Crecen las muestras de rechazo hacia el decreto migratorio firmado por Donald Trump, que impide que ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemén ingresen a Estados Unidos en los próximos 90 días.
El parlamento iraquí aprobó una resolución pidiéndole al gobierno que adopte medidas de reciprocidad con respecto a este decreto antiinmigración, con el fin de que los estadounidenses no puedan entrar a sus fronteras.
El canciller de Irak, Ibrahim al-Jaafari, anunció que planea quejarse ante el embajador estadounidense en Bagdad. Además, ha dicho que espera que Estados Unidos "reconsidere esta medida equivocada".
Mientras que el gobierno yemení publicó un comunicado donde asegura que este tipo de políticas "apoya las posturas de los extremistas y fomenta la segregación". Los rebeldes, por su cuenta, aseguraron a través de un texto que "Yemen no ha sido ni será una fuente del terrorismo para Estados Unidos, y ni ha enviado ni enviará refugiados hacia allá".
En el Reino Unido, la primera ministra Theresa May se encuentra en medio de una incómoda situación, debido a que más de un millón de británicos han firmado una petición en el sitio web del Parlamento, para pedir que se cancele la próxima visita a la isla del mandatario estadounidense.
El gobierno, en todo caso, advirtió que la invitación ya fue cursada y aceptada.
Uno de los aspectos que se pide considerar es que, al tratarse de una visita oficial, deberá reunirse con la Reina Isabel II y los solicitantes quieren evitar que se avergüence a la soberana.
Por lo mismo, la solicitud dice: "Donald Trump puede permitírsele entrar el Reino Unido en su condición de jefe de gobierno de Estados Unidos, pero no debe ser invitado a hacer una visita de Estado oficial, porque podría causarle una situación vergonzosa a Su Majestad la Reina".
