnipresente como único proveedor de los bienes públicos y eso es algo que no solo no comparte la centroderecha sino que además no ha funcionado bien en el mundo; los Estados de bienestar no han sido el modelo a seguir.

—Lavín dice que la nueva Constitución busca un nuevo traje para Chile y se escuda en el quorum de los 2/3. ¿Cree que la postura moderada podrá instaurarse finalmente en el proceso constituyente como él avizora?

—Que Chile necesita modificar sus instituciones, sin duda, pero el punto no es ese, el punto es cómo usted hace eso para que el resultado sea moderado. Joaquín Lavín no advierte que, si no tenemos un resultado equilibrado en el plebiscito de entrada, no va haber consensos sino más bien será un proceso de confrontación, y donde un pretendido sector ganador va a sentirse con una especie de superioridad moral para imponer su punto de vista. Hemos escuchado al senador Girardi, al senador Quintana y a otros más, que lo que van a decir es que llegó el momento de pasar la retroexcavadora. Y que aquel que está en un contrapunto con eso, tendrá que, bueno, digámoslo así, asumir su derrota. El alcalde Lavín al no apoyar algo como lo que estamos empujando nosotros, que es un Rechazo reformista, está contribuyendo a un resultado poco ajustado y, por lo tanto, está contribuyendo, paradójicamente, a un proceso menos moderado.

—¿Usted no cree entonces que se puedan instalar dos tipos de Apruebo: uno de la izquierda, otro de la derecha, con distintos contenidos constitucionales?

—Cuando usted ve que aquellos que han monopolizado el contenido de la agenda de la oposición en el último tiempo han sido precisamente los sectores más radicalizados, porque están más organizados, tienen más densidad; cuando usted ve que la vocera o portavoz del Apruebo es alguien que no firmó el acuerdo del 15 de noviembre, como es Pamela Jiles, yo francamente no veo cómo es posible plantear un Apruebo desde la moderación. Le insisto: el alcalde Lavín contribuiría más a un proceso moderado, empujando un resultado ajustado en el plebiscito de entrada que poniéndose en la misma vereda que Pamela Jiles. 

—Lavín dijo que el sector ha sido dique de contención. ¿Por qué la gente debería creer que los mismos actores del “Rechazar para reformar” ahora sí harán esas reformas, si no hay nada que lo asegure como sí ocurre con la Convención Constitucional?

—Nuestra apuesta fue dejar presentado en enero las reformas constitucionales que nosotros haríamos como una manera de jugar con las cartas destapadas. Me encantaría saber cuáles son los contenidos del Apruebo. Si uno observa el comportamiento en el Senado en materia migratoria, da la impresión que parte del Apruebo es migración indiscriminada, o si no uno ve que los diputados de algunos sectores presentan la nacionalización de los fondos de pensiones, parece que para allá quieren tirar el naipe. Entonces, el primer desafío es destapar cuáles son los contenidos. Lo segundo es terminar con un mito: se le ha hecho creer a la ciudadanía que la Convención Constitucional es una especie de asamblea de la sociedad civil, del mundo social, del mundo vecinal y eso no es así. La Convención Constitucional va a ser elegida, 155 personas, en listas creadas por los partidos políticos, donde no se aceptaron los pactos de independientes, por lo tanto, los independientes van a tener que ir adheridos a un partido, elegidos de acuerdo al sistema de parlamentarios y finalmente sesionando en el Congreso en Santiago. Ahora, esto de ser dique de contención no es solamente patrimonio de nuestro sector político; quizás a nuestro sector le faltó audacia para haber canalizado por la vía de las reformas ciertas cosas a las que hoy se está llegando tarde. Pero yo también podría decir lo mismo respecto de la oposición actual, en lo referente a la reforma previsional, a la reforma Fonasa, a la sala cuna universal, o sea, en Chile hay un problema porque la oposición se concibe como obstrucción y no como colaboración. El ser dique de contención, lamentablemente, es una dinámica de cómo se ejerce la oposición y como nuestro sector ha sido oposición más años de lo que ha sido la Nueva Mayoría o la Concertación, queda esa sensación, pero yo creo que el problema es más de fondo. 

—Durante las últimas semanas, se han empeñado en señalar que la mayoría de Chile Vamos está mayoritariamente con el Rechazo. ¿Cómo se convive con la figura mejor evaluada de la derecha buscando ser rostro del Apruebo?

