La relación entre los luchadores profesionales y los traumatismos craneales ha sido motivo de numerosos estudio y en ese contexto es que la recién fallecida Ashley Massaro, ex superestrella de la WWE, habría encomendado a su abogada el deseo de donar su cerebro para investigaciones sobre la encefalopatía traumática crónica, directamente relacionada con las conmociones cerebrales.

Hace algunas semanas, la prematura muerte de Ashley Massaro, a sus 39 años, causó conmoción en el mundo de la lucha libre profesional. La ex superestrella falleció por condiciones desconocidas que todavía no han terminado de aclararse.

De acuerdo a diversas fuentes, el motivo de su deceso habría sido a causa de un suicidio, ya que Massaro declaró públicamente que padecía depresión. Es por ello que un posible análisis del cerebro de la ex diva es importante en materia científica.

Históricamente se han atribuido a los luchadores diversos problemas cerebrales ligados a traumatismos craneales y otros tipos de molestias que se evidencian con el paso del tiempo. En relación a ello, en 2016 la propia Massaro, en conjunto con otros 60 ex luchadores profesionales demandaron a la WWE por faltas de cuidado a sus profesionales.

Uno de los argumentos que motivaban la demanda era que la compañía obligó a sus peleadores a realizar maniobras peligrosas que les generaban lesiones en la cabeza, además de los pocos cuidados que tendían a los lesionados.

Por ello, Konstantine Kyros, abogada de la fallecida luchadora, aseguró a CNN que el deseo de Massaro era “era donar su cerebro para que lo estudiaran”.

Y es que la encefalopatía traumática crónica, o CTE (por sus siglas en inglés), es una enfermedad cerebral degenerativa que solo se puede diagnosticar definitivamente después de la muerte.

Debido a esto, el cerebro de Ashley Massaro podría significar un gran aporte en cuanto a los avances investigativos en la materia.

De cualquier modo, el deseo de la ex luchadora podría ser truncado, ya que su familia, que según la abogada de Massaro, estaría molesta con la decisión de donar su cerebro. Por ello, la determinación final queda en manos de sus familiares.

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