Lo primero en lo que hacen hincapié tanto analistas que siguen la acción de Watt’s en la bolsa como ejecutivos de la propia compañía, es que a nivel masivo se desconoce el gran portafolio de marcas que posee la compañía controlada por la familia Larraín  Cruzat y que hacen prácticamente imposible que no exista alguno de sus productos en cualquier hogar del país.

No sólo los jugos y mermeladas Watt’s son parte de la parrilla. Están también, todos los productos Calo, Loncoleche, Yogu Yogu, Shake a Shake, Frutos del Maipo, Regimel, Wasil, Belmont, Chef y Santa Carolina. Si esto pareciera poco, ahora también se sumarán a este dossier las marcas Danone, Activia, Calán y Parmalat. Si bien esta última no fue mencionada explícitamente en la información entregada a la autoridad, se presume que también quedará en sus manos, por lo menos hasta que venzan los contratos de licencia que Danone tenía con la firma de origen italiano.

¿Qué gana Watt’s con esta operación? Dejando a un lado el hecho de que sigue sumando marcas con fuerte reconocimiento y que le ayudan a fortalecer su posición como uno de los principales holdings alimenticios del país, la compañía envía señales importantes al mercado, en la línea de acercarse a lo que ha venido sosteniendo en el último tiempo: elevar considerablemente sus ventas, al punto de alcanzar en un tiempo acotado una facturación en torno a los US$ 1.000 millones anuales.

Los principales ejecutivos de la empresa han dicho en reiteradas versiones de prensa que la meta originalmente la tenían puesta en 2017, aunque como efecto del menor crecimiento económico ahora les tomará algunos años más, pero siempre pensando en que será antes de que culmine la década.

La compra de Danone —por unos US$ 24 millones, menos su deuda financiera—,  viene a sustentar este propósito. El año pasado los ingresos de Watt’s ya rozaron los US$ 600 millones y aunque no se conocen en específico los números de Danone, se especula que podrían sumar en torno a los US$ 100 millones anuales a este colchón.

En esta tarea han venido trabajando duro en los últimos años, sumando en 2014 Frutos del Maipo y el área de congelados a su portafolio, y antes en 2012, Lácteos Valdivia, consolidando su presencia en quesos.

“En términos cualitativos la operación (de compra de Danone Chile) es atractiva porque debería existir un nivel de sinergias importante y extiende el portafolio de lácteos de Watt’s hacia productos de mayor valor agregado. Por otro lado profundiza también la estrategia de crecimiento inorgánico que ha llevado a cabo la compañía en los últimos años”, resume Agustín Álvarez, analista de Bice Inversiones.

Precisamente, lo que es bien visto por el mercado, es que la adquisición de Danone, por un lado, le da presencia a Watt’s en un segmento en el casi no participaba. Hoy sólo participaba marginalmente con una línea específica de yogures sin lactosa y otra con altas proteínas, pero nada en un mercado más masivo.

De acuerdo a las cifras de producción de yogur de Odepa, Danone tuvo al cierre de 2015 una participación de 15,6%, casi a la par con Nestlé (16,5%), y por debajo de Soprole (31%) y Colun (23,2%).

Lo mejor, dicen los analistas es que Watt’s aprovechará al máximo las sinergias con Danone, considerando que ya posee una potente red de distribución y una cadena de frío con sus otros productos, lo que le permitirá ahorrar costos por esa vía.

En bolsa, el trabajo de la compañía ya ha venido rindiendo frutos. Sólo este año, la acción ha subido un 33,5%, situándose ayer en $ 1.442.

La frustrada década de Danone

Al otro lado de la vereda, lo que se dice de los pasos de Danone en Chile es algo similar a lo que en el pasado se dijo del fallido ingreso de marcas como Home Depot, en cuanto a la fuerte competencia que le generaron las marcas locales.

Danone aterrizó en Chile a comienzos de febrero de 2006. Por ese entonces, la compañía francesa anunció que vendería productos importados de sus unidades productivas más cercanas, en Argentina, Uruguay y Brasil.

La expectativa de la compañía apuntaba a hacerse de una parte importante del aumento de consumo de yogur que debería experimentar el país en los siguientes años, considerando que por entonces se consumían apenas unos 9 kilos per cápita, mientras que en los países europeos donde estaba su mercado más fuerte, superaba ampliamente los 20 kilos.

Por eso fue que incluso al año siguiente elevaron su apuesta por Chile, cuando cerraron un acuerdo con el grupo Bethia —holding de inversiones de Liliana Solari y sus hijos— y adquirieron el 70% de Vialat, firma que producía las marcas Parmalat y Calán. Con ello, Danone pasó a producir directamente en Chile, en la planta que Vialat manejaba en Chillán.

Con lo que no contaba Danone, según conocedores del mercado, era con la dura competencia que enfrentaría a nivel local, con marcas muy bien posicionadas, como Soprole, Nestlé y Colun, que no estuvieron dispuestas a perder ni un ápice su participación en la torta del consumo de yogur.

De hecho, si se miran las cifras de producción de Odepa, se observa que prácticamente el volumen de producción de yogur se duplicó en 10 años —hoy se producen alrededor de 230 millones de litros en el país—, no obstante, las participaciones de los principales actores se mantuvieron relativamente estables en el período.

Por otro lado, expertos agrícolas, sostienen que la compañía había venido enfrentando dificultades en sus costos en los últimos años asociadas a la ubicación de su única planta productiva en Chillán, zona que vendría perdiendo consecutivamente su competitividad debido a la falta de lluvias y su negativo efecto en las praderas y el alimento para el mercado bovino.

Así se explica el bajo precio que finalmente estaría pagando Watt’s por los activos de la compañía. US$ 23 millones a los que se les descontarán las deudas es un valor que incluso podría estar por debajo de lo que valía la firma hace cinco años, cuando Bethia terminó de vender el 10% que le quedaba en la sociedad en un monto cercano a los US$ 3 millones, según versiones de prensa de la época.

 

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