—Se convive porque si uno hace una revisión somera de lo que son los dirigentes locales, las bases, en fin, la ciudadanía que le da vida a los partidos está por la opción Rechazo. Y ahí empiezan los desafíos del alcalde Lavín de transformar conceptos en realidades, porque una cosa es decir que usted quiere un gobierno de convivencia nacional y otra cosa muy distinta es cómo ese gobierno de convivencia nacional se sostiene en el Parlamento. Una cosa es el esfuerzo individual y otra cosa es que hoy día especialmente la política tiene que ser una lógica colectiva de coalición. Usted no saca nada con tener dos o tres ministros, cuatro o cinco, los que quiera, que crucen del otro sector, si usted no tiene un sostén adecuado en el Parlamento. Lo mismo sucede con la opción Apruebo. El desafío del alcalde Lavín para ejercer un liderazgo político sustantivo es cómo hace que estos conceptos permeen en nuestro sector político realmente e inspiren la acción política colectiva.

—¿Cree que el alcalde Lavín dejó de lado a la derecha tradicional, suponiendo su apoyo...? Dicen en su sector que la gente de derecha está cansada de votar por el mal menor.

—Más que tensionar al voto tradicional, el alcalde Lavín ejerce un liderazgo. Instala debates que son valiosos en la centroderecha, pero la responsabilidad de aquellos que instalan debates, de aquellos que dicen que quieren una centroderecha al estilo CDU, o una centroderecha socialdemócrata, es explicarnos qué significa eso, cuáles son los programas de gobierno que sostienen eso, porque yo al menos creo que los sectores políticos se construyen no solamente sobre la base de ideas generales sino cuando se transforman en convicciones colectivas, en programas, en procesos de formación de jóvenes. Y cuando esto empiece a tomar más cuerpo, bueno, obviamente vamos a tener que ver cómo las distintas sensibilidades de la centroderecha van dialogando. Respecto a la ideas que plantea el alcalde, creo que se confunde cuando dice que hay que garantizar los derechos sociales, porque eso efectivamente es una lógica de la socialdemocracia. Yo más bien creo que lo que tenemos que hacer es tener un Estado que, en conjunto con la sociedad civil, garantice ciertas condiciones sociales que hagan posible la libertad. Son pequeños matices, pero esos matices no son tan matices cuando jugarse por la socialdemocracia significa que la educación particular subvencionada no tiene cabida y yo quiero creer que aún todos en la centroderecha seguimos compartiendo que la educación particular subvencionada es una manera de que la sociedad civil aporte. Yo no creo que Lavín se haya comprado de que solo la educación puede ser proveída por parte del Estado. No lo creo, no me suena.

—La oposición ha dicho que esto de la socialdemocracia es más bien “publicidad engañosa”…

—Pienso que el alcalde Lavín tiene la convicción legítima de que el Estado necesita un rol más activo en garantizar ciertas condiciones sociales. Ahora, calificar eso de socialdemocracia es un error porque no es patrimonio de la socialdemocracia el tener un Estado más activo que el que tradicionalmente ha defendido la centroderecha. Si uno revisara pensadores de la economía social de mercado alemana, o miradas desde el mundo del socialcristianismo alemán u otras posiciones, se daría cuenta de que se puede tener un Estado solidario, se puede tener garantías sociales, pero no por eso uno va a comprarse el ideario de la hegemonía estatal. Joaquín Lavín, desde una intuición de su experiencia, trata de verbalizar lo que él ha sido capaz de percibir, pero quizás vale la pena debatir con él si eso es socialdemocracia o más bien, lo que creo yo, que es una centroderecha solidaria, que cree en la solidaridad al estilo de lo que levantó en su minuto Lech Walesa. Joaquín Lavín no cree en el monopolio del Estado. Quiero creer en eso.

—La alcaldesa Evelyn Matthei dijo que era populista y que José Antonio Kast está subiendo como burbuja, ¿en el Rechazo sienten responsabilidad de tener un liderazgo presidencial?

—Esta cuestión es más variopinta que dos liderazgos puntuales. A estas alturas del partido, la definición que tiene que hacer la centroderecha es cómo sale de una suerte de posición conformista, pero no por eso debe transitar a una lógica entreguista. Yo sé que estas palabras aguantan mucho, pero lo que debemos lograr es ser críticos razonablemente del modelo de desarrollo, audaces en plantear propuestas que corrijan ese modelo de desarrollo y ser capaces de desafiar a los sectores radicalizados de la izquierda con nuestras ideas en aquellos lugares donde se está configurando el sentido común de los ciudadanos. Yo no creo que esto sea entre José Antonio Kast y Joaquín Lavín, como dos polos, o como en su minuto se decía que estábamos entre Kast y Kast. La pega es mucho más compleja, más profunda y yo creo que van a seguir surgiendo liderazgos con vocación presidencial, yo creo que los ministros actuales aún pueden ser cartas.

—¿El canciller Andrés Allamand, por ejemplo? Cercano a usted...

—Bueno y varios más. En este contexto hoy vaticinar quién va a terminar siendo el candidato me parece un poquito precipitado.

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