Megan McGillin, una joven de Irlanda del Norte, fue diagnosticada hace 11 años con una condición poco común para su edad: cirrosis. Se trata de una enfermedad hepática en que el hígado está cicatrizando y esto impide su correcto funcionamiento.

La cirrosis no se puede curar ni revertir y, aunque las enfermedades hepáticas en niños son raras, muchos de los trastornos hepáticos que causan cirrosis en los menores tampoco se pueden prevenir.

En el caso de Megan, a quien a los 10 años le dijeron que tenía el hígado de una alcohólica, los médicos no saben cómo desarrolló la enfermedad, pero advierten que su hígado podría dejar de funcionar debido a la extensión que podría alcanzar el daño.

“Cuando me diagnosticaron, (los médicos) me dijeron inicialmente que a los 18 años me harían un trasplante, pero me mantuve en forma y bien”, dijo Megan, en un artículo que publicó BBC.

“Más tarde, cuando tenía 16 o 17 años, me dijeron que a los 21 definitivamente necesitaría un trasplante”, continuó. Sin embargo, señaló que “cuando cumplí 21 años en noviembre no recibí un trasplante de regalo”, pero siguió adelante y ahora “ya no me hablan de plazos”.

Las enfermedades hepáticas, como la cirrosis, pueden ocasionar hipertensión portal —aumento de la presión en la vena porta, que lleva la sangre desde los órganos del sistema digestivo al hígado— y también agrandamiento del bazo.

La joven debió abandonar los deportes de contacto, “algo importante” para ella, debido a su condición.

Fue así como se dedicó al remo, llegando a integrar el equipo norirlandés de alto rendimiento durante algunos años, mientras estaba en la secundaria. Estar saludable y en forma es lo que ha mantenido a su hígado funcionando durante todo este tiempo, según comentó.

El doctor Girish Gupte, especialista en enfermedades hepáticas pediátricas del Hospital de Mujeres y Niños de Birmingham, en Reino Unido, señaló que “la enfermedad hepática es extremadamente rara en los niños, por lo que es posible que la mayoría de la población jamás haya oído hablar de menores con problemas hepáticos crónicos”.

Cirrosis y el alcohol

Muchos asocian la cirrosis con el abuso prolongado del alcohol. Si bien esto puede ocurrir en adultos, cuando afecta a niños obedece a una amplia variedad de trastornos hepáticos.

Cuando le explicaron la gravedad de su enfermedad, los médicos le dijeron a Megan que “tenía el hígado de una alcohólica”, lo que para ella, con 10 años, no tenía ningún sentido.

Obviamente nunca antes había bebido alcohol y mi madre se quedó atónita cuando escuchó el diagnóstico”, comentó a BBC.

“Eso muestra que cuando las personas tienen una enfermedad hepática la suposición común es que se debe al alcoholismo”, añadió.

Pero lo cierto es que la joven, hoy con 21 años, nunca bebió alcohol ni piensa hacerlo, pues sabe que afectaría severamente a su hígado.

Finalmente, sobre un trasplante, Megan destacó que actualmente su hígado “está funcionando”.

“No funciona a plena capacidad, pero algo está haciendo bien”, agregó, detallando que “para un trasplante tienes que esperar hasta que alcances un cierto nivel de disminución en tu función hepática, o tu condición haya afectado tu estilo de vida de tal manera que estés extremadamente mal”, pero valoró que “cuanto más tiempo tenga mi hígado biológico, el hígado con el que nací, eso será lo mejor para mí”.

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