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Ex vicecanciller argentino, Andrés Cisneros: “No es una diferencia mortal que justifique una guerra"

Ex vicecanciller argentino, Andrés Cisneros: “No es una diferencia mortal que justifique una guerra"
T13
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Andrés Cisneros conversó con T13 en Buenos Aires sobre el impasse entre Argentina y Chile por los límites relacionados a la plataforma continental austral.

Por James Gatica, desde Buenos Aires

Andrés Cisneros fue el segundo a la cabeza de la Cancillería argentina durante el gobierno de Carlos Saúl Menem y lideró la creación de la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA) en 1997. 

En conversación con T13 desde Buenos Aires, propone que Chile y Argentina deben generar una instancia de negociación por el conflicto de la plataforma continental.

- En base a su experiencia, ¿por qué es particular la discusión limítrofe entre Argentina y Chile?

Por los antecedentes, Chile y Argentina mantuvieron ridículos, absurdas diferencias por más de un siglo, en la tercera frontera más larga del mundo. Incluso costó la vida del Teniente Merino, muchos choques, y resabio de hostilidad anti-argentina y anti-chilena en la cultura, que aún no hemos terminado de erradicar, aunque vamos bien.

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En los ochentas y noventa, surgió la oportunidad histórica de dejar de considerarnos hipótesis de conflicto y pasar a ser hipótesis de cooperación. El Mercosur, comercio, etc. En ese marco positivo, encontramos la manera de solucionar los 26 puntos que quedaban en toda la cordillera, uno por uno, y finalmente firmamos un tratado histórico el año 1998-99, que terminó con los conflictos limítrofes. Ahí si pudimos empezar a trabajar para construir una hermandad y no para construir una hostilidad.

Ese antecedente de la conducta chilena me hace pensar que estamos en condiciones de repetirlo, también los argentinos. Aunque los argentinos hemos vuelto a recaer en la hostilidad con el vecino. Pero Chile me merece el mayor de los respetos porque durante el largo conflicto se portaron de manera muy sensata, muy bien. Y espero que se repita por parte de ambos países.

- Como ex vicecanciller usted plantea una negociación, ¿por qué es esa la solución en el caso de la plataforma continental en base a la respuesta que ha tenido Chile?

Los países hermanos tienen que negociar las diferencias. Esta no es una diferencia mortal que justifique una guerra, es loco, es absurdo. Además tenemos que distinguir entre los intereses nacionales legítimos y los intereses de aquella gente que, a ambos lados de la cordillera, trata de fogonear conflictos, o generarlos o aprovecharlos, porque tiene una visión hostil de la política exterior. Afortunadamente creo que en Chile esto es una pequeñísima minoría y en Argentina también es una pequeña minoría. Hay que tratar que esas minorías no prevalezcan, sino la sensatez con la cual terminamos los conflictos de los noventas.

- El canciller Allamand entregó este domingo una contrarréplica, dijo que fue conversada con los expresidentes y ex cancilleres, una respuesta de Estado, diciendo que Chile “no se puede apropiar de algo que le pertenece” y llama al diálogo. Pero dialogar es diferente a negociar.

En aquella época hicimos grupos de negociación. En el caso argentino, entiendo que también el chileno, estaba compuesta por oficiales de gobierno, yo estaba en el gobierno, enfrente estaba [José Miguel] Insulza, y nosotros convocamos a la oposición, técnicos, geógrafos, y generamos un equipo que funcionó muy bien. Así que la idea del Canciller de ustedes me parece positiva, y que salga adelante.

- Pero para negociar, hay que transar. Chile dice que no hay nada sobre la mesa. Mientras que el diálogo puede quedarse sólo en lo diplomático.

La negociación en este tipo de cosas es como dos personas que están con un ovillo de hilo completamente enrevesado y tienen que lentamente ir sacando la punta del ovillo hasta que finalmente queda claro, desaparece el nudo. De manera que es perfectamente posible que se haga. En los conflictos humanos, y también entre los países, casi nunca toda la razón está de un sólo lado, no es cierto. Los chilenos no tienen toda la razón y los argentinos tampoco. Sino que hay que sentarse a diseñar un acuerdo que como decía el Canciller [Guido] di Tella, argentino, "deja a ambas partes igualmente insatisfechas", eso es básico.

Hay una cosa que es cierta, Chile no tiene una frontera hasta que Argentina no se la reconozca. Y Argentina no tiene fronteras hasta que Chile no se la reconozca. Es decir, usted no tiene nada hasta que el otro se la reconozca. La mejor forma de reconocerlo es sentarse a negociar y descubrir entre los dos cuál es el mejor camino para convivir y no dedicarnos al conflicto, porque tenemos que dedicarnos a construir el progreso de la gente.

- La Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), que usted lideró durante el gobierno de Carlos Menem, ¿cuál era la visión del presidente en estos temas?

Menem recordó una frase de un gran presidente argentino, Julio Argentino Roca, que tuvo el famoso "Abrazo del Estrecho" con [Federico] Errázuriz [Echaurren] en 1899. Menem dijo: "Con Chile a la guerra nunca", y ahí quedó. Con Roca hubo una oportunidad donde se podrían haber ido a la guerra con Chile y no se fue, nunca.

- Volviendo a la actualidad, ¿cómo evalúa la reacción de la Cancillería argentina?

Hasta ahora ha dado una respuesta retórica, pero ha dejado abierta la posibilidad de sentarse a conversar y me parece que está muy bien. Yo creo que esto no va a escalar, espero que no escale. Si uno aprende más de los errores que de los aciertos, somos dos países sabios. Hemos tenido este tipo de conflictos y lo hemos solucionado dialogando, no peleándonos. 

- En este contexto aún de pandemia ¿qué urgencia tiene el Presidente Alberto Fernández en solucionar este asunto?

Yo creo que este tipo de problemas, problemas limítrofes, en el mundo entero rara vez se solucionan. Nosotros tuvimos 100 años para solucionarlo, porque hay que esperar el momento histórico adecuado. Entonces mientras no se solucione y no cause un grave problema práctico, hay que administrar las diferencias para no generar un conflicto y mientras negociar. Al presidente argentino, cualquiera sea, ahora o dentro de cinco años, lo que le va convenir es solucionar este problema, pero toma tiempo.

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