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Analista de The Economist Intelligence Unit: “En Chile vemos un declive en el apoyo a la democracia”

Ex-Ante
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En su última edición, la revista británica The Economist dio cuenta que Chile bajó del grupo de “democracias plenas” a “democracias defectuosas”. Chile descendió seis puestos en relación con el estudio de 2022, pasando del lugar número 19 al 25 en el ranking -que evalúa la calidad de la democracia de 167 países- con un puntaje promedio de 7,98 de un máximo de 10 puntos. En entrevista con Ex-Ante, el analista de The Economist Intelligence Unit, Nicolás Saldías, explica las razones detrás de este retroceso.

-¿Qué considera el estudio de The Economist Intelligence Unit?

-El índice de democracia que elaboramos en The Economist Intelligence Unit tiene 60 variables que miden cinco características de la democracia: sistema electoral y pluralismo, funcionamiento del estado, participación política, cultura política y libertades civiles. Dado su amplia cobertura de temas relacionados con la democracia, el índice está fundamentado en una concepción amplia de democracia que no solo mide las instituciones formales de la democracia, sino también las actitudes de la ciudadanía hacia la democracia y su evaluación del funcionamiento de la misma en su país.

Esta perspectiva más amplia para medir la democracia es importante para tener en cuenta el estado de salud de la misma, ya que es tan crucial contar con instituciones democráticas como con una ciudadanía comprometida y activa en su funcionamiento. Sin un compromiso de apoyo y participación en la democracia como un sistema eficaz y moralmente superior al autoritarismo, es poco probable que una democracia pueda sobrevivir a largo plazo.

-El estudio muestra que América Latina desciende por octava vez.

-América Latina y el Caribe es la tercera región más democrática del mundo, después de Europa Occidental y Norteamérica. En comparación con el resto del mundo, la región tiene altos puntajes en sistema electoral y pluralismo, así como en libertades civiles. Sin embargo, su debilidad radica en el funcionamiento de la democracia, la participación política y especialmente la cultura política, con el puntaje más bajo del mundo.

-¿Qué significa en concreto el ser una “democracia defectuosa”?

-Un país que tiene una democracia defectuosa en nuestro índice tiene elecciones libres con los derechos básicos de los ciudadanos respetados. Pero en una democracia defectuosa hay debilidades en cómo funciona la democracia (como altos niveles de corrupción o bajo nivel de confianza en la política), bajo nivel de participación democrática (bajo nivel de votación), y una cultura política no tan favorable para la democracia (alto nivel de polarización o valoración de líderes fuertes). Es importante señalar que esto demuestra la amplitud del índice porque tiene un enfoque en cómo la gente evalúa la democracia.

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-¿Qué ha sucedido con Chile?

-Chile cuenta con instituciones democráticas sólidas y buenos resultados en variables relacionadas con el sistema electoral y el pluralismo, el funcionamiento del estado y las libertades civiles están garantizados. Sin embargo, al mismo tiempo, Chile muestra resultados relativamente bajos en variables que miden la participación política y su cultura política. Por esta razón, se encuentra en la frontera entre una democracia plena y una democracia defectuosa.

-¿Cuáles son los factores que están detrás del deterioro que ven en Chile?

-El deterioro de Chile en nuestro índice está basado en cambios de puntaje relacionados con variables en las categorías de participación política y cultura política. Utilizamos las encuestas World Values Survey, Latinobarómetro y Centro de Estudios Públicos para informar nuestras decisiones para evaluar el puntaje en cuestiones vinculadas a opiniones públicas en Chile.

La puntuación de participación política de Chile disminuyó debido a que se le otorgó una puntuación más baja por el compromiso político, que estaba por debajo de nuestro umbral del 40%, lo que llevó a una disminución en ese indicador. La puntuación de cultura política de Chile cayó debido a una puntuación más baja para el indicador relacionado con las actitudes de los ciudadanos hacia el rol de los expertos en la gobernanza, con más de la mitad de los chilenos prefiriendo que ellos tengan más poder que los políticos. La cultura política también cayó debido a un nivel bajo y en declive de apoyo popular a la democracia (por debajo de nuestro umbral del 75%). Con estos cambios, el puntaje de Chile en participación política bajó a 6,11 (de una escala con 10 como el máximo valor) de 6,67 en 2022 y su puntaje en cultura política bajó a 6,88 de 7,5 el año pasado

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-El fracaso de dos procesos constitucionales tiene algo que ver en este análisis.

-No, pero ha creado un contexto favorable para la democracia chilena. Lo más importante de los dos fracasos de los procesos constitucionales en Chile fue la madurez de la política chilena para superar los dos rechazos sin crear más polarización. El contundente rechazo de los dos intentos para reformar la constitución ha ayudado a reducir el nivel de polarización en el país, ya que los votantes han demostrado a los líderes políticos que existe un electorado moderado que no apoya reformas desproporcionadas de izquierda ni de derecha. Esto ha ayudado a disciplinar a los políticos para evitar desviaciones voluntaristas y luchar por el centro con políticas más pragmáticas.

-¿Cómo se puede mejorar?

-La puntuación general de Chile significa que está en la frontera entre las clasificaciones de plena y defectuosa: cambios en pocos indicadores pueden marcar la diferencia. Chile está en una buena posición para recuperar el estatus de democracia plena. Pero mucho depende de los propios chilenos y de la clase política para bajar los decibeles y tener un compromiso más contundente con la democracia y evitar desvíos autoritarios.

Soy optimista sobre el futuro de la democracia chilena, pero es importante señalar los riesgos que veo en el horizonte. El más preocupante es el tema de la seguridad y la democracia. El tema del índice este año (“Age of Conflict”) es la relación entre seguridad y democracia en el mundo. En la región, el riesgo más importante para la supervivencia de la democracia es el crimen organizado y la reacción ante ello. Hemos visto en El Salvador cómo un populista como Nayib Bukele ha consolidado su poder autoritario basado en su política exitosa de mano dura contra las pandillas.

En Chile, su imagen es extremadamente alta, con el 78% de los chilenos teniendo una evaluación positiva del presidente salvadoreño, según una encuesta de Cadem. Además, según la última encuesta de Ipsos, de 29 países medidos, el 65% de los chilenos dicen que la inseguridad es el problema más grave en el país, la tasa más alta del mundo. Esto es terreno fértil para el surgimiento de un outsider y populista en las elecciones presidenciales de 2025 con políticas que pueden afectar la solidez de la democracia chilena. Para evitar eso, es clave que las fuerzas políticas chilenas forjen una política común para enfrentar la amenaza del crimen organizado y demostrar resultados reales.

